La habitación estaba sumida en un silencio opresivo, solo el eco de la traición es el único sonido en mi cabeza. Después de recibir la fotografía me había quedado en la habitación sin ver a nadie. Lucía llamó a mi puerta, pero no le abrí. En cambio, le hice saber que estaba cansada y prefería descansar. Ella no me creyó, pero sabiamente me dejó sola.
Sentada en el borde de la cama, iluminada únicamente por los rayos de la luna que se cuelan por mi ventana, miro con recelo el móvil que reposa sobre la mesa de noche y el cual contiene la imagen de Xander y yo besándonos. Una mezcla de confusión, rabia y algo de dolor amenazan con ahogarme por no ser capaz de recordar ese momento. Por más que fuerzo mi mente, no encontraba nada. Era como si estuviera frente a una puerta cerrada con llave. El
