—Les iba a pedir la habitación, pero le pagaron al velador la semana —informó Luciana, que se compadecía de la chica que tendría que soportar a ese par. Ella, que quería a Berenice como a una hija, quería hacer todo lo posible por evitarle un mal rato a la joven, pero, intentando ser discreta, había perdido su oportunidad de sacar a esas mujeres del lugar. La excusa para no rentarles más la habitación, si es que la pedían, sería que las habitaciones estaban ya rentadas, y que tendrían hotel lleno por algún evento inexistente, pero el velador, que no sabía nada de los problemas con ellas, les había extendido la estadía tal como lo habían solicitado. Berenice no dijo nada, solo se sobó la frente con poca fuerza para no dañar su maquillaje y caminó a su oficina para iniciar con sus labor

