Viernes y Sebastián ni siquiera me ha hablado si hay algún plan para el fin de semana, si él no me dice nada, yo lo haré, lo extraño mucho y si no fuera por el trabajo no lo vería o no lo sé. Estaba en mi escritorio decidida a qué cuando viniera después de darle su agenda le diría lo del trabajo, bueno estaba decidida hasta que el ascensor se abrió y él salió de ahí, aunque está vez no venía como siempre; su mirada está fija en el suelo y cuando paso al lado sin hablar y sin mirarme, lo dudé un momento antes de levantarme de mi escritorio y caminar a su oficina. –Hola –murmuré frente a él, sin embargo no levantó la mirada. ¿Le pasa algo? –Hola, Sam –saludo y escuché un sonido que hizo con la nariz. Un momento… –¿Estás bien? –me acerque un poco. –Si, Sam –respondió aún sin mirarme –. ¿

