Capítulo 50

1108 Palabras

Fuera de la casa, bajo la sombra de un árbol polvoriento, Alberto Del Monte esperaba de pie con las manos en los bolsillos. Nicolás, con el ceño fruncido, se le acercó con desconfianza. —¿Qué quiere ahora, señor Del Monte? Alberto lo miró, sin arrogancia. Solo con una tristeza mansa. —Quiero estar más cerca de ti, Nicolás. Si resulta ser verdad que eres mi hijo… me gustaría intentarlo. Nico desvió la mirada, cruzado de brazos. —Si resulta ser verdad… —repitió— entonces… me lo pensaré. Alberto sonrió apenas y le colocó una mano en el hombro con afecto. —Nos veremos, hijo mío… ya nos veremos. Se dio media vuelta, subió a su camioneta y se marchó por la calle angosta, dejando una nube de polvo y un corazón confundido. ⸻ Unos días después, en la elegante mansión Del Monte, las parede

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