Sorprendida por lo que ocurrió, cerré la puerta de mi habitación y me dispuse a dormir. Sabiendo perfectamente que esa noche soñaría con los espectaculares abdominales del hombre que dormía a tres puertas de mi habitación.
A la mañana siguiente, me levante e hice mi rutina, la cual solo consistía en no parecer un zombi a la hora de llegar a la mesa para el desayuno.
-Buenos día- dije sentándome en mi lugar.
-Buenos días- respondieron mi padre y Donato.
-¿En dónde están Elda y Lina?- pregunte en dirección a mi padre.
-Salieron a hacer compras y luego irían a un spa que abrió hace poco en el centro. Tú deberías ir- concluyo.
-Es muy agradable que tu padre te diga de forma muy discreta que no te ves bien- la burla en mi tono fue evidente, tanto así, que los hombres no pudieron contener sus risas.
-Yo considero que te ves muy bien- fue Donato quien hablo esta vez, llamado la atención de mi padre.
-Mi hija es preciosa, solo fue una pequeña broma mañanera.
-En fin- di por terminado el tema- hoy iremos al hotel para que puedas conocer al personal y tener contacto directo con el sector administrativo- dije dirigiéndome a Donato.
-Por mi está bien. Solo que antes de dirigirme al hotel debo atender otro asunto. Si no es molestia para ti, nos podríamos encontrar en el hotel.
-Por mí no hay problema, resuelve tus asuntos- dije con una sonrisa levantándome de la mesa- Yo debo terminar unas cosas aquí y luego iré- mi padre no me dejo terminar de hablar, cuando alegremente acoto.
-Sus asuntos por resolver, implican ir a la cocina por las cosas dulces que Julia tiene prohibido traer a la mesa- dijo soltando una risa.
-Papá- mi voz salió como la de una niña pequeña.
-¿Acaso miento princesa?
-Yo lo lamento, pero debo retirarme- nos interrumpió Donato- Nos encontramos luego en el hotel.
Sin decir nada más salió de la casa, no sin antes regalarme una sonrisa que me dejo embobada.
Luego de unas horas, me encontraba dirigiéndome al hotel junto con Luca.
-¿Estas feliz de ver a tu chica?
-No sé de qué habla señorita- dijo intentando hacerse el desentendido.
-Vamos Luca, nos conocemos desde hace demasiado tiempo.
-Insisto, no sé de qué habla.
-Tienes novia- dije señalándolo- y trabaja en el hotel. No me mientas.
-No le estoy mintiendo.
-Sabes, creí que éramos amigos. Siempre hablo contigo, eres una de las personas más cercanas a mí, y realmente me duele que no confíes en mi para- solté un suspiro y detuve mi verborrea.
Me había puesto en modo perra dramática, para así conseguir que me diga quién es su chica. Sabía que era demasiado bueno e iba a terminar por confesar.
-Le repito, no tengo novia- soltó un suspiro- más bien, novio.
Solté un chillido antes de atacarlo con mis preguntas.
-¿En qué área trabaja? ¿Desde cuando salen? ¿Quién es? ¿Desde cuándo se conocen? ¿Ya sientes algo? Es decir, ¿Siente esas famosas mariposas en el estómago?
-Si me escucho cuando dije novio ¿Verdad? Estoy saliendo con un hombre- no pasó desapercibido para mí que agacho un poco su cabeza.
-Sí, te oí perfectamente. Ahora ¡Contéstame!- estaba realmente emocionada por él.
-¿De verdad no le importa?
-Luca, si quieres a alguien no importa nada más allá de lo que sientes. Ahora en serio necesito saber.
Durante el resto de nuestro viaje hablamos de Luca y su relación, lo cual me dejo realmente feliz por él. Es un excelente muchacho, y se merece lo que está viviendo junto a su novio.
-Realmente me gustaría estar en tu lugar- dije mirando por la ventanilla.
-¿Eso qué quiere decir exactamente?
-Me quiero enamorar Luca, tengo veintidós años y jamás he tenido novio, ni mucho menos sexo. No sé lo que es que alguien me quiera, ni querer a alguien. Estuve toda mi vida en una burbuja que mi padre creo. Necesito algo interesante en mi vida, no puedo seguir solo así, sin más- justo cuando estuvo por responder lo interrumpí- Juro que si me hablas de usted te golpeare.
-Desde que te conozco- tutearme le costó un poco- nunca me pareciste el tipo de mujer que hace lo que le dicen.
-¿A qué viene eso?
-¿Cómo resististe "en una burbuja"?
-Por si no lo notaste Elda maneja con su dedo meñique a mi padre. Me mandaron a un internado exclusivo de mujeres en Londres, y cuando termine mis estudios comencé la universidad. En resumen, jamás tuve tiempo para mí.
-¿Estamos en confianza no?
-Si- dije arqueando una ceja.
-¿Somos algo así como amigos no?
-Si- volví a responder.
-Brujelda es una perra.
Juro por mi nana que es lo más precioso que tengo que nuestras risas se han de haber escuchado a kilómetros.
-Eres el mejor- dije mientras lo abrazaba, pero en ese momento mi cabeza hizo un clik- ¿Cómo sabes de Brujelda?
-Todos la llamamos así, una vez las oímos a ti y a Julia llamarla así. Realmente le queda el apodo- dijo riendo.
Al llegar al hotel, ambos bajamos del coche y nos dirigimos a la entrada.
-Oye- dijo tomado mi mano.
-¿Qué ocurre?- pregunte.
-Siempre hay alguien. Quizás no lo veas, o no te des cuenta, pero el amor siempre está ahí para nosotros. Solo tiene que encontrarlo. Te prometo que es lo más hermoso que vas a vivir, y más tú.
-¿Por qué yo?
-Eres especial Fio, eres buena, dulce e inocente. Cuando tu príncipe aparezca, o cuando solo lo aceptes, te darás cuenta que el hombre que te ama, puede poner el mundo a tus pies.
Luego de esas bellas palabras, me dirigí a la parte administrativa para encontrarme allí a Donato.
-Llegaste- dijo con una sonrisa.
-Lamento la demora, el tráfico es un desastre.
-No te preocupes linda- su cumplido me hizo sonrojar.
-¿Vamos?- pregunté haciendo referencia a presentarle a los empleados y demás.
-Vamos- en un descuido, el tomo mi mano y nos guio al ascensor.
El silencio no era para nada incomodo, y el en ningún momento soltó mi mano.
-Sabes, aún no he podido almorzar. Estuve bastante ocupado.
-Aquí la comida es excelente, podrías pedir algo. Estoy segura que Colton estaría encantado de preparar algo para su nuevo jefe- dije de forma distraída.
El solo rió y negó bajando la cabeza.
-¿Qué ocurre? ¿Acaso dije algo gracioso?
-Solo tenía la ilusión de que quisieras acompañarme a almorzar. Solos, tu y yo.
-Donato, yo no estoy segura de ser la clase de chica con la que acostumbras a estar. No me mal intérpretes, no es que crea que quieres estar conmigo- mis nervios me estaban traicionando- es solo que- ya no sabía cómo seguir con la estupidez que había comenzado a decir.
-Oye, lamento si te incomode- dijo viéndome a los ojos- no era mi intención. Es solo que tienes razón. No eres como las mujeres con las que acostumbro a rodearme- cuando dijo eso, solo pude agachar mi cabeza, me sentía realmente tonta- y es justamente por eso que me gustas.
Cuando dijo esas palabras yo solo me le quede viendo. El sonrió y acaricio mi mejilla.
-Realmente me gustas Fiorella, y no voy a presionarte. Si me dejas, me gustaría acercarme a ti como amigo, y luego ver que es lo que ocurre entre nosotros. ¿Qué dices?
Lo único que pude hacer en ese momento fue asentir con mi cabeza, y en el momento en que las puertas se abrieron, trate de ser lo más profesional que pude con él. Lo cual sabía que no sería nada fácil.