Pov Lea
Tres días, tres malditos días pasaron y a la cretina de Oriana ni siquiera se le ocurrió aparecer.
Me evitó que toda costa, incluso en el estudio fingía que tenía demasiado trabajo. No entiendo su actitud.
Y es que eso me parecía bien, pero no era razón para abandonarme de aquella manera. También cabía la posibilidad de que este exagerando todo, pero ahora estoy incluso más sensible que otros días, si saben a lo que me refiero.
La había extrañado en casa, no me respondía los mensajes, ya comenzaba a molestarme por su actitud de mierda.
Jueves por la mañana y el día estaba tan caluroso que quería arrancarme la maldita camisa e ir a una piscina, pero no, tenía que trabajar y además debía llevar a Theo al jardín.
—Pórtate bien ¿Si? —acaricié su cabello—. Tamara te pasará a buscar mientras termino mi trabajo.
—Esta bien —me dijo con una media sonrisa—. Buenos días, Lea.
—¡Cuídate! —le grité en cuanto bajó del auto.
Lo esperé hasta que la señorita lo saludó e ingresó al jardín.
No me preocupaba que aún no me dijera tía, no quería presionarlo y sin dudas esperaría a que salga de él. Apenas me conocía.
Además habíamos avanzado mucho con su habla, ahora era más suelto para decir si quería algo, aunque claro, su confianza era mínima.
Por suerte Lizz era muy amable con él y lo había integrado al grupo de chicos, con ella de entendía muy bien. El jardín había sido una salvación, además de darme un poco de tiempo libre, también se encargaban de hacer que él se sintiera mejor.
Me detuve solo un momento para comprar tres cafés, necesitaba intentar sacarle información a Oriana. Esa zorra tenía que hablarme, no sé que mierda es lo que le pasa.
—Buen día —saludé a Normani con una sonrisa—. Esto es para vos.
—Buen día —ella levanta la mirada y me sonríe— ¿Cómo estás hoy? Te veo más animada. ¿Que tal Theo?
—Mejorando, es un buen niño —sonreí al recordarlo—. Es muy chiquito para estar tan feliz por ir al jardín.
—Es un milagro que él se haya adaptado tan rápido. Pero eso es bueno.
—Si, pensaba lo mismo. Está siendo difícil, pero también estoy aprendiendo a lidiar con todo esto.
—Perdón por preguntar, pero ¿Que sabes de tu hermana?
—No sé nada de ella aún, no dio señales de vida ni nada. ¿Pudiste llamar a la clínica?
—Intentaré comunicarme de nuevo y te avisaré. Por ahora tampoco sé nada.
—Gracias. Al menos quiero asegurarme de que está allí —hago una mueca—. No digas nada, soy una idiota por tener esperanzas, pero al menos quiero pensar que no mintió.
—Mas allá de eso, creo que tendremos un gran problema con él.
—Lo sé. No puedo dejar que se lo lleve de esa manera. Mientras averiguo que es lo que pasa, necesito encargarme lo mejor que pueda de Theo.
—Nosotras estamos para ayudarte —me asegura con una sonrisa.
—Lo sé. Ustedes siempre están. Menos Oriana, que desapareció toda la semana ¿Donde está la cretina?
—En su oficina —comencé a caminar mientras seguía escuchando escuchando su voz—. Pero está ocupada.
Abrí la puerta lentamente mientras oía la voz de alguien. Su oficina es bastante amplia como para no verlas dese ese ángulo, pero sabía que era una mujer.
—No entiendo porque estas extraña conmigo. Nos hemos besado, pero no quiero casarme con vos Oriana.
¿Se habían besado? ¿Qué?
Reconocí la voz de Karla y luego la risa suave de Oriana. Ellas están teniendo un momento íntimo y se supone que no debería estar espiando.
Quiera o no, no puedo dejar de hacerlo. Necesito saber que es lo que está pasando. Se supone que habíamos arreglado las cosas con Oriana y aclaramos el asunto de esa noche.
Me pongo a pensar que es lo que sucedió al otro día. Ella a pesar de estar más callada de lo normal no actuó tan rara como la noche anterior, aunque después de desayunar casi corrió a su casa con la excusa de que necesitaba estar en su cama.
—No estoy así contigo —susurró Oriana.
Ambas se movieron y ahora Oriana estaba apoyando su trasero en el escritorio. La chica se acercó más cuando mí mejor amiga le regaló una sonrisa.
—¿No?
—Shhh. Acércate.
Mí corazón comenzó a bombear con nerviosismo mientras veía todo aquello. Jamás me había gustado ser tan chismosa con las conversaciones ajenas.
Levanté la vista y Oriana la tenía tomada de la cintura, debía salir de ahí rápido antes de que...
¡Mierda!
El café cayó sobre mi brazo y terminé tirando ambos al suelo, no podía dejar de caminar de un lado a otro intentando que el ardor desaparezca.
Esto había sido incluso peor a que me descubrieran espiandolas. La piel me ardía y sentía que me iba a poner a llorar en cualquier momento.
—¿Lea? ¿Que te pasó? —Oriana apareció detrás de mí mientras intentaba alcanzarme.
No podía dejar de caminar mientras todos preguntaban que había ocurrido. Incluso Normani intentó ayudarme pero no quería nada de eso.
Oriana apoyó su mano en la cintura y de la desesperación me alejé de su lado.
—¡No te acerques!
Trato de caminar lo más rápido posible hacíamos despacho, los zapatos impiden que tenga más velocidad pero no me quejo cuando llego al baño y abro el grifo del agua para dejar mí brazo allí.
Me arde como la mismísima mierda, quiero llorar.
—¿Te encuentras bien?
—Es mejor que te vayas, Oriana —le respondo de mal humor.
—¿Porque me tratas mal? —ella lanza una risita por lo bajo y eso me pone todavía peor.
—¡Dios! —gruño al sentir como mí mano vuelve a arder cuando intento sacarla debajo del agua.
—¿Dejas que te ayude? —puedo ver por el rabillo de mí ojo como ella se apoya contra el umbral
—No.
—Normani fue por una crema.
—Bien por Normani —gruño.
—¿Ahora estás enojada conmigo? —me río sin gracia, ella está siendo muy hipócrita ahora mismo.
—No tengo ganas de lidiar con tu mierda. Si querés jugar con alguien, trata de no elegirme.
—¿Que? —pongo los ojos en blanco — ¿Ahora que se supone que te hice?
—¿Hacerme? ¡Nada! —resoplo—. Mejor volvé a tus cosas, déjame en paz.
Ninguna dijo nada por los próximos minutos. No tenía otra opción que quedarme allí, al menos hasta que Normani vuelva con la crema.
Oriana se mantuvo en silencio y solo me miraba mientras estaba allí, aunque por supuesto, la notaba por el rabillo de mí ojo y no porque la mirara directamente.
Normani llegó para cortar la tensión, ella nos miró a ambas e hizo una mueca.
—Te dejo la crema en el escritorio, deberías aplicarla ahora —dice ella—. Si necesitas algo me llamas, no quería ser testigo de un asesinato mientras tanto —murmura esto último antes de retirarse.
No le respondo por el simple hecho de que Normani no tiene nada que ver en esto.
Cierro el grifo y comienzo a caminar hacia el escritorio con la intensión de tomar la crema que mí amiga dejó, pero al parecer Oriana quiere joderme la mañana porque se adelanta y la agarra.
—Déjame ayudar —dice con voz tranquila.
—No.
—Lea, no te comportes así conmigo. Deja de ser tan cabeza dura y deja que te cure.
Sacó la tapa de la crema y puse los ojos en blanco para luego sentarme en la silla y apoyar mi brazo sobre el escritorio. Sabía que no tenía otra opción, discutir con ella no era salgo que tenía ganas de continuar.
Un escalofrío recorrió por mi cuerpo cuando sentí su cálida mano tomar la mía para comenzar a pasar la crema por la irritación.
¿Que es lo que me está pasando?
—Estaba muy caliente —murmura ella mientras mira con concentración la quemadura
—Si, era café —respondo con obviedad. Ella me mira y resopla.
—Esta bien, creo que estás de malas hoy.
No digo nada y ella tampoco, solo se limita a tratar de ser lo más suave posible cuando unta la crema en la parte quemada.
Se arrodilla en el suelo y abro mis piernas automáticamente, dejando un espacio para que ella se quedara ahí.
Ella se toma en serio el hecho de que prácticamente estoy llorando del dolor y casi no siento su toque.
Trato de no pensar en el ardor de mí brazo y me distraigo con sus ojos. Ella tiene las largas pestañas negras que fácilmente son envidiables.
Entonces me quedo pensando en ella, como si fuera una maldita locura. Suficiente tengo con pensar en ella cusnfoe drot lejos,
—¿Estás saliendo con ella? —pregunté evitando sus ojos
—¿Con Karla? —afirmo con un leve sonido de mí garganta—. No, solo nos hemos visto la otra noche.
—Y ya se besaron —ella me mira y arruga las cejas.
—¿Porque lo dices así?
—¿Así como?
—Enojada....
—No estoy enojada, solo.... ¿Porque no me lo contaste?
—Porque... no es importante.. no ha pasado nada más que eso.
Su mirada bajó y miré como volvía a meter dos de sus dedos dentro de la crema y cuando creí que había sido suficiente ella llevó su mano hasta mi muslo, frotando la piel.
Estoy empeorando y creo que necesito tomar un poco de aire. Lo más lejos de ella posible.
—¿Que haces? —pregunto intentando que mi voz no fallara
—Te has quemado...tienes rojo.
Bajé la vista y noté que era cierto, así que solo me limité a sentir su tacto contra mi piel mientras evitaba que un suspiro se escapara de mis labios.
¿Que mierda estaba pasando?
Había dormido con Oriana en la cama cientos de veces y jamás me ocurrió algo igual. ¿Porque ahora?
Me estabas matando la manera suave en la que me acariciaba. Esto no es normal, se supone que solo está intentando curar mí quemadura.
Abrí los ojos cuando dejé de sentir su mano y la encontré observándome. Ninguna de las dos dijo nada por algunos segundos.
—¿Estás bien? —susurró
—Si —respondí de la misma manera.
—¿Me decís que es lo que pasa?
Doy un largo suspiro y pienso que debería responder. Ya no tengo ánimos de discutir con ella, la adrenalina había bajado y ahora solo quiero ir a casa y que cada uno haga lo que quiera.
—Estoy un poco estresada, es todo.
—¿Pasó algo con Theo?
—No. Él está bien.
—¿Y que te preocupa?
—Nada, cosas —suspiro—. Gracias por la crema. Tengo que ponerme a trabajar.
—¿Y ahora me estás echando? ¿Porque?
—No es eso. Sino que las dos tenemos que hacer cosas.
—Si, ya lo sé. Pero primero quería saber algo.
—¿Que cosa?
—¿Porque estabas por ir a mi oficina?
—Yo...iba a llevarte un café. Eso es todo —respondo mientras muerdo mí labio inferior.
Levantó su ceja con una media sonrisa y asintió. No sé que está pasando por su mente pero ella se queda en silencio.
Se pone de pie, deja la crema sobre el escritorio y comienza a alizar su pantalón n***o.
—¿Desayunaste? —pregunta ella.
—Estaba por tomar un café. ¿Porqué?
—Te traigo uno —relamo mis labios cuando la veo morder los suyos.
—Dejé el mío en el escritorio de Normani. Pero gracias —ella asiente y peina su cabello.
—Tengo que seguir con un caso ¿Te veo después?
—¿Cenamos juntas esta noche?
—No puedo...yo tengo planes...
—Con Karla —sonrío de lado y asiento—. No importa Oriana.
—Perdoname Lee.. yo...
—Cierra la puerta cuando salgas, necesito privacidad.
Acomodo la silla contra el escritorio y abro el cajón para comenzar a sacar algunas carpetas que tengo pendientes. De Oriana solo escucho un pesado suspiro y luego sus zapatos sobre el suelo, alejándose.
Estúpida Oriana.
Estúpida Karla. Ahora ya no podía tener planes con Oriana ¿Desde cuándo rechazaba uno?
Puedo entender que ella esté saliendo o no con alguien, pero no tolero el hecho de que ahora me deje de lado. Mierda, soy su mejor amiga de toda la vida, no creo que me merezca esto.
Cómo si fuera poco desaparece porque se lo dije, esta chica es increíble. La única que apareció unos cinco minutos más tarde fue Normani, que trajo mí café.
—¿Quieres decirme la causa de tu mal humor?
—Es porque me quemé ¿Hay otra razón?
—No lo sé, eso es lo que quisiera saber. Especialmente después de que te quedaste pegada en la puerta de la oficina escuchando lo que ellas estaban hablando.
—¿Y que se supone que haga? —gruño—. La idiota de tu amiga no me cuenta nada y tengo que encontrar la manera de enterarme por mis propios medios. ¿Sabías que ellas se besaron?
—Si. Las he visto en la fiesta ¿Porque? —Normani levanta la ceja.
—¿En la fiesta? ¿Que fiesta?
—Cuando salimos con Isabella y su amiga.
—¿Cuando ella volvió a casa borracha?
—Si, ese día.
—Bien —gruño—. ¿Que reuniones tengo para dentro de un rato?
Normani se quedó mirándome por unos breves segundos antes de aclarar su garganta y fijarse en la agenda.
Ella sabía que no quería hablar más del asunto, por eso tampoco insistió.
La mañana pasó rápido con tanto trabajo, casi estaba al día con respecto a mis vacaciones improvisadas.
Cerca del mediodía termino las reuniones pendientes y los documentos para conducir hacia el jardín de Theo e ir por él.
Quizás no está allí las mismas horas en las que tendría que estar trabajando, pero tampoco quiero dejarlo en ese lugar todo el día.
Había planeado con Normani trabajar hasta la una de la tarde lo que más pudiera y después de las cinco podría volver a ponerme dos reuniones para atender. Eme se tiempo en donde estaría ocupada por al menos unas tres horas más, Tamara se ofreció para cuidarlo en su casa.
No me parecía una mala idea porque se entretenía mucho con Lizz y pasaba un buen rato.
Me había acostumbrado a su compañía, era un niño maravilloso y aunque notaba que aún no se terminaba de soltar del todo sabía que estaba ganando su confianza de a poco.
Estaciono fuera del jardín y me quedo esperando al igual que todas las madres que están allí. Una mano se posa en mí hombro y cuando giro me encuentro con ella.
—Ya sos toda una madre —bromea ella mientras se cruza de brazos y me mira.
—Algo así —me río—. ¿Cómo fueron las clases?
—Estresantes, pero buenas. Necesito estar en casa y dormir un poco.
Tamara era profesora de economía en la UBA, ella trabajaba hasta el mediodía y luego se ocupaba de Lizz. Yo no entendía todo el esfuerzo que hacía hasta ahora.
—Me muero de sueño. Siento que cuidar a un niño es mucho peor que estar doce horas en la oficina.
—Eso es cansancio mental —se ríe—. Pero el lado bueno es que ahora estás un poco más en tu casa.
—Si, eso es cierto. No recordaba estar en mí cama cuando aún es de día.
—Siempre te dije que trabajabas demasiado.
—Y me encanta, pero ahora siento que estoy viviendo un poco más. ¿No te pasa?
—Me pasó cuando tuve a Lizz. También trabajaba todo el día. Aunque lo mío fue peor, las primeras noches no dormí.
—Por eso le agradezco a mí hermana que no me lo haya traído recién nacido —bromeo y ella me mira para después reír.
—Eso hubiera sido mucho peor. Al menos ahora habla y hace algunas cosas por su cuenta —murmura cuando ve que el portón principal se abre y los chicos comienzan a salir.
Es hasta graciosa ver mí etapa de madre soltera ahora mismo y, pero no me quejo. Hay algunas madres jóvenes muy hermosas, quizás es la mejor parte de cuando voy a buscar a Theo.
Por cierto, una chica de mí edad o cerca, es la que se queda mirándome y sonríe mientras toma la mano de su hijo para comenzar a irse.
Noe s que yo sea una tipa profesional con esto, pero ella tiene pinta de tener un esposo y un gran clóset.
—Hola bebé —le digo cuando él llega hacia mi— ¿Cómo te fue?
—Bien.
—¡Hola tía! —Lizz llega corriendo y me abraza, ella me deja un beso en la mejilla cuando me agacho a su altura—. No quiero ir a casa mamá.
—¿Cómo que no? —Tamara se ríe y me mira.
—Quiero jugar con él. ¿Puedo?
—La tía tiene que descanse un rato. Después de eso Theo vendrá a casa como todos los días ¿Te acordás?
—¿Y podemos jugar?
—Si, amor. Pueden jugar todo lo que quieran, pero después de dormir las siesta.
—Mas tarde nos vemos, Lizz —le aseguro— ¿Vos querés ir a jugar? —pregunto mirando a Theo.
—Si, con los dinosaurios.
—Bueno, con los dinosaurios. Ahora vamos a casa y más tarde vamos a ver a las chicas ¿Te parece?
—Bueno —murmura
—Saluda a las dos y vamos al auto.
Debo confesar de que el me sorprende al ser tan educado y me despierta mucha curiosidad saber cómo es que mí hermana lo crío en estos años.
Hasta antes de que todo esto pasara podría decir que creía que ella podría ser la mejor madre del mundo, pero después de ver todo lo que sucedió sinceramente no sé que pensar.
Me da pena solo imaginar el ambiente o la forma en la que él estuvo metido este tiempo. Y estuve pensando mucho sobre la posibilidad de que ella realmente no sea una drogadicta, pero tenía que ser realista y admitirlo.
Mí hermana tranquilamente pudo haberlo dejado ya descuidado por la droga y los excesos y no hay cosa que agradezca más en este momento a que me lo haya traído antes de que todo sea demasiado tarde.
Había notado pequeñas actitudes de él, como que se sorprenda por permitirle mirar el televisor, pedir para comer galletas o que fácilmente le gustaba ir a bañarse. No quiero llorar frente a él mientras pienso que quizás ni siquiera tuvo un baño real o un lugar limpio dónde jugar.
No sé dónde ni como esté viviendo Ana, pero a pesar de que estoy demasiado enojada con ella como para mandarla a la mierda, necesito que se asegure de estar bien. Si es en rehabilitación mucho mejor, pero sino también puede venir a casa.
No me cabe en la cabeza como es que su novio de mierda termino llevando hacia ese camino, pero todavía no era tarde. Necesitaba saber dónde estaba, esto no podía seguir así.
Trato de sacar todos los malos pensamientos una vez que llegamos a casa y dejo mí bolso en el mueble de la entrada.
—¿Me ayudas a poner la mesa? —le preguntó mientras me quito los zapatos y veo como él estaba a punto de irse al sillón.
—Si —me responde con gracia.
En el camino compramos un pollo a la parilla que es exquisito. Theo lo había probado hace unos días, entonces estaba contento de poder disfrutarlo de nuevo.
—¿Cómo te fue en el jardín? ¿Que hicieron?
—Bailamos —responde mientras sube con dificultad a la silla ya que tienen su pequeño vaso de plástico y también su plato.
—¿En serio? ¡Wow! —me río al ver que él pone la cosas al revés— ¿Y que bailaron? —le ofrezco un individual mientras que se arrodilla en la silla y trata de poner las cosas en su lugar.
—Hay una canción que es del canguro —él me mira con sus labios fruncidos mientras esconde una sonrisa— ¿Puedo enseñarte después?
—Soy muy mala bailando, pero lo intentaremos. Por cierto ¿Te gusta bailar?
—Si. La seño nos enseña cosas y me gusta bailar.
—¿Y cantas?
—Si, también.
—¿No te gustaría tener un micrófono? —él abre los ojos y sonríe.
—¿Cómo?
—Hay unos que son para niños, podrías tener uno más tarde...
—¡Si!
—Bueno, pero deberíamos comer todo la comida ¿Si? —él asiente—. Podemos poner dibujitos y dormir un rato la siesta.
—No me gusta la siesta.
—Podemos intentarlo —insisto.
Tamara me aconsejó tratar de hablar más con él, aunque sea de cosas al azar o tonterías. La primer semana la pasamos caos ignorándonos ambos porque no sabíamos que decir , ni que hacer. Ahora las cosas estaban un poco mejor, él era un hablador de primera, sobre todo con Lizz .
—¿Y Oriana?
Debo decir que me sorprendió el hecho de que él esté preguntando por mí mejor amiga, pero allí estaba, esperando una respuesta.
Oriana y él conectaron fácilmente desde el primer día, podía entender que esté curioso por saber porqué ella no venía desde hace días.
—Está en el trabajo. ¿Porque? ¿Querés verla? —asiente—. Quizás va a la casa de Lizz más tarde.
—Bueno, está bien.
Él no reprochó nada y comió toda la comida como le dije. A veces veo a tantos niños caprichosos y que se portan mal, que cuando veo a Theo tan tranquilo tengo ganas de llorar por el milagro.
Me quedé dormida en el sillón mientras él miraba los dibujitos, aunque cerca de las cuatro me tuve que despertar para darme una ducha, tenía una reunión con Normani en el café para coordinar algunas cosas y de paso llevaba a Theo a la casa de Lizz por un rato.
—Canceló la reunión, así que tenés la tarde libre —dice ella mientras le da un sorbo a su café.
—Hace años que no tengo toda mí tarde libre —suspiro— ¿Para cuando le diste la cita?
—Para el miércoles, porque el mates tenemos el juicio de Reisentader.
—Si, mejor. Necesito...
Mis ojos se van hacia la puerta del café, Oriana estaba entrando con Karla mientras que ambas hablaban y reían de algo.
—Carajo —gruño.
—¿Que sucede? —preguntó Normani
—¿Oriana ahora nos rechaza todas las invitaciones para venir con su nueva "Amiga"? —dije haciendo comillas con mis dedos.
Normani le envío un mensaje más temprano para decirle que viniera con nosotras a tomar un café, a lo que Oriana le respondió que no podía.
Ella volteó a mirar hacia donde estaba apuntando con mi mirada y comenzó a reír bajito mientras negaba con su cabeza.
—Al parecer están saliendo ¿No crees? —dice con un tono divertido
—No entiendo porqué se convirtió en una estúpida.
—Es la emoción del momento, no debes tomarlo tan personal.
—¿De que lado estas? —dije mirándola mal
—Del mio —ella se ríe.
—Bien.
—¿Y porque te interesa la "pareja" de Oriana? —me acusa con sus ojos.
—Porque me ha estado evitando hace más de una maldita semana Normani. Creí que los amigos eran más importante que cualquier cogida.
—No creo que sea por eso, pero entiendo tu punto —levanta ambas cejas.—. aunque es raro...
—¿Que cosa?
—¿Estas celosa?
—¡Claro que lo estoy! Mi mejor amiga ya no quiere pasar tiempo conmigo por estar cogiendo con esa tipa. Esto es una mierda Normani, he salido con personas y sin embargo jamás las dejé de lado.
—¿Y porque no se lo dices?
—Como si le importara. ¡Ni siquiera desayunamos juntas! —gruño—. A ella ni siquiera le importó.
—¡Hey! Yo desayuno contigo, no seas mala conmigo.
—Sabes que no lo digo por vos. El asunto es que ella...
—Hola chicas —la voz de Oriana nos interrumpió
—Hey Ori —sonrió Normani— ¿Que haces?
—¿Podemos sentarnos con ustedes?
—Yo tengo que irme en unos minutos —fingí mirar la hora de mi reloj—. Pero pueden sentarse.
Oriana solo me quedó mirando y luego le sonrió a Karla para sentarse a nuestro lado. Su mano se apoyó sobre mi muslo como solía hacerlo siempre, con la diferencia que ahora me estaba molestando demasiado.
No entiendo porqué la trae a la mesa, esta tipa no tiene nada que ver con nosotras.
—¿A donde tienes que ir Lea?
¿LEA?
¿Lea?
—Tengo que ir a buscar a Theo —respondo sin mirarla.
—¿Hola? —levanté la vista para mirar a Normani que estaba con su celular —¿Ahora? Está bien. Llego en 15 minutos.
No sé en qué momento ella comenzó a hablar por teléfono, pero sé que va a dejarme sola cuando corta la llamada.
—¿Está todo bien? —le pregunté cuando dejó el celular sobre la mesa.
—Si, pero debo irme Lee. Lo siento —dijo mirándonos a todos, sobre todo a mi, que le suplicaba con la mirada que no me deje sola con ellas.
Normani nos saludó a todas y se fue, dejando un incómodo silencio entre las tres. Me quedé tomando el café sin decir nada, ni tampoco miraba a Oriana, aunque ella intentaba mantener una conversación conmigo.
—Siento tener que dejarlas chicas, pero mi sobrino me espera.
Mi celular sonó justo cuando me estaba por levantar de la mesa. Tamara apareció en la pantalla y por un segundo me asusté de que haya pasado algo.
—¿Tami? ¿Está todo bien?
—Si. Solo llamaba para decirte que Theo quería venir a buscar un muñeco al departamento. Estamos los tres por entrar, para que sepas.
—¿Cual? ¿El dinosaurio azul?
—Si ese. Después te cuento bien, pero sucedió algo y tuve que venir.
—Si, sé qué pasó. No te preocupes, sube a casa que ahora voy. ¿Él está llorando?
—No, ahora no. ¿Mí hermana está ahí?
—Si. ¿Porqué?
—¿Me la podes pasar?
—Te odio.
Le ofrecí mi celular a Oriana y ella me miró sin entender pero lo agarró de todas maneras. Tamara terminó logrando que rompa la sequía con hablarle directamente.
—¿Tiene que ser ahora? Bueno...ahora vamos para allá
—¿Tenes que irte? —preguntó Karla con una sonrisita estúpida
—Si, pero puedes venir...
—No. Voy a mi casa porque tengo que ir a trabajar, pero podemos vernos en la noche —dijo con un guiño.
—Te envío un mensaje —sonrió.
Esto fue mucho más rápido de lo que creí.
Karla nos dió un beso en la mejilla a cada una y luego se fue. ¿Porque le había dado un beso en la mejilla? Bueno, aunque pensándolo bien, mejor que no presencié otro beso de ellas.
Tomé las llaves de mi auto y luego de pagar la cuenta comencé a caminar hacia la salida sabiendo que Oriana me estaba siguiendo los pasos. Se que ella no ha traído su auto porque no está por allí, por lo que es mí oportunidad para joderlos un poco.
Ella subió dando un largo suspiro pero no dijo nada en todo el camino. Creo que se enojó conmigo, pero ni siquiera tiene sentido.
—¿Podes decirme que mierda te pasa? —preguntó cuando estacionamos
—¿Porque?
—Porque te has comportado como una imbécil hoy con Karla y porque me has estado tratando así desde hace días. No te entiendo.
—¿Te importa siquiera?
—¿Porque no? ¡Sino no te preguntaría!
—Piensa que hiciste y ahí tendrás la respuesta
—¿Que hice? —bufó—. Ni siquiera te hice nada, esto no tienen sentido.
—Imaginé que esa sería tu repuesta. Se ve que ahora te importa todo una mierda.
—Estuve ocupada Lee...
—¿Si? —reí—¿Para Karla estabas ocupada o ahora es tan importante en tu vida que puedes hacerle un espacio?
—No te pongas en ese plan.
—¿Cuando te he ignorado por estar cogiendo con alguien? —la miré a los ojos por primera vez en la conversación.
—No te ignoré.
—No quiero que me hables más.
—Espera —me tomó del brazo para que no bajara—. No quiero pelear, Lee.
—¿Ahora soy Lee?
—Porfa —dijo mirándome con sus enormes ojos—. Lo siento, no quise hacerte sentir de esa manera.
—Ya sé porque me ignoras —froto mí rostro y río sarcásticamente— ¿Es porque no te di ese estúpido beso?