Tenía ganas de llorar, pero no iba a permitir que el me viera hacerlo, no era posible lo que mis ojos estaban viendo, saque fuerzas donde no tenia y solté lo que mi mente pensaba. — ¿Que hace Gema aquí? ¿Y de dónde vienes?—pregunte cruzándome de brazos. Los ojos de Gema se agrandaron, y Santiago me miro con una sonrisa en sus labios, pero no articulo palabra estaba muy ebrio para hacerlos. Susana lo tomo por los brazos y se lo llevo a nuestra habitación, mientras yo me quedaba con Gema y ella soltaba su veneno. —De donde crees que vinimos querida a estas horas y juntos, no me digas que creías que casándote con el jamás buscaría de nuevo mis brazos, pequeña ratoncita. —Lárgate de mi casa Gema no quiero escuchar tus estúpidas palabras que a mí no me interesa en lo más mínimo—le dije hac

