Gabriela mantuvo la cabeza hacia abajo, no quería verse involucrada en nada de lo que estaba pasando. —Dime, ¿dónde se encuentra la mujer de tu jefe? Mahia se colocó frente de la rubia, pero esta no la miró, lo que obligó a la chica tomarla del mentón para que la mirase. —No mirarme no te salvará sino contestas mis preguntas. —No lo sé. Respondió Gabriela aterrada. —Respuesta incorrecta, ¿Sabes lo que le pasa a las chicas lindas como tú? La rubia tembló ante la respuesta que le darían. —Se mueren de la peor manera. Mahia la soltó de mala gana alejándose de ella, la rubia la vio marcharse y pensó como esa mujer podía ser peligrosa con esa vestimenta tan elegante. Toda ella era refinada, pero irradiaba temor, esos ojos daban miedo. Y allí supo que no saldría viva de aquello. —Vigilen a

