Capítulo XII

1004 Palabras
Desde hace un par de horas que tuve aquella singular conversación con Dante no lo he visto, ni siquiera sabía si estaba bien o no pero lo ideal era dejar de pensar esa clase de cosas, él tenía una relación con esa chica de la enfermería mientras que yo tenía que cumplir con un deber que no solo se esta volviendo mi asunto sino que estoy llevando a mi propio hermano conmigo, sabía que no es del todo una buena idea pero la última vez que hice algo sola por poco muero en manos de un demonio que no tengo ni la más mínima idea de como llevo hasta este mundo. Es más que evidente que no soy del agrado de muchos no solos para las entidades griegas sino que para las tinieblas tampoco, no único que no entendía de todo esto es el simple hecho de que ni siquiera yo tengo la culpa de haber sido el resultado de un romance prohibido que trajo tanto problemas, sino todo lo contrario. Sería más fácil si fuera una semidiosa común y corriente así como lo es Caín o Dante, tal vez de esa manera mi vida no correría peligro sin que supiera a ciencia cierta el verdadero motivo. No obstante, en este momento lo más importante era el poder escaparme con mi hermano para ir juntos a buscar ésas dichas respuestas a todo este enredo que ocurre a mi alrededor, cabe destacar que Charlotte ira puesto que se negó rotundamente a dejarnos solos. El reloj marcaba las siete de la noche, el día de hoy había reunión así que a las diez sería la hora perfecta, por un momento pasó por mi cabeza usar la transportación pero al se más de dos personas era un poco complicado para mí, por el hecho que no controló al cien por ciento mis habilidades angelicales y también se encuentra la variable que ellos no conocen la otra mitad de mi ser. El frío calaba mis huesos aquella noche en particular no había luna llena, pues el clima se encontraba nublado, mi hermano había salido a buscar a Charlotte en su habitación, mientras que terminaba de guardar lo necesario; no supe en que momento sucedió pero de mis labios se escapó un pequeño sollozo, al recordar que vería a mi madre después de tres meses, realmente espero que se encuentre bien, que no me deteste por haberme ido con mi padre en vez de seguir con ella en ese lugar. Sin embargo, sentí una presencia que acababa de llegar a mi habitación, una que en particular conocía bien, y no pensé que viniera a buscarme. Solo fueron segundos para sentir unos brazos me sujetaron por detrás provocando que parará mis movimientos, no podía creerlo pero aquí estaba él abrazándome como sino quiera soltarme o mucho menos dejarme ir, posicione las cosas a un lado, sintiendo como su cabeza se a recostaba en mi columna vertebral, esta situación me sorprendió tanto porque nunca antes he estado así con alguien y menos del sexo opuesto. —Dante...—susurré, mordiendo mi labio inferior, mientras mis manos se pasaron sobre las suyas que estaban alrededor de mi abdomen. —Hice lo que hablamos pasé todo el día con Sarah pero...—su voz con cada palabra iba bajando el volumen hasta llegar a un susurro. —Yo quiero ir contigo, quiero cuidarte y sacarte de los problemas ...—agrego, provocando que mordiera mi labio inferior por culpa del remolino en mi estómago, no esperé que dijera aquellas palabras, ya me había hecho a la idea que él tenía una relación pero una vez más me sorprende sus acciones. —Dante, eres mio Ángelus di la guarda—respondí, dando la vuelta sobre mi eje y así mirarlo aquellos ojos oscuros como la misma noche. —Dante...—susurre, para involuntariamente morderme el labio inferior. Me dí la vuelta para enfrentarlo, pero sólo con verle aquellos oscuros ojos tan cautivadores perdiéndome por un segundo. Trayéndome de regreso sentir su tacto frío de sus labios sobre mi frente, enterneciendome aquella acción. Sin embargo, sus labios bajaron hasta que quedaron a unos pocos centímetros de los míos. Por un segundo pude sentir un pequeño pero audible susurro en mi oído diciendo. "No cometas el mismo error de tu madre, tú debes acabar con ellos" Aquella voz era un poco oscuro como sí fuera de algún ser de las tinieblas. Pero eso no impidió el hecho de que nuestros labios se rozaran simplemente fue perfecto, porque él se retiró negando con la cabeza mientras en sus labios llevaba una sonrisa traviesa, alejándose de mi lado para ir a donde estaba un poco oscuro en la habitación, no tenía ni idea de que estaba planeando el hijo de la entidad rey del inframundo griego pero por su forma de mirarme era realmente extraña, tal vez le daba gracia. Sólo como respuesta hice un puchero como niña pequeña, cruzando los brazos sobre mi pecho. —Luznell, aún no...— comento, moviendo su dedo índice en desaprobación aún manteniendo ésa sonrisa en los labios. —¡Eres un hijo de ...!—exclamé para quedarme callada al final, pues la carcajada que él dejó escapar era una de las más hermosas que he escuchado en mi vida provocando que yo también riera; ahora sí me sentía feliz al tenerlo apoyándome en esta locura que el destino tiene planeado para mí. —Hermanita, es hora de irnos...— la voz de Caín nos hizo salir de aquél momento para traernos de vuelta a la realidad. —Eres un aguafiestas, pecesito—bufo molestó el hijo de Hades, mientras yo termine de acomodar mi bolso. —¡Que sorpresa, Dante!—exclamo mi hermano, provocando un gruñido por parte del mencionado. —No lo hago por ti, sino por ella...—respondió a regañadientes, mientras que guardaba las manos entre los bolsillos de la chaqueta oscura que llevaba puesta. —Vamos, chicos es momento de enfrentarme a mi destino... Continuará...
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR