Un año y tres meses después la vida de Jeremías Castro se podía resumir con una palabra: “sencilla”. Entrenaba para mantener su trabajado cuerpo en buen estado, bebía en el bar todas las noches, trabajaba junto a su hermana y cuñado, la empresa crecía y daba buenas ganancias, todo marchaba bien. ¿Mujeres? solo las buscaba cuando necesitaba descargar sus deseos primitivos, nada más, no les interesaba. ¿Camila? Jamás, nadie le daba ni una pista de la vida de la chica y él no preguntaba, hasta esa noche en el bar. Los hermanos hablaban con él, como acostumbraban a hacer, Javier estaba sentado a su lado, ese día le había tocado trabajar en la cafetería y había pasado por el bar a descansar un poco antes de marcharse a su departamento. Aún vivía con su hermano y se habían mudado a la lujosa zon
