Capítulo 2

1048 Palabras
Maya apretó el estetoscopio en su bolso, tratando de calmar el torbellino de pensamientos que cruzaba por su mente. La suave voz de la abuela Edith aún resonaba en sus oídos, cargada de calidez y gratitud. La anciana siempre había sido amable con ella, incluso cuando Maya apenas era una desconocida para la familia Harrison. Edith no solo la trataba como una nieta, sino que le había dado un sentido de pertenencia en momentos en los que Maya se sentía sola. —Gracias por cuidar de mí, cariño —le había dicho Edith, sosteniendo su mano con ternura mientras Maya realizaba su chequeo. —Su respiración es normal, parece que va muy bien, abuela —respondió Maya, devolviéndole una sonrisa tímida. A pesar de lo mucho que deseaba alejarse de Oliver Harrison y todo lo que él representaba, no podía simplemente desaparecer. Su conexión con la familia Harrison iba más allá de Oliver. Era la médica de cabecera de Edith, y esa responsabilidad la mantenía atada a la familia. Maya no se quejaba. Sentía que le debía demasiado a la anciana por su amabilidad. Si atenderla era una forma de pagarle, lo haría sin cuestionar. Sin embargo, todo era más complicado ahora. Oliver acababa de anunciar, de manera imprevista y rotunda, que él mismo tomaría el lugar de los gemelos en el compromiso matrimonial con ella. Una decisión que Maya jamás pidió ni deseó. —¿Estás seguro, Oliver? —preguntó el abuelo de Oliver con una mezcla de incredulidad y desconfianza—. ¿Seguro de que puedes cumplir tu palabra? Una vez que esto se acuerde, no habrá marcha atrás. —Cierto. Tal vez te estás dejando llevar por tus emociones —añadió Edith, mirándolo con severidad—. No puedes simplemente decidir esto por tu cuenta. Oliver se mantuvo firme, con la mandíbula apretada. —Lo sé y entiendo lo que quieren decir. Pero mi decisión es final. El abuelo suspiró, rindiéndose con un encogimiento de hombros. —De acuerdo. Solo recuerda, Oliver, que casarse no es algo que puedas dejar de lado cuando te plazca. Oliver cruzó los brazos, su mirada inflexible mientras declaraba: —No hay nada más que discutir. Me casaré con la doctora. Esta conversación ha terminado. Maya respiró profundamente, tratando de procesar todo lo que acababa de suceder. "Hay más de siete mil millones de personas en el mundo," pensó, con una mezcla de resignación y frustración. "Pero de todas ellas, ¿por qué tiene que ser Oliver Harrison? ¿Por qué este hombre?" El destino parecía empeñado en enredar sus vidas de una manera cruel. Maya sabía que, tras ese compromiso, todo cambiaría. Oliver no era el tipo de hombre que daba pasos en falso. ¿Era venganza? ¿Era su forma de controlarla? ¿O había algo más detrás de su decisión? Ella levantó la mirada y vio a Oliver, quien ya estaba saliendo de la habitación. Su postura seguía siendo la de un hombre decidido, pero Maya podía detectar algo más: una chispa de tormento en sus ojos. No sabía si era un reflejo de su propio dolor o de algo que él ocultaba. Lo único que sabía con certeza era que el matrimonio con Oliver no sería nada fácil. Era como caminar hacia un incendio, con la esperanza de no salir completamente quemada. Después de que todos terminaron de cenar, Maya se quedó pensativa, con la mirada fija en su copa de vino, sin realmente ver el líquido dentro de ella. La conversación a su alrededor continuaba con normalidad, pero su mente no podía dejar de pensar en lo que se había decidido esa noche. El compromiso con Oliver estaba sellado, y aunque intentaba procesarlo, algo en su interior no podía aceptar esa realidad. ¿Cómo había llegado a esto? Si las circunstancias fueran diferentes, si el destino hubiera tomado otro camino, ¿sería tan terrible si en su lugar se casara con Estefan? Estefan había sido el único que la había defendido en aquel fatídico día, el único que había creído en su inocencia cuando todo el mundo parecía estar en su contra. Mientras Oliver se dejaba llevar por su rabia y dolor, Estefan había sido un apoyo inquebrantable, ayudándola a calmarse y proporcionándole la estabilidad emocional que tanto necesitaba. Además, a diferencia de Oliver, Estefan no era un Harrison, lo que en cierta forma lo hacía más accesible, menos cargado con el peso de una familia llena de secretos y rencores. Maya suspiró, tomando un sorbo de su copa, pensando que si tan solo él fuera quien tuviera que casarse con ella, las cosas serían diferentes. No solo la protegió ese día, sino que a lo largo de todo este tiempo, Estefan había sido alguien confiable, alguien que la trataba con una amabilidad genuina, sin el velo de odio que parecía envolver a Oliver. Pero la realidad era otra, y por más que lo deseara, no podía cambiar lo que había sido decidido. La voz profunda del abuelo de Oliver rompió sus pensamientos. — De acuerdo, anunciaremos este compromiso y especialmente la fecha de la boda para que todos estén al tanto —dijo el anciano con firmeza, mirando a los presentes. Maya sintió que sus piernas se volvían de gelatina. Aunque lo había sabido en su corazón desde que Oliver pronunció esas palabras, al escuchar la confirmación de su abuelo, comprendió de manera irremediable que no había vuelta atrás. Ya estaba sellado, decidido. El compromiso era real y la boda, inevitable. Maya levantó la mirada, cruzando brevemente con la de Oliver, que estaba sentado al otro lado de la mesa, observándola con una intensidad que la hizo estremecer. Había algo en su mirada, una mezcla de determinación y algo más oscuro, algo que Maya no podía identificar. "¿Por qué?" pensó Maya, "¿por qué tiene que ser conmigo?" Sin embargo, más allá del torbellino de preguntas que rondaban su cabeza, lo que la aterraba era que no veía una salida. Estaba atrapada en esta red tejida por los Harrison, y aunque deseaba escapar, el compromiso ya estaba marcado en sus destinos. Y entonces, con una mezcla de ansiedad y resignación, Maya asintió en silencio, sabiendo que en su vida nunca habría un regreso a la paz que una vez conoció
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR