CAPÍTULO 1:PROMESA EN LA LLUVIA
No es diciembre, pero lo parece. Solo se escuchan las sirenas de los autos de policía a lo lejos y el estruendoso caer de la lluvia.
Parecía que el día se hubiera puesto a su favor para anunciar la tragedia que se avecinaba.
El ambiente huele a humedad y asfalto debido al cuerpo agonizante del hombre en el suelo, la mujer llora sobre su herida con las manos ensangrentadas aferrándose a su cuerpo; negándose a la idea de lo que podía ocurrir.
Y mientras ella llora a mares, el ríe porque sabe que lo mejor para ella es perderlo.
10 minutos antes...
—¡Corre! —dice desesperadamente el hombre.
La pareja baja apresuradamente las escaleras del establecimiento con las bolsas en las manos.
—Deténganse —habla inesperadamente un guardia de seguridad a sus espaldas con un arma apuntándole directamente a la mujer.
Porque sus planes habían fallado, no era un solo guardia como se había previsto, eran dos, y la tenía en su mira.
Ellos voltean rápidamente y con una fugaz mirada entre los dos se entienden perfectamente, si se detienen morirán y perderán aquel futuro tan soñado.
Pero aquel hombre fornido y corpulento tenía otros planes… lo primero era la vida de su amada. Así que se posiciona frente a ella, protegiéndola, y recibe el disparo en el abdomen en su lugar. No sin antes, dispararle directamente a la frente al imprevisto sujeto.
Cae al suelo e inmediatamente ella va a auxiliarlo.
—Tranquilo, tranquilo, todo va a estar bien, no te preocupes. Vamos a lograrlo —dice asustada mientras le cubre la herida con sus manos temblorosas, ejerciendo presión para intentar detener el sangrado—. Amor, levántate, tenemos que seguir.
Él solo ríe tendido en el suelo porque sabe que no habrá mejor acto de amor que el irse para que ella pueda vivir su vida plenamente.
Entonces le aparta las manos de su abdomen.
—Acércate —dice él agarrando al amor de su vida, atrayéndola a su rostro sudoroso para poder contemplarla. Se le escapa una lágrima mientras ella solloza—. Te amo —susurra mientras juntan sus frentes y se besan.
—Yo igual, pero por favor, no me dejes —habla entre lágrimas—. Aún podemos seguir, no falta mucho, puedes levantarte.
—Sabes lo que tienes que hacer —ignora su comentario. Sabe que no podrá hacerlo, se le han acabado las fuerzas y tiene un dolor incesante. Entonces ella lo mira a los ojos, esos ojos azules que alguna vez la encendieron, y posiblemente verá apagar.
—No, no puedo, te lo prometí, pero no puedo hacerlo —dice con la voz temblorosa y el corazón a punto de salirse de su pecho.
El hombre saca el arma del bolsillo trasero de su mujer y se la entrega.
—Por favor… es lo que deseo y lo sabes —dice con la voz suplicante y entrecortada—. Cumple con tu promesa —su pecho sube y baja con rapidez; cada vez le cuesta más respirar.
La mujer agarra con ambas manos el arma y la sube hasta la cabeza de él, posiciona su dedo en el gatillo y…
—No, a la mierda, no voy a hacerlo —baja el arma atemorizada.
Él sabe que sí lo hará porque ella jamás incumple sus promesas y confía tan completamente que decide regalarle su sonrisa por última vez, o eso parece, aquella que la enamoró, esa que tiene unos hermosos hoyuelos a los lados, la que puede que no vuelva a ver, pero que tendrá grabada en su mente por siempre.
Le implora con los ojos sin dejar de sonreírle, pero esta vez con un gesto más nostálgico.
—Qué voy a hacer yo sin ti?
—Vivir —contesta su amado.
En ese instante aparece alguien detrás de ellos.
Y justo en ese momento se escucha el estrépito de un disparo inesperado, que rompe el sonido de las sirenas de policía, dejando tras de sí un eco inquietante.