Preámbulo
Preámbulo:
“El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas“
—Gabriel García Márquez—
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Flashback:
—Yo creo que debemos dejar esto hasta aquí—dije en un hilo de voz, imperceptible.
Él, tan guapo, tan imponente, tan hombre, camina hacía mí, con paso seguro, desbordando sensualidad e irá; esta enojado, haciendo a que yo retroceda hacía atrás, pegando mi espalda a la fría pared del pilar de concreto que yace en el jardín, la noche y la luna son testigos del escalofrío que corre en mi cuerpo, me toma de las muñecas y eleva mis brazos hacía arriba, golpeándome el rostro con su hálito mentolado…
—Llegaste a mi vida para jugar con mi corazón, ya lo sé todo, mi amor… Tú fuiste la que te enamoraste y yo resulte bancándote el mote que tan bien encajaba contigo… “La Player”—exclama con cierto dolor, pero con la fuerza que lo caracteriza.
Todo había empezado como un juego, el trabajo sucio de enredar al magnate en mis redes de seducción y luego romperle el corazón como lo hizo con su ex prometida. Cumplir esta vez con mi trabajo había sido difícil, siendo sincera, no podía olvidar el reguero de besos cálidos y la manera en que nos habíamos convertido en una sola piel.
La mansión de ese magnate había sido testigo de las veces que me había hecho mujer y de como caí en la trampa de lo que alguna vez cometí con éxito, dejando de ser una player, para convertirme en lo que siempre odie… El amor en la vida de un hombre caprichoso y poderoso.
Fin flashback.
(***)
¿A dónde ir cuando te duele el alma? ¿Quién está listo para una despedida? Pensando en todos los planes que habíamos hecho y ahora, ver rotas las esperanzas, los sueños y anhelos que tenía a su lado, dándole a todo mundo consejos de amor, era yo una clase de “Hitch”, mientras que mi vida amorosa era un mierdero, nunca imagine un otoño triste, porque me había vuelto dependiente, me había convertido en un desastre sin su “amor”.
Uno de los clásicos clichés rotos del romance había sido este, que Antonio me engañara con mi propia hermana, que los encontrará revolcándose en mi cama… Tenía la conciencia que Antonio era un mujeriego, y ni idea porque había yo caído en sus garras, más no en su cama, porque si algo tenía yo, era que creía fielmente en una boda, con un vestido blanco enorme y una iglesia inmensa viendo como le entregaba mi pureza de cuerpo y alma al hombre con quien me casaría.
Traté de olvidar, pero ese fue el error porque era una herida profunda, de esas que no sanan de la noche a la mañana.
Termine al otro día con ese idiota, me devolvió mi corazón en pedazos y yo, traté de pegarlo pedazo a pedazo, y ahí, en ese preciso momento, empezó mi dulce venganza con todos los hombres que hacían daño, teniendo a una, tres o cinco a la vez.
Lo superé al mes, no fue fácil, pero así fue el destino y salía de jangueo todos los viernes y regresaba a casa los lunes por la madrugada, mi madre no decía nada, para ella, era mejor que no hubieran regueros en casa y, así que decidí mudarme de país, respirar nuevos aires y trabajar en algo más, ya que, mi sueño era ser actriz o modelo.
Soy descendiente de italianos y madre puertorriqueña, heredé el cuerpo de mi madre, latino a más no poder, altura itálica de 1.74cm, cabello lacio n***o azabache, ojos grandes color avellana, piel canela suave, era sin duda una combinación hermosa y no es que sea narcisista, pero, soy una preciosidad.
Mucho tiempo le había hecho caso al corazón, pero con el rompimiento y juntar la plata para el pasaje a Italia, mi corazón se había convertido en un hotel, teniendo más cuartos que el de un motel, Antonio sólo veía desde lejos como había cambiado, y ya no deje que jugarán con mi corazón y más bien, yo era la que jugaba con el corazón de varios.
(***)
—¿no te cansas de la vida desordenada que llevas, Polly?—dijo mamá, mientras que me preparaba un buen arroz con habichuela, de esos que amaba para poder reiniciarme el día.
—Cuando me vaya a Italia con el abuelo, descansaras de mí, madre—comenté, rodando los ojos y tomándome una cerveza para el calor.
Yo soy Policarpía Vega, un nombre algo raro, pero me decían Polly, mientras que a mi me encantaba que me dijeran “Pola”, era más a mi estilo y me definía totalmente a lo que era y ejercía, dando paso al drama y a la futura carrera que quería formar en Milán, queriendo comerme el mundo de un mordisco y ser la reina de las perras en las pasarelas, o en dado caso, ser actriz de novelas para adultos o una especie de muñeca imponente en el mercado.
—No entiendo como tu abuelo aceptó esa loca idea de darte cobijo en su casa y su país.
—Má, esto no estuviera pasando, si “alguien no se hubiera metido con el novio de su hermana”—dije en voz alta, mientras Karime iba pasando frente a nosotras para tomar una manzana del frutero.
Esa no tenía ética ni moral, y, mi madre no había hecho nada ante esos dolores que esa mujer que aparentemente compartía lazos de sangre conmigo, y por eso, yo me largaba con el papá de mi papá… ¿Qué era de mi padre si nunca me reconoció? Pues fácil, había venido de vacaciones a una isla encantadora, teniendo una aventura con mi madre y de esa relación de dos años, totalmente clandestina, nacimos Karime y yo, y mi abuelo que es un pan de Dios, siempre velo por nosotras, aunque claro, me adoraba más a mí por ser la más chica y escribirle por correo todos los días festivos.
—Ya supera eso, Pola, fue un accidente y ya esta—expresó la cínica del año.
—Ahora le llamas accidente… ¡eres una zorra!
—¡Pola!
—¡Mamá!
Tome otra cerveza, llevándola a la habitación de huéspedes que había en la casa, ya que desde que encontré a esos asquerosos en mi cama, nada volvió a ser igual.
Los días pasaban, los meses igual, y yo aquí en PR, estaba creando la fama de ser una “player”, ya que trabajaba de mesera en «La Factoría», una de las mejores discos de Puerto Rico, conociendo a personalidades, hombres guapos y, ayudando a chicas a desmantelar la porquería de hombres que tenían a su lado, el ticket para el vuelo de Italia, lo había costeado gracias a los trabajos como engaña hombres, mostrar la porquería de seres que eran y librando a toda buena mujer a no caer en garras de esos depredadores, al igual como me pasó a mí.
Jair, Christian, Víctor y Jordi, eran mis amigos fieles, confiaba en hombres ya que sabía que estos iban a ser totalmente sinceros conmigo y no lo dudaba, ya que entre todos nos cuidábamos las espaldas.
Ellos eran los únicos que sabían de mi trabajo especial, y, aunque ellos no fueran así, había un código entre hombres, pero conmigo no habían códigos o secretos, así que, también eran arma de dos filos para mi encomendable deber; jugar con el corazón y las ganas de hombres mujeriegos.
—Esta noche la disco está a reventar—Dijo Víctor, mientras que Jordi y Christian animaban la noche en la barra, creando ilusionismo con los shots de tequila y bebidas multicolores.
Christian era el guardia de la entrada, por su porte atlético y musculoso, mientras que los meseros nos limitábamos en servir bebidas y Aveces, yo hacía mis shows en la barra, y también animando las habitaciones VIP bailando pole dance, o simplemente incitando a los hombres a caer en la trampa. Las mismas novias se pasaban mi contacto para ayudarlas a desmantelar todo el teatro que sus parejas les tenían montados.
Así fue como lo iba a conocer a él, sin saber que la vida me tenía preparada una broma de mal gusto, poniendo al límite mi juicio y el código que jure jamás romper.
(***)
—¡uff, que rica te ves en ese traje de cuero!—dijo uno de los hombres que me observaba bailar Earned it, viendo el espectáculo que le estaba ofreciendo.
Iba a acercarse a tocarme, y me causaba repulsión, aunque este tiempo me había acostumbrado a tolerar ese tipo de cosas por mi trabajo.
Dejé que se acercara y seguí moviéndome como solo yo sabía hacerlo y, dejándome el antifaz de gata que llevaba puesto.
—Sabes que puedo pagar por ti, darte todo lo que desees… sólo, déjame tocarte, hacerte mía está noche—Dijo con la baba afuera de su boca.
Estabamos en un hotel finísimo, así que al momento de él querer tocarme, tocaron la puerta de la suite y agradecí por eso.
—¡Ahora no, dije que no me molestaran!—grito, mientras trague grueso.
Volvieron a tocar la puerta más duro, yo sabía quién era, por supuesto que si sabía…
—No te muevas, conejita… ahora vendré a darte tu zanahoria—en tono asqueante para mis oídos.
En cuanto el tipo fue a abrir la puerta, era su futura esposa, junto a la madre del tipo, haciéndole tremendo aquelarre, mientras que los de seguridad del hotel empezaban a subir a la planta en la que estaba la suite.
Cómo pude me escabullí entre ellos, pero, afuera me esperaba la tía de la novia, con mi cheque en mano y quitándome del medio de esta situación.
Ese era mi trabajo, eso era ser una Player.
(***)
Era mi momento de partir hacía Roma, Italia. Mi abuelo me esperaba ansioso y mis amigos lloraban por qué me estaba yendo, dejando gran parte de mi vida aquí en Puerto Rico, pero ya no podía vivir aquí, y menos cuando todo lo malo me sucedía, y, con la fama que me andaba llevando, era mejor cambiar de aires y enterrar ese pasado que me atormentaba, el cuento horrible se me acababa y así, emigrar y hacer mi mejor versión de mi era lo que me motivaba a ser agradecida con mi trabajo, con ese papel de actriz, bailarina y mujer amante que me había dado la oportunidad de irme a una mejor vida.
No extrañaría a mi familia, aunque a mis amigos los consideraba como una jauría de perros que jamás me dejarían en paz, pero, por lo demás, no temía olvidar.
—Promete llamar en cuanto te instales, por favor—Dijo Jordi, el más apegado a mi.
—¡Claro amore! Cuídate mucho y trata de que esos otros tres no anden de perros por ahí—dije limpiando sus lágrimas y abrazándolo fuerte.
Me despedí de todos, no hizo falta que mi hiciera con mamá, ella sabía lo que estaba haciendo en defender a Karime, y yo empezaría una nueva vida…
(***)
Nunca pensé que iba a vivir esto, viajar en un avión, solo con una maleta porque sabía que aquí venía a triunfar, despegar de suelo latinoamericano para venir a suelo itálico, hasta las nubes eran diferentes en este lugar, diecisiete horas y treinta y cuatro minutos, había sido el lapso que cambiaría mi vida por completo, eso era el tiempo del vuelo, el tiempo que llevaba de estar metida en un avión, pero gozando de haberme desprendido de tanto.
Unas horas más tarde, tenía ganas de hacer chichi, así que fui al baño del avión, con miedo a que hubiera turbulencia y me fuera entre el baño del avión, pero, por error, llegué a primera clase, al momento de querer retirarme, alguien me tomó de la muñeca, y un grito de susto fue el que tuve que tragarme ya que era de noche y la mayoría dormía, no quise darme la vuelta para ver quien era, y como pude me despegue de ese agarre, me sitúe en el baño y luego regrese a mi lugar, esperando a tocar suelo italiano.
(***)
—¡Gracias por viajar con nosotros, feliz estadía!—Dijo la aromosa, mientras que todos salían del avión, y ya estaba harta de ver gente que no bajaba.
Al fin, pude bajar del gran pájaro de metal, mientras en una pancarta estaba escrito; «¡Bienvenida Pola!», con la única maleta que había llevado, corrí hacia los brazos de ese anciano adorable, el único que me profesaba amor puro y no me juzgaba, el único soporte que tenía después de lo que me había pasado.
Cuando me fije en mi brazo, mire mi muñeca y vi que no llevaba la única cadena que me había dejado papá de recuerdo, lo único que tenía para pensar en él y que amaba como quedaba en mi piel extraña.
Caminamos con él abuelo, pero, por seguir viendo mi muñeca, venía el imponente hombre que iba a llevarme a conocer el camino de la lujuria, la furia y ser una completa salvaje sólo con él.
Me tope con su torso duro como una roca, su fragancia polo entró en mis fosas nasales, dejando una deliciosa marca de propiedad en mí.
—Di, disculpe, en serio, perdón—exclame con mi torpe voz.
—Cosa dice? Stai più attenta, ragazza—expresó.
¿Qué carajo había dicho?
—Mille scuse e non ti preoccupare, ti coordinerai meglio l'altra settimana—Dijo mi abuelo, mientras me quede peor.
El tipo se acomodo el saco fino que llevaba, mientras que con el abuelo sólo vimos como se fue caminando como si fuese el dueño del mundo… ¡Vaya tarado! Dije refunfuñando, mientras el abuelo solo reía y me conducía al auto, camino a casa empezamos a hablar y diciéndome que tenía muchas sorpresas para mí, chillé de emoción y contemplando toda la estructura de la bella ciudad, pero sin quitar mi mente de ese guapo hombre egocéntrico que acabábamos de conocer.
Una mala broma y un juego de miradas, nos haría encajar demasiado bien…