ARIANA El bullicio de la estación de tren apenas existía para mí en ese momento. Mi mirada estaba fija en Noah. Habían pasado años desde la última vez que nos vimos, pero el tiempo no le había robado ni una pizca de su esencia. Su cabello, antes de un tono castaño más apagado, ahora era de un rojo vibrante, resaltando su piel clara y esos ojos llenos de chispa. Se veía más alto, más fuerte, y ante mis ojos mucho más atractivo. Mi corazón malherido me estaba traicionando. Este dio un vuelco en mi pecho al ver sus labios mostraron una sonrisa, se acercó a mí hasta quedar centímetros de distancia. —¡Pequeña traviesa! —exclamó con esa voz grave que de alguna manera me hizo sentir algo completamente desconocido. Antes de que pudiera reaccionar, sus brazos me envolvieron en un cálido abr

