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1041 Palabras
Capítulo 1: La nueva yo: Actualidad. SAVONA. Me miro frente al espejo, no me reconocía ni un poco, empezando por mi cabello que antes era de un largo hermoso, ahora roza mi cuello solamente, ya no es marrón chocolate, sino n***o como la noche. Mi vestimenta también era diferente, llevaba un vestido ajustado a mi cuerpo con una cazadora americana encima de este, ambos era del mismo color, n***o. Mi maquillaje era muy sencillo excepto mis labios que eran de color rojo. Bajo mi mirada y observo los tacones que llevaba puesto, que eran negros igual que la ropa que llevaba, entonces me miro en el espejo, esta era la nuevo yo, la nueva Gillesse Wittenoom, la esposa del príncipe Elliot Wittenoom Hamilton, heredero de la corona de Savona. ¿Cómo pase de ser la amante de un guardaespaldas a ser la futura reina de un país? Si amante me refiero, porque nuestro amor gran parte lo vive a escondida con Ethan, ahora era libre de amar a un príncipe. Han pasado tres años desde que me case con el príncipe Elliot y a veces se siente como si hubiera sido ayer cuando conocí a Ethan Schmidt, ahora solo me quedan los recuerdos de aquello que vive, aquello que transformo mi vida en un tormento y dolor. -Gillesse – oigo que me llaman. Miro por el espejo, era mi esposo Elliot, un rubio alto y con buen cuerpo, sus ojos eran del color del mar y su piel blanca como la leche, su voz era gruesa y sexy. -Hola Elliot – lo saludo - ¿Todo bien? – le pregunto. Pensé que lo iba encontrar en salón principal como habíamos quedado. -Si mi princesa – me dice – Solo que alguien quería verte – dice. Lo miro un poco confundido ¿Quién podría ser? Entonces es cuando escucho esa dulce y encantadora vocecita. -Mama – me dicen. Entonces es cuando bajo mi mirada y veo que mi pequeña hija estaba abrazándolas. Margareth Francis Wittenoom Van der Briand, mi única y pequeña hija con Elliot, me entere de su espera dos meses después de haberme casado con su padre. Creemos que la concebimos en la noche de bodas. -Mi pequeña – le digo. Me agacho para abrazarla, ella con sus diminutos brazos lo hace igual, luego de un tiempo corto en que ambas estábamos abrazadas la miro. -¿Papa no se estaba portando bien? – le pregunto. Ella niega con su cabecita y me sonríe. -¡Margareth! – La llama su papa – Pensé que íbamos a tener un pequeño secreto entre los dos – dice. Noto que Elliot se encontraba a mi lado mirando a su hija, estaba de cuclillas. -No empiecen una pelea, que debemos ir al funeral de tu hermano mayor Elliot – le digo. Si mi esposo tenía un hermano mayor, el heredero a la corona, pero ahora lo era Elliot, el segundo en el linaje real. -Tienes razón, mama y papa nos esperan – me dice. Con eso me levanto del suelo y agarro a mi hija con mis brazos. Tenía todo para ser la persona más feliz aquí en Savona, todo lo que una vez soñé ¿No? Ser la futura reina, tener un esposo guapo y una hermosa hija. Sentía que tenía todo pero a la vez no, mi corazón sentía que algo faltaba o quizás alguien. -Por cierto Gillesse, tu hermano Dereck te llamo, dijo que era urgente que te comunicaras con el – me comunica Elliot. Era muy raro que Dereck me llamara con tanta urgencia, luego del velorio lo llamare para saber que desea mi hermano. Llegamos al salón principal, donde estaban, todos miraban atentos al nuevo heredero de la corona. Sentía que esta noche iba a ser larga.   FLASHBACK: Tres años antes. GENGENBACH. Salgo de la oficina que anteriormente era de mi padre y que ahora la usaba mi madre y mi hermano, sentía un nudo en mi estómago, tenía miedo y mucho, nunca en mi vida había sentido aquello. ¿Debía o no hacerlo? Era una decisión fuerte. -¿Está todo bien? – una pregunta que capta mi atención. Miro a la persona que tenía al frente y asiento, a pesar de que era mentira que todo estuviera. -Sabes que puedes hablar conmigo ¿Verdad? – me dice. Eso lo tenía muy claro, podía hablar con él, cuantas veces quisiera y él siempre me va a escuchar y ayudar. Pero esta vez sentía que nadie me podía ayudar. -Lo sé, para eso estamos – le respondo. Miro a mi hermano mayor, que me miraba un poco serio, quizás él no me crea del todo, pero debía mantener las apariencia hasta mañana por la mañana. -Ethan, te está esperando en el jardín – dice él. No pude oportunidad de responderle, porque en ese momento se dio media vuelta, me quedo pensando Ethan me esperaba en el jardín como habíamos quedado. No tenía valor para verlo ahora, simplemente no podía hacer esto, lo único que pasaba por mi mente en estos momento era subir a mi habitación y escribirle una carta. Miro el anillo de compromiso que él me dio, esto va a doler pero es por un bien mayor para ambos.   PRESENTE: Actualidad. SAVONA. Observo como todos les estaban dando el pésame a Korina de Wittenoom, la viuda de Deacon Wittenoom, el hermano de Elliot. Aun no se sabía que le había pasado al futuro rey de Savona. Simplemente escuche que Korina lo encontró sin signo vitales, tuvimos que agarrar el primer vuelo directo a la capital, ya que Elliot y yo nos encontrábamos en eventos de la familia real. Korina era una mujer sumamente hermosa, su piel blanca, cabello largo y n***o, sus facciones eran como de una muñeca de porcelana. Era delicada y alta. Era sin duda la esposa ideal y la reina que todo pueblo iba adorar, ellos no tenía hijos en común, apenas llevaban cuatro años de casados, creo que este era el año donde iba a ser papas. -Qué triste ¿No? – dice alguien a mi lado. Me volteo para ver quién es y me llevo una sorpresa no grata. -Hola querida hija – me dice como si nada. Trago fuerte como, frente a mi estaba la causante de mis tristes y rabia durante estos últimos tres años. -Madre – digo con una sonrisa forzada. Esto era lo que menos imaginaba que iba a suceder hoy. 
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