Capítulo IX

1001 Palabras
—Lo lamento Azarel pero yo no voy a participar en esto...—Comenté, dando media vuelta para volver hacía la residencia Olimpus y dar un paseo con mi nuevo hermano por todo el lugar al igual que explorar juntos. —Tu abuelo se equivocó contigo, no eres digna de ser descendiente de un arcángel —escupió con molestia el ser. Eso me hizo parar en seco el movimiento suave que tenía en mi andar, o había escuchado mal o estoy alucinando ya, porque de los labios de aquel chico salió la palabra ¿Abuelo?... Me giré rápido para buscar una respuesta a esa gran duda que tenía en mi cabeza en ese momento. No obstante, me lleve la gran sorpresa que el chico se espumo sin dejar ningún rastro de haber estado allí, por lo tanto solo me quedaba la última opción que era el localizarlo por medio de la energía puesto que necesitaba respuestas porque el gusano de la curiosidad me carcomía desde lo más profundo de mi cabeza. —Abuelo...—susurré, llevando una de mis manos a mi frente, esta empezó a doler un poco. —¿Te encuentras bien? —preguntó alguien a mi espalda. Reconocí la voz de inmediato, solo sonreí mientras asentía dando de esta manera un giro sobre mis talones para observar a mi hermano allí parado con una expresión de preocupación, solo me acerque para darle un abrazo, realmente... ¿no soy digna de ser una descendiente de alguien como supuestamente lo es mi abuelo?... eso había sido un golpe bajo porque me dolió, no de manera literal pero si causo un quiebre en mi ser. —¿Caín, no soy digna? —le pregunté, escondiendo la cabeza entre su pecho, estaba luchando en ese momento para no llorar. —¿Digna? ¿Por qué dices eso? —En el tono de voz se le nota lo confundido que se encontraba con mis palabras. No respondí nada más solo dejé que unas cuantas lagrimas se me escaparan sin poder controlarlas, sintiendo la suave caricias de las manos de Caín sobre mi cabello tratando de calmarme no mencionando nada más sobre ese tema debido a que a fin de cuenta él no sabe la verdad de mi otra mitad. —Sabes, que de ahora en adelante me tienes a mí...—susurró mi hermano, separándome un poco para limpiar mis lágrimas con sus manos y después darme un suave beso sobre la frente. Realmente ese momento me sentí muy tranquila puesto que ahora si conocía lo que era el amor de un hermano mayor, fue inevitable no dejar al descubierto una gran sonrisa en los labios, Caín era un chico increíble en todo los aspecto, además de ser muy bueno en combate, es cariñoso y dulce conmigo siempre estaba allí apoyándome en los entrenamientos de combates y también en los que me explicaban como usar mis habilidades heredadas por mi progenitor divino. Por otra parte Charlotte también ha sido una pieza fundamental en mi adaptación en ese lugar, dado que sus libros de hechizaría me han ayudado bastante en los sellos de protección básicos que se usan en la alquimia, no es que vaya a ser tan buena como ella porque en su esencia esta tan marcado la descendencia de Hécate pero si podía defenderme en cuando al manejo de energía espiritual, un punto muy favorable en mi avance. —Muchas gracias, hermano—agregué, dejando escapar una pequeña risa algo contagiosa porque provoque que él también se riera suavemente mientras yo limpiaba cada rastro que dejo mi llanto. —Debemos ir al lugar, ya se aproxima la cena...—me indicó, invitándome a ir junto a él. Yo solo negué con la cabeza, necesitaba tomar un poco de aire antes de ir pues que tenía la nariz roja como el reno Rodolfo, el solo asintió para empezar a caminar rumbo a la residencia, cuando estuvo a un metro de distancia de mi volteo a verme con esa sonrisa tan grande que solo transmite una tranquilidad, igual a la de Poseidón, tal vez si mi madre viera el inmenso parecido que tenía Caín con mi padre diría que el Karma la persigue a un punto donde esta viendo a un mini doble exacto de él. Por suerte esperaba que algún día mi madre dejara ese rencor y por fin aceptará que el pasado debe ser pisado para poder seguir adelante, se que eso no se logra de la noche a la mañana pero que por primera vez en mucho tiempo volviera a vivir libre sin ningún sentimiento negativo, porque aunque lo niegue una y mil vez ella siempre lo va a amar, y él lo hace también, porque la manera en que me contó la manera en que se conocieron, la sonrisa tan diferente que hizo en ese momento al recordar aquello, me dejó en claro mucho que sus sentimientos siguen tangente en su interior. —No te demores mucho, no quiero que te pase nada, hermanita—comentó, dedicándome una gran sonrisa para seguir su trayecto, me fue imposible no sonreír ante tal acción tan bonita. Tomé bastante aire en mis pulmones para botarlo lentamente, mientras que me arregostaba sobre el tronco de un árbol, levantando mi vista al hermoso cielo azul que empezar a demostrar ese tono índico que indica el ocultar del sol, ese lugar era uno de mis favoritos en la residencia Olimpus, no se si se deba a la vegetación que posee esa zona o la paz que transmite cada uno de los seres vivos de esa parte. —No vuelvas a llorar por las palabras que te diga un idiota como ese, tu eres digna de ser descendiente de quien eres y nunca más derrames una lágrima, porque yo mismo haré pagar al que lo haga, Angelito que se porta mal... —habló alguien a un costado de donde me encontraba en aquel árbol, reí por sus palabras. —Niño con complejo de Lucifer... Continuará...
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