CAPÍTULO 22.-3

929 Palabras

Me quedo sentada unos segundos más, con las manos apoyadas en las rodillas y la mirada perdida. Cuando él se retira a su habitación, lo hace con esa serenidad fingida, lo veo. Como si todo estuviera bajo control, como si el control le perteneciera a él por derecho, pero yo podía darme cuenta de que tiene mucho en la cabeza. Y no lo culpo, yo también estoy pasando por mucho. Me levanto y siento que la respiración me cuesta menos cuando me pongo en movimiento y pienso en otra cosa. Camino por el pasillo en dirección a la habitación de Emilio, dispuesta a refugiarme en lo único que siempre me ancla y mantiene en mi centro. Su olor, su calor y su risa. Aunque ahora no se ríe. Abro la puerta con cuidado, con ese gesto instintivo que uno adquiere cuando vive pendiente del más mínimo ruido que p

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