CAPÍTULO 10.-1

980 Palabras

No sé exactamente en qué momento comenzó a pasar. Tal vez fue el segundo día, cuando me llevó al Jardín de Luxemburgo y me dejó perderme entre los senderos bordeados de flores, o cuando me hizo reír en una cafetería del Marais contándome sobre una aristócrata francesa que se escapaba de sus compromisos fingiendo ataques de pánico. Quizá fue cuando me sostuvo la mano sin pedírmelo mientras cruzábamos una calle congestionada. O puede que simplemente haya sido desde esa conversación en medio de la calle, donde me beso y tomé la decisión firme y clara de que, si bien no me acostaría con él, puedo disfrutar de su compañía y él pareció aceptar por ahora lo que le ofrezco. Los días han pasado como una corriente de agua dulce. Lentos y veloces al mismo tiempo. Nicoló se encarga de mezclar el trab

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