Su voz era malditamente seductora y embriagadora... Era adicta a él, a su forma de hacerse el amor, de tocarla, hasta de hablarle. Muchas horas antes en la casa de Daniels... Al entrar en la ostentosa casa de Daniels, Amanda quedó maravillada con todo a su alrededor. Era impresionantemente hermosa tanto por fuera como por dentro, la decoración era exquisita... Sus ojos no paraban de parpadear repetidas veces por lo enamorada que se sentía en esos momentos, los mafiosos tenían muy buen gusto en lo que se refería a sus hogares. —¡Te gusta! ¿No es así? La voz de Daniels la saco de su estupor. —Debo admitir que la casa es muy hermosa. —Por supuesto, ¿quién crees que es el dueño? —¡Ay por favor! No seas tan creído quieres. Ella siguió recorriendo la casa, ignorando al rubio que se enco

