Capitulo 29

1044 Palabras

James, con la ira ebullendo violentamente en su interior, retorció la muñeca de Pedro con fuerza, haciendo que el hombre soltara un quejido de dolor. Con los dientes apretados y una mirada fulminante, le advirtió. —No te atrevas a poner un solo dedo encima de mi mujer. El aire se volvió denso y todos los presentes en la oficina quedaron en un profundo silencio, sorprendidos ante la confesión y la defensa feroz de James. Dafne, que había estado observando la escena desde la distancia, sintió una oleada de satisfacción al escuchar las palabras del hombre. Era un recordatorio de que, a pesar de los desafíos que enfrentaban, James estaba dispuesto a protegerla a toda costa. Y se sentía tan jodidamente bien, tanto, que disfrutó del espectáculo. Pedro, visiblemente asustado, comenzó a balbucea

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