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Te amare por siempre.

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Descripción

hay momentos y circunstancias que nos transforman completamente la vida, al grado de querer desear la muerte para calmar la agonía en la que nos han sumergidos y no por decisión propia, sino porque te aorillaron a esta. cómo es el caso de Gael Pérez y Ana Julia Almonte palacios, dos jóvenes de clases sociales muy diferentes que desde niño han sentido un sentimiento especial el uno por el otro, pero con el paso de los años se convertirá en amor verdadero. Ambos pagarán por haber dejado crecer ese amor ya que para muchos es imposible que estén juntos, así que tendrán que luchar contra viento y marea para lograr que su amor pueda triunfar.

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Amor puro.
Lo cruel que puede llegar a ser la vida, si te enamoras de quien no debes. Miro el horizonte y no puedo dejar de pensar y lamentar, lo vil que fueron con nuestro amor, a tal grado de marcar nuestras vidas para siempre. Aún siento el dolor en mi alma y el ardor en mis venas, cuando recuerdo todo lo vivido, y todo por enamorarme de quien no debía. Ana Julia fue el amor más intenso y bonito que pude tener, se metió en lo más profundo de mi ser y se quedó tatuado en mi corazón, y como no amarla si era lo más hermoso y tierno que podía existir en el mundo, o por lo menos lo era para mí existir, sentía la necesidad de su presencia en mi vida, con la misma necesidad que se tiene de tomar agua. Su pelo dorado como los rayos del sol hacían que me perdiera en su resplandor, sus labios rojos como una dulce fresa y sus ojos azules como el mar, llenaban mis días y mis noches de infinita alegría. Nos amamos de tales maneras que cuando estábamos a solas, las horas pasaban y pasaban sin darnos cuenta, en lo único que pensábamos era en amarnos y compartir nuestras vidas para siempre. Éramos tan solo unos niños con sentimientos puros, jamás imaginamos el fatal desenlace por el que pasarían nuestras vidas por el simple hecho de enamorarnos. Ana Julia era hija única, sus padres eran los hacendados más ricos de la región. Tenían una grande y hermosa hacienda llamada Torrente, llena de muchos animales, eso sí, los mejores. Tenían más de cinco mil cabezas de ganado y más de cien empleados, en donde entraba yo, el hijo de un simple peón, cómo lo decía el padre de Ana Julia que era el patrón, el señor Rogelio Almonte, un hombre imponente, soberbio y cruel, para el cual sus empleados no valían nada, eran como unos animales más de la hacienda y no merecían ningún tipo de consideración, respeto y mucho menos cariño. Era el hombre más respetado y temido por el pueblo de San Jacinto, ya que aparte de la hacienda más grande de la región, era el propietario de la mayoría de los negocio del pueblo. Su palabra era ley, y nadie decía lo contrario, así no estuvieran de acuerdo. Por otra parte estaba la señora Concepción Palacios que era la madre de Ana Julia y por lo tanto la patrona. Era una mujer hermosa, alta, erguida, pero su interior no tenía nada que ver con su belleza de afuera, era todo lo contrario. Venía de una familia con mucho dinero, y por supuesto pensaba que su hija Ana Julia al crecer debía casarse con un hombre de su misma posición social. La señora Concepción nunca aceptaría que su hija se relacionara con los los empleados de la hacienda, ya que para ellos, éramos muy poca cosa y no estaba bien que una muchacha de su posición social, se reuniera con los hijos de los peones y las cocineras. Ya que éramos unos don nadie, así nos llamaba ella. Sin imaginar el señor Rogelio y la señora Concepción de que, Ana adoraba jugar con María que era la hija de la cocinera y conmigo, cómo disfrutábamos de cada uno de nuestros encuentros. Éramos tan solo unos niños inocentes, solo pensábamos en jugar e irnos a nadar en el manantial, sin estar pendiente de clases sociales, solo pensábamos en divertirnos y nada más. Y como no hacerlo si ese lugar donde crecimos, era mágico estaba lleno de árboles frondosos y hermosas flores de diversos colores, mariposas y pájaros volando por todos lados, un hermoso manantial, con su color verde. En las mañanas se oía el cantar de los pajaritos, y yo disfrutaba de su canto, contaba las horas para que llegara el atardecer, para irme al manantial a nadar con Ana Julia y María . También nos gustaba cabalgar por toda la hacienda ¡ Claro ! Por todos lados, menos al alcance de la vista de nuestros padres, ya que mi papá y la mamá de María nos regañaban cuando nos veían con Ana, ya que los patrones les tenía prohibido molestar a Ana. Ellos pensaban que si estábamos con ella los patrones serían capaces de correrlos y dejarlos sin trabajo, eso sería un golpe muy duro para mí padre Juan, ya que el trabajaba en torrente desde que era un niño, cuando el patrón era el padre del señor Rogelio. Allí conoció a mi madre que era la hija de Teodora la cocinera de la hacienda. En aquel entonces. Yo no recuerdo a mi mamá, se que se llamaba lucía. Estaba muy chico cuando repentinamente fue un día por el mandado de la hacienda, porque ella también trabajaba allí, y no volvió, según mi padre la busco por todos lados pero no la encontró, nunca se supo que paso con ella, papá pensaba que quizás fue raptada y asesinada, pero bueno eso nunca se sabrá, era lo único que mi padre decía, no le gustaba hablar mucho de ella, según lo lastima mucho ese tema Siempre me pregunto ¿Porque la vida se ensañó conmigo? ¿Será que hice algo muy malo y lo estoy pagando? Mis días eran tristes, cuando pensaba en mi madre, la extrañaba, sentía la necesidad de su compañía, de sus consejos, de levantarme todos los días con un beso en la mejilla, un abrazo, compartir mis alegría, tristezas, hablarle de mis planes, de lo que quería ser en el futuro. Pero bueno, lamentablemente no se pudo. Pero tenía un consuelo; una esperanza, y esa era mi amada Ana, ella alegraba mis días. Al ver su hermosa y cálida sonrisa, su tierna mirada, era suficiente para olvidar mis penas. Por más oscuridad que hubiese en mi camino, allí estaba ella, su resplandor lo alumbraba ¿Será posible amar con tanta intensidad a alguien?¡ Estábamos tan pequeños! solo teníamos ocho años, pero ya sabíamos que era juntos que debíamos estar, nuestra inocencia no nos permitía ver la realidad de la situación, jamás se nos cruzó por la mente la tormenta que se desataría por enamorarnos. Lo recuerdo y me duele de la misma manera, siento morirme de dolor, ansiedad, la ame demasiado, jamás volví amar de la misma manera como ame a mi Ana Julia, y lo que me reconforta es saber que ella me amo de la misma manera y con la misma fuerza. Yo era feliz con tan poco, no me importaba ser el hijo de un peón, lo que realmente interesaba era compartir mis días con esa hermosa niña. Laura Villanueva y Efrain Montero eran vecinos de la hacienda torrente, también eran los mejores amigos de mis patrones tenían un hijo llamado Raúl Montero Villanueva, un niño mimado al que solo le importaba estar por encima de los demás. Visitaban con frecuencia la hacienda, y por supuesto a los señores le gustaba su visita, eran tal para cual, tenían las mismas actitudes, las señoras hablaban de pura ropa y zapatos y los señores de negocios, caballos. Pero su tema preferido era de la unión que iba a haber en las familias cuando sus hijos crecieran y se casaran. Mientras que ellos hablaban, según ellos de cosas importantes, Raúl no perdía el tiempo buscaba a Ana y la invitaba a jugar, lo que a él no le agradaba era que María y yo jugábamos tambien, simplemente no le caíamos bien por ser pobres, Ana hacía caso omiso a sus peticiones de jugar solos ellos dos, así que tenía que jugar con nosotros o simplemente jugar solo. Ana jamás mostró ningún interés en Gael simplemente lo quería como amigo, mientras que a mí me veía con otros ojos, con ojos de amor, de ternura, al igual que yo, y eso Raúl no lo soportaba, aprovechaba la oportunidad para tratarme mal cuando quedábamos a solas, decía que era un peón sin educación todo un don nadie. Yo me preguntaba ¿ Cómo es posible que haya tanto prejuicio y rencor en alguien tan pequeño? Imaginen en lo que se iba a convertir cuando fuera un hombre, por desgracia no tenía a nadie que lo corrigiera, sus padres eran peores que el. Mientras tanto yo aprovechaba los malos tratos de Raúl, para pensar en mi futuro, me propuse ser alguien preparado, estudiar y superarme, pero jamás olvidarme de mis raíces, no sabía cómo lo iba a hacer ya que no contaba con el dinero para hacerlo, mi padre era muy humilde lo que ganaba en torrente no le alcanzaba para pagarme estudios, apenas alcanzaba para sus medicinas del corazón que eran muy costosas y no podía parar de tomarlas ya que este no lo resistiría. Busque la forma de ganar algo más de dinero, les hacía el mandado en carretas a todos los hacendados de la región y esto me alcanzaba para comprar mis libros para la escuela, todo a su tiempo pensaba yo, después que termine la escuela buscaré la forma de pagarme la universidad, pero tengo que ser alguien de bien, prepararme lo más que pueda, para que los señores me permitan casarme con Ana cuando estemos grandes. Eso era lo que se me pasaba por mi inocente mente, sin saber que no importaba lo preparado que estuviera los señores jamás iban a permitir que Ana y yo estuviéramos juntos, simplemente nunca iba a ser de su mismo nivel social, para ellos siempre seguiría siendo el hijo de un peón y una cocinera ignorante. Mientras tanto Ana y yo hacíamos caso omiso a sus distinción, para nosotros eso no importaba. Así fue pasando el tiempo y mientras tanto más y más nos gustaba estar juntos y compartir, pero ya no éramos tan niños, Ana y yo ya casi cumplíamos quince años, y sus padres estaban preparando una fiesta súper bonita. Por otro lado estaba yo súper triste porque no tenía como comprarle un regalo a Ana, lo que tenía era muy poco para ella, para mí ella merecía lo mejor, y yo no podía dárselo. Primero fue mi cumpleaños y Ana me dió el mejor regalo que podía haber. Le pedí que fuera mi novia y ella acepto, nos fuimos al arrollo y allí nos dimos nuestro primer beso, sentí que mi corazón latía rápidamente, mis manos sudaban y no me salían palabras, tenía mucho tiempo esperando este momento, sentía que mi rostro se sonrojaba, así mismo estaba Ana, no cabíamos de tanta felicidad, pasamos toda la tarde juntos hablando y expresando nuestros sentimientos. Ella me pidió que fuera a su cumpleaños y no pude negarme, aunque en el fondo de mi sabía que no era buena idea, a sus padres no les iba a gustar verme allí, pero decidí correr el riesgo, Ana lo valía. Todas las tardes nos veíamos a escondidas en el manantial ese era nuestro sitio de encuentro para poder disfrutar de nuestro amor sin ser juzgado por nadie, cuando estábamos a solas solo pensábamos en nosotros, lo demás pasaba a segundo plano, nada importaba más que estar juntos dándonos cariños, eso sí siempre respetando a Ana, nunca llegue a faltarle ni hacer cosas que la fueran a incomodar lo único que yo quería era pasar tiempo junto a ella contemplando su hermosura y disfrutando de su compañía. En ella encontraba una paz, me sentía tranquilo, feliz, muy dichoso y orgulloso de tener a una chica como Ana de novia. Le acariciaba el pelo, me perdía en su mirada, mientras tanto ella me decía que siempre íbamos a estar juntos, que jamás permitiría que nos separaran, yo era su amor y ella el mío. Lo nuestro era un amor limpio, puro sin ninguna maldad, lo único malo era la diferencia de clase social, aunque a ella no le importaba que yo no tenía dinero, ni le importaba que yo no tenía como llenarla de regalos que estuvieran de acorde con su belleza. Ella decía que el mejor regalo que podía recibir de mi era mi amor eso era lo único que me pedía, que siempre la amara por encima de todo, nunca me apartara de su lado, porque sin mi se perdería en la tristeza y desolación. Cuando escuchaba estas palabras la abrazaba muy fuerte la llenaba de besos y le hacía sentir lo mucho que la amaba y lo importante que era ella para mí. Le decía que sin ella mi vida no tenía sentido, lo decía porque era lo que sinceramente sentía. Ella era mi motor de vida, era la alegría de mis despertar la razón de mí existir, de luchar, de querer ser mejor cada día, me daba las fuerzas para superar cualquier cosa que pasara. Teníamos que cuidarnos de que nadie nos viera, todo el mundo conocía a mis patrones, cualquiera que nos viera podía ir a contarles, y a pesar que estábamos dispuestos a defender nuestro amor como fuera, no queríamos correr riesgos, ni tampoco preocupar a mi padre, no estaba bien de salud, de nuestro romance solo sabíamos ella y yo nadie más. Lo más importante era estar juntos, no importaba que tuviera que ser a escondidas de todos, para no poner en riesgo nuestro amor. Lo vivíamos al máximo, lo que queríamos era estar siempre juntos y vivir a plena vida el amor. Mi papá veía que todos los días iba al manantial, y me conocía muy bien sabía que algo me pasaba, lo que no podía imaginar es que yo andaba de novio de Ana. Y era mejor así que se mantuviera total mente al margen de la situación, sabía que no lo iba aceptar y no estaba dispuesto dejar a Ana por nada ni por nadie y si se llegaban a enterar tendrían que aceptarlo porque nadie iba a separar un amor tan grande como el nuestro. En la hacienda empezó a pasar algo que no me gustaba, ví que Raúl venía más seguido y los patrones aprovechaban cada visita de el para que Ana se acercará y pasará más tiempo con Raúl, y eso a mí no me gustaba para nada, no podía olvidar que hacía unos cuantos años atrás ellos hablaban de que Ana y Raúl formarán una relación cuando estuvieran adultos. Y eso me causaba gran preocupación, sentía que sus padres la podrían obligar o convencer de alguna manera para que ella lo aceptara cómo novio. Aún que ella me había dado la seguridad de que jamás permitiría que sus padres la obligarán a aceptar a Raúl. A él lo que le podría ofrecer era su amistad, nada más, pero se notaba que el quería ser más que su amigo y eso me causaba enojo. Pero tenía que aprender a controlar mis celos Ana no me daba motivos para desconfiar de ella. Una tarde fuimos a nuestro sitio de encuentro y Ana me contó algo que no me gustó. Me dijo que Raúl iba a ser su chambelán para el baile de quince años, así lo habían decidido sus padres sin consultar con ella, pero también me dijo que si yo no estaba de acuerdo ella se las arreglaría para no bailar con el. Yo no quise parecer inmaduro y le dije que no había problema, que bailara tranquila que yo confiaba plenamente en ella. Aunque por dentro me moría de rabia de que mi lugar lo ocupara Raúl, yo era el que tenía que bailar con ella, yo era su novio, no el, sentía que se aprovechaba de cualquier situación para acercarse a ella con cualquier excusa, no confiaba ni un poquito en el. Pero ni modo, me tenía que aguantar la situación, tampoco quería hacer sentir mal a Ana con mis celos. Mejor me pongo a pensar en lo bien que la pasábamos cuando estábamos a solas, en ese momento todo el mundo desaparecía, solo éramos ella y yo, lo demás pasaba a segundo plano, y eso era lo mejor porque si nos poníamos a pensar en los demás la felicidad se nos empaña y eso no lo íbamos a permitir por ningún motivo. Todo a su tiempo, mientras tanto a disfrutar y vivir el momento, nuestro momento, que era mágico y limpio sin ningún mal pensamiento. No queriamos lastimar a nadie con nuestro amor, pero tampoco estábamos dispuestos a aceptar que se entrometiera en nuestra relación, lo único que queríamos era que nos respetarán nuestros sentimientos y aceptaran nuestro amor que no le hacía daño a nadie. Por el contrario nos causa mucha felicidad a Ana y a mi que debería de ser motivo de agrado para los padres de Ana, si yo tuviera una hija para mí lo más importante sería su felicidad, no el nivel social al que perteneciera el hombre que ella escogió. Cada quien es dueño de su propia vida y cada quien debe de decidir que hacer con ella, nadie por tiene el derecho de imponerle nada a los hijos. Es mi manera de pensar y de ver las cosas, pero lamentablemente no todos pensamos de la misma manera. Y mi manera de pensar para nada era igual a la de mis suegros. Para ellos lo importante era un estatus social admirable por la sociedad, eso era lo único que les importaba, su única hija tenía que seguir manteniendo su estatus, no aceptaban menos que eso. Llegó el día del cumpleaños de Ana, le prepare una sorpresa, la lleve al manantial y le tenía preparado un desayuno solo para nosotros dos, bailamos nuestra música era el cantar de los pájaros y como disfruto Ana ese pequeño detalle que tuve con ella. No tenía nada que ver con la enorme fiesta que le estaban preparando sus padres, había mandado a preparar las mejores comidas, pasapalos y decorado con muchas flores blancas y rosadas, muchas mesas y sillas porque habían invitado la crema y nata de la sociedad. Contrataron a muchos artistas para que cantarán, y le mandaron hacer un enorme pastel de cinco pisos. Todo estaba quedando como ellos querían. Pasado las seis de la tarde empezaron a llegar los invitados. Llegó Raúl con sus padres y por supuesto con su regalo, una hermosa yegua de color blanca tal cual como la quería Ana, eso la impacto, y yo mientras tanto miraba desde lejos, aunque Ana me había invitado a su fiesta, no podía estar presente como invitado, porque tenía órdenes del patrón de ayudar en la fiesta a atender a los invitados, ese era mi deber ya que era mi lugar de trabajo, mucho hacía con escaparme todas las tarde para ir a ver a Ana al manantial. Cuando Ana me vio atendiendo a los invitados, quiso acercarse a mi pero le hice seña con la vista que no, era mejor evitar problemas. Era su fiesta no quería que la pasará mal y si su padre la veía hablando conmigo no le iba a gustar, yo estaba feliz de estar con ella, no importaba que fuera desde lejos y como un empleado, lo importante era verla. Se veía hermosa con su vestido largo, brillante como una estrella, era la más linda de la fiesta. Bailo como una diosa, lo único que lamento es no haber sido su chambelán. Apenas tuvo un momento a solas nos vimos en las caballerizas . Pasamos un ratico muy bonito, nos besamos y abrazamos con mucha pasión. Ella me decía: - Cuánto te amo, y cuán grata es tu compañía. - Y yo disfruto de tu presencia, quiero perderme para siempre en tu mirada, y acariciar tu cabellera dorada. Ahí estuvimos como alrededor de una hora, cuando de repente escuchamos unos pasos y a alguien gritar: - Señorita Anaaa. Ana se asusto mucho, yo la abrace y le dije. -Tranquila no te preocupes, todo va a estar bien. Ven vamos ya es hora de que sepan lo nuestro. _ ¡ No lo hagas mi padre te mataría! el jamás aceptada lo nuestro, déjame que yo salga sola. Me dió un beso un abrazo y se fue, yo me quedé preocupado no sabía que les iba a decir Ana a sus padres - dime María¿ me buscabas ? - si señorita Ana sus padres la necesitan, venga vamos a dónde ellos. Y se fueron Ana y María nueva mente a la fiesta, a dónde estaban sus padres. Al llegar su papá la tomo del brazo y le pregunto: _ ¿ Dónde carajos estabas ? _ ¡Cálmate papá! estaba en las caballerizas viendo la yegua que me trajo Raúl. No tienes por qué enojarte. Su padre la miro con desconfianza, ella estaba un tanto nerviosa, el sabía que algo pasaba, pero no siguió insistiendo para no causar comentarios en los invitados al verlos discutir con Ana. Hizo como si no pasara nada y le dijo: - Mira ahí viene Raúl aprovecha y dale las gracias por la yegua que te trajo que por lo que veo te gustó mucho. -Raúl que bueno que te acercas quería agradecerte por tu regalo, me gustó mucho. - No tienes nada que agradecer tu te mereces lo mejor. Ana no contesto más nada a Raúl solo se alejo. Mientras tanto yo salía con cuidado de las caballerizas para que nadien me viera, así seguir trabajando en la fiesta antes del que el patrón se diera cuenta de que yo tampoco estaba y comenzará a sospechar de que algo había entre Ana y yo. La fiesta duro hasta las cuatro de la mañana, yo estaba agotado de tanto caminar de un lado a otro sirviendo tragos, llevando pasapalos, entre tanta cosas que tuve que hacer. Mientras por el otro lado Ana se veía preocupada y cansada no estaba acostumbrada a durar hasta tarde despierta, Rogelio que ya estaba muy tomado le dijo: -Vete a descansar, te ves cansada mañana hablaremos. -Si papá está bien, hasta mañana Le dió un beso y un abrazo y se retiro, mientras que a mí me regaló una sonrisa y una tierna mirada desde lejos en la que yo sabía todo lo que me quería expresar. Por fin se fueron todos los invitados y nosotros terminamos de recoger las mesas y el reguero que habían dejado los invitados y nos fuimos a dormir, bastante agotados, pero ni tiempo de descansar íbamos a tener ya que todos los días nos levantamos a las seis de la mañana a trabajar. Yo apenas me estaba tomando un café cuando escucho: - Buenos días señor Juan. - ¡buenos días niña Ana! ¿Que hace aquí? Si el patrón la ve se va a enojar. - No se preocupe, mi padre aún sigue dormido, necesito hablar con Gael. Yo que estaba en la cocina escuchando salí rápidamente y le dije: - Si Ana dime ¿ Que sucede ? - ¿ Podemos hablar un momento a solas? Mi padre se retiro pero antes de irse nos dijo: - Mucho cuidado no quiero tener problemas con mi patrón, usted sabe señorita que a mi patrón no le gusta que usted esté hablando con los empleados y mucho menos que venga aquí. Yo vivía en una casita en los terrenos de la hacienda, todos los empleados vivíamos ahi pero estaba retirada de la casa grande que era la de mis patrones. - Tranquilo papá, va ser rápido. - Asi es señor Juan no se preocupe, ya casi me voy. - Eso espero señorita, me retiro. Mi padre se fue, pero ví en su rostro que estaba muy enojado, siempre me había dicho que me estuviera alejado de Ana, y para el fue una sorpresa ver a Ana queriendo hablar conmigo tan temprano. -Amor ¿ Que haces aquí, paso algo? -Estoy muy preocupada Gael, mi papá no me creyó lo que le dije anoche, creo que sospecha algo y si es así ¿que vamos a hacer?, no quiero que me separen de ti te amo demasiado sin ti me moriría. - Tranquila mi amor yo no voy a permitir que nos separen tu y yo siempre vamos a estar juntos, confía en mí. Por lo pronto vete a tu casa y espera a ver qué te dice tu papá nos vemos en la tarde donde siempre. -Está bien nos vemos, te quiero mucho, eres mi vida. Eso me dijo Ana antes de irse, yo sentía mucho miedo pero no deje que ella se diera cuenta, me arregle y me fue a trabajar a esperar a ver qué decía el patrón. Ana también llegó a su casa y al llegar su madre estaba en despierta y le pregunto: -¿ De dónde vienes tan temprano? -Salí a caminar un rato, nada más -¡ Ay Ana! tengo días notando que estás extraña, cuidadito con hacer algo que no debas porque te puede ir muy mal. Ana sin responder nada solo se retiro hacia su cuarto, muerta de miedo. Solo le tocaba esperar que su papá se levantará a ver qué le decía. Pasaron algunas horas cuando tocan la puerta de Ana. tun, tun. - Si,¿ quien es? - Soy yo, María señorita Ana su padre dice que baje almorzar. - Dile que enseguida bajo. - Compermiso señorita. - Sigue María. Ana estaba muy asustada de bajar no sabía que le iba a decir su padre, pero no tenía otra opción, tenía que bajar. - hola papá. - hola hija, ven cuentame ¿ dónde estabas anoche cuando te desapareciste de la fiesta ? - Ya te dije anoche que estaba en las caballerizas viendo la llegue que me regaló Raúl. -Ay hija no más te voy a decir una cosa, no me quieras ver la cara de tonto porque si te descubro en algo malo te mando a un internado a Estados Unido ¿ Te quedó claro? - si papá está claro. -Muy bien, ahora vamos a comer ¡ Tengo un anbre! Se sentaron en la mesa a almorzar, y Ana temblaba como un papel, pero tenía que disimular su padre no podía darse cuenta porque si no se iba a dar cuenta de que algo estaba ocultando y no descansaría hasta sacarle la verdad. Al terminar el almuerzo sus padres se fueron a descansar, mientras que Ana se fue corriendo al manantial a hablar conmigo. -Ana mi amor tenía rato esperándote. - Disculpa , se me hizo tarde comiendo con mis padres, pero ven tenemos que hablar. Necesito contarte lo que me dijo mi papá. - Si dime - Tenemos que tener más cuidado, si mi papá nos descubre me va a mandar a un internado en Estados Unidos, eso yo no lo soportaria no puedo estar sin ti. - Tranquila, tranquila ven para acá. - Le di un fuerte abrazo y le dije: - Todo va estar bien nadien nos va a separar, no lo vamos a permitir, por lo pronto tienes que estar tranquila no puedes dejar que tus padres se den cuenta de que algo te pasa. Ven vamos a nadar un rato para que te relajes. - Si vamos quizás así me olvidó un poco de mis preocupaciones. Nos metimos al arrollo a nadar y si , efectivamente nos olvidamos un rato de todas las cosas que nos preocupa, nadamos, jugamos, nos besamos y abrazamos mucho, sentíamos que debíamos disfrutar del momento. Sabíamos en lo más profundo de nosotros que algo podía empañar nuestra gran felicidad y por esta razón ya no estábamos plenamente felices. Vivíamos angustiados de nada más pensar en la posibilidad de que mandarán a Ana tan lejos ya no podíamos vivir el uno sin el otro nuestro amor era muy grande. Debíamos de buscar la forma de que su padres no se dieran cuenta y dejarán de tener la sospecha de que Ana andaba en algo. Porque si seguían sospechando no iban a parar hasta descubrir que estaba pasando. Decidimos dejar de vernos unos días para tranquilizar a sus papás, eso días fueron los más largos de mi vida, la extrañaba mucho. Necesitaba ver su sonrisa hablar con ella, tocar su pelo, abrazarla, sentirla cerca besar sus labios escucharla decir que me ama. Pero debía aguantarme porque era lo mejor para nuestra relación que se encontraba en peligro, yo sé que ella también me extrañaba y que contaba los días para estar cerca de mi, pero también sabía que debíamos esperar unos días, para despejar cualquier duda que tuviesen sus papás porque si no seria peor, nos separaran para siempre y eso sería la muerte para nosotros, nuestro amor no le hacía daño a nadie a lo único que le hacía daño era a los prejuicios de sus padres . Que no soportaban la idea de su única hija con alguien de clase baja como lo era yo. Los días se nos hicieron eternos, contábamos las horas para que el día terminará y pasarán rápido los días sin vernos para estar juntos y querernos . Pasaron dos semana y por fin llegó el día de encontrarnos nuevamente. Yo me fui a nuestro sitio favorito a esperar a mi amada Ana, cuando la ví venir corri hacia ella y la abrace muy fuerte la llene de besos y ella a mi parecía que teníamos muchos años sin vernos, y apenas lo que teníamos era quince días separados, pero para nosotros eso fue una eternidad acompañada de torturas nos sentamos un rato a la orilla del manantial a conversar y a contarnos todo lo que habíamos echo, yo no tenía mucho por contar lo único que hice fue trabajar todo los días. Pero ella si tenía mucho que contar fue con su madre a la hacienda de don Efrain y allí vio a Raúl, el cual le confesó que estaba perdidamente enamorado de ella. Cuando Ana me contó esto me enoje mucho, pero ella me calmo me dijo que yo era su único amor y me dió un beso. Mientras que estábamos allí disfrutando de nuestro amor Ana no se dió cuenta de que Martin por órdenes de su padre la siguió hasta el lugar donde estábamos ella y yo demostrando nuestro gran, hermoso, puro y verdadero amor.

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