CAPITULO 7

1882 Palabras
GACELA Ha pasado una semana desde la visita de el hombre misterioso. Emma ha decidió apodarlo asi, ya que no hemos podido saber: Quien es, de donde salió y a que se decida. Por mas que ha indagado con todo el personal nadie sabe nada de él, es como si fuera un fantasma. Por mi parte yo he sentido que me observan todo el tiempo, en mi casa, en la oficina, en los eventos que tengo, cuando voy caminando siento la extraña sensación de que alguien me persigue. No sé si estoy paranoica, ya me estoy volviendo loca, o el encuentro con el dicho hombre misterioso me jodió cada neuro de mi cabeza y ha dejado en mal funcionamiento mi cerebro. A decir verdad, si creo que estoy llegando la locura. Ya que cuando me duermo, lo primero que mi ya jodido cerebro evoca son esos ojos desiguales, esa sonrisa macabra y sexy, esos dientes blancos y si recuerdo bien, el diamante que tiene en uno de sus colmillos. ¿Lo peor? Es que sueño que el tipo me folla sin sentido, puedo sentir sus grandes y ásperas manos tocar todo mi cuerpo, sus labios recorriendo mi cuello y su polla destrozándome. Me levanto agitada, con el corazón a mil, sudado y con una excitación que hace que me toque en el baño. Sus palabras se repiten en mi cabeza. -Solo relájate. Voy a demostrarte cuanto placer puedo brindarte. Voy a meterme tanto en tu cabeza, que por más que intentes sacarme no vas a poder. Haré que comiences a obsesionarte conmigo, tanto como yo ya lo estoy contigo. Vas a desearme, añorarme y a necesitarme tanto, que yo seré lo único que vas a necesitar para vivir. Voy a adueñarme de cada parte de ti, que al final si yo no estoy a tu lado, no vas a poder vivir. El maldito ha cumplido su promesa. Lo tengo clavado en mis pensamientos. Comienzo a sentir curiosidad por saber mas de él. -¡Red! – Una mano aparece en mi campo visual – Tierra llamando a Red. Sacudo la cabeza. -¿Eh? Emma me mira con una medio sonrisa en el rostro. -¿A dónde se fue tu obstinada cabecita? – Se burla. Siento que me sonrojo. No le he contado que he estado recibiendo mensajes todos los días de un número desconocido. Siempre son los mismo: Hoy te ves hermosa. Como diera por estar follándote. Te has adueñado de todos mis pensamientos. No quise obsesionarme, pero ahora que lo estoy no pienso alejarme. Eres mía, No andes sola por las noches. Eres una obra de arte, a la que yo quiero admirar cada noche. Voy a destruirte y armarte de nuevo, encajando cada pieza con las mías. ¿Aterrador? Claro que sí. Y bueno, ya dije que estoy loca, asi que, eso ha despertado la curiosidad en mí. -En nada – Finalmente le respondo a Emma. Ella suspira. -Hoy es viernes ¿Por qué no salimos por unos tragos? -Emma... -Hace mucho que no salimos, debes relajar la pelvis – Se lleva el índice al labio inferior – Bueno, eso ya te la relajaron hace unas noches. Lo que digo es que debes salir y encontrar a alguien normal, no a un demente que irrumpe en tu casa y te folla con su arma, hace que te corras y luego desaparece. -¡Basta! – Suelto la carcajada. Ella toma mis manos. -Solo digo que es bueno que despejes tu mente. Red últimamente has estado tan sumida en el trabajo, y luego está la situación con el hombre misterioso, y tambien los problemas con tus padres. Que no te das un respiro. Hago tronar mi cuello. Emma tiene razón, he estado bajo presión. Con el éxito del evento, tengo mas trabajo, mi padre me llamó hace unos días a decirme que cuando me haría cargo de mis responsabilidades, que era hora de dejar de jugar y que me pusiera a trabajar. Discutí con él, luego llamó mi madre y tambien discutí con ella, y todo fue un jodido caos. -Está bien – Me resigno – Pero solo un par de copas. -¡Si! – Grita Emma. Le hago seña para que salga de mi oficina. -Ahora déjame terminar de trabajar. Ella me lanza un beso con su mano derecha y sale de mi oficina. Las horas pasas y me sumerjo en cotizaciones, propuestas y de más. -¿Ya terminaste? – Emma entra a mi oficina. -¡Oh! Se me pasó el tiempo rápido – Termino de cerrar todo, tomo mi bolso me levanto de la silla - ¡Vamos! Mi mejor amiga me abraza y me pega a ella. -Vamos a que te destrocen ese coño hoy – Canturrea. Yo solo sonrío. Nos subimos a su auto, Emma no dejó que fuera a mi casa a cambiarme. Ya que dijo que, si lo hacía, no iba a querer salir y, tiene toda la razón. Después de unos minutos llegamos a un lujo club llamado Club Ministry of Sound. No tenemos que hacer fila ya que Emma conoce al dueño del lugar. -¿De donde lo conoces? – Le pregunto cuando el gorila que está en la puerta nos deja entrar. -Me lo follé un par de veces – Hace movimientos circulares con la mano – Nada sin importancia. -Vaya. Tienes un coño demasiado alegre – Me burlo. -Y tu uno demasiado triste. Me toma de la mano y me lleva a la barra. El lugar está atestado de gente, que baila y se mueve al ritmo de la música. El los parlante suena Temperature – Sean Paul. -Vamos a bailar – Emma me toma de la mano y me arrastra hasta la pista de baile. Comenzamos a mover las caderas al ritmo de la música, ella pasa las manos por mis caderas y mis muslos. Mientras yo le bailo de espaldas. -El señor buenote te está mirando – Me susurra al oído. Yo llevo mis ojos a la dirección de donde están los de ella. -Está guapo – Le digo con simpleza. -No ha dejado de mirarte desde que llegamos. -Vamos por un trago. Dejamos de bailar y llegamos a la barra, ambas pedimos un Old Fashioned y cuando el barman lo pone delante de nosotros le damos un sorbo. -Debo ir al baño – Dice de repente Emma. Veo la picardía en sus ojos y me doy cuanta de que se está yendo, porque el tipo de hace unos minutos está caminando hacia nosotras. -No te vayas – Le digo entre dientes. -No me demoro – Me sonríe. Cuando Emma se aleja, el hombre se acerca. No puedo negar es guapo, alto, un cuerpo musculoso, lleva un traje que se nota que es caro, tiene el cabello castaño oscuro, mandíbula cincelada, nariz en proporción a su rostro, cejas pobladas, labios delgados, sonrisa coqueta. -¿Interrumpo? – Se sienta en la silla donde antes se encontraba mi amiga. -¡Oh, no! Para nada – Le digo nerviosa. Nunca he sido buena para coquetear, me da pereza entablar conversación con alguien que puede que no me interese y lo que hagas es perder mi tiempo. -¿Tú amiga? -Se fue al baño – Le doy un sorbo a mi trago - ¿Querías hablar con ella? No demora. Veo como sonríe. -No. Realmente la que me gusta eres tú. Vaya. El tipo es directo. -¡Oh! -No pude dejar de verte cuando llegaste. ¿Estas sola aquí? Frunzo el ceño cuando veo la mirada lujuriosa que me lanza, prácticamente me está follando con los ojos y es asqueroso. -¡Eh! -Hola, nena – Una voz gruesa y varonil resuena en la parte de atrás – Siento llegar tarde. Un aroma amaderado y a infierno pecaminoso invade mis fosas nasales. Me ruedan y unos labios se estrellan con los míos. Jesús. Maria y José y todos los personajes de la biblia. La forma en que este hombre besa debería ser ilegal, tiene que ser considerada peligrosa y deben prohibirla. Es un daño para la salud mental. Siento como si un huracán me arrastrara, revolviendo mi cuerpo y mis neuronas. Gimo en su boca y este gruñe. Pasa no sé cuanto tiempo, y el hombre se aleja, yo estoy jadeando y creo que han muerto todo mi cerebro. -¿Quién es tu amigo? – Puedo ver que lleva un guante de cuero y pasa su dedo pulgar por mi labio inferior. -¡Oh! – No puedo formular palabra, ha atrofiado no solo mi cerebro si no mi capacidad de hablar. -No sabia que estabas acompañada – El castaño me mira atónito y luego mira a mi acompañante. -Yo tampoco – Susurro para mi misma. -Soy su novio ¿Y tu quien eres? – Puedo sentir que el tono es bajo, pero peligroso. -¡Disculpa, hermano! No sabía que ya tenía acompañante – El tipo se levanta y se aleja de nosotros. -Hola gacela – Mi hombre misterioso toma asiento. Hoy lleva un traje de tres piezas gris pálido, el cabello lo lleva despeinado – No te dije que no queria que ningún hombre se te acercara. -¿Me besaste? – Es lo único que se me ocurre decir. Él sonríe y a la madre. Cuando el diablo se ríe, el mundo se inclina un poco sobre su eje y en algún lugar, alguien está cometiendo un error fatal. El diamante que tiene en el colmillo derecho le brilla. -Te bese. Trago saliva, siento que el corazón me palpita a la velocidad de la luz, todos mis sentidos están aturdidos. -Dijiste que eras mi novio. -Lo dije – Una pecaminosa y sexy sonrisa se le dibuja en el rostro. Esos ojos desiguales me miran con diversión. -No somos nada – Trato de controlar mis emociones. -Aun – Su mano derecha sale disparada a mi mejilla y con sus nudillos la acaricia – Pero no falta mucho para que lo seamos. Yo seré tu dios, al único al que adoraras y tú serás mi cielo, al que nunca creí que podría entrar. -Estas muy seguro de ti mismo. -Sé lo que soy y lo que puedo lograr. Nkazélla. Trato de que mis pulmones se llenen de aire. -¿Cómo te llamas? Sus dedos comienzan a dibujar mi rostro. -¿Eso importa? – Puedo ver sus ojos clavados en mis labios. El deseo está marcado en ellos, me mira como si fuera la mas jugosa de las presas y el añora devorarla. -Vienes a mi casa, me follas con tu arma, luego apareces aquí, me besas y dices que eres mi novio – Tomo aire – Y no sé tu nombre. Él se levanta y se mete entre mis piernas, inclina un poco su rostro y queda a centímetros de los míos, el aroma a cacao de su aliento golpea el mío. -Pronto Nkazélla. Pronto sabrá quien soy. Me guiña un ojo y se aleja. -Espero no ver a ningún hombre cerca de ti – Me advierte con ese tono calmado, pero peligroso – No estoy vestido para matar a nadie hoy. Y con eso se va. Dejándome allí con mas preguntas que respuestas. Y con una extraña sensación.
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