Uno

1344 Palabras
La alarmana sonó a las nueve de la mañana en punto, despertando de su sueño perfecto al moreno. Zack se quejó, hundiendo más su cabeza en la almohada. Lunes, odiaba los lunes. Más al parecer, su compañero de cuarto no. —¡Arriba ZackZack! ¡Buen díaaaaaaaa!—decía el rubio, entrando a la habitación del ojimarrón. Zayn bufó—Esfúmate, Noah. El rubio hizo oídos sordos, abriendo las cortinas, dejando entrar los rayos del sol , iluminando el cuarto. —Tienes práctica a las nueve y media, estas a dos días de la final de la copa y no entiendo como puedes estar tan tranquilo—comentabá Noah. El moreno se enderezó, sentándose en la cama—Será porqué no me importa. —Pensé que el fútbol era tu vida—se burlaba Noah. Zack negó—El fútbol es parte de mi vida, no mi vida. Además, estoy nervioso por la final, pero no lo suficiente. Juego porque me gusta, no tiene porque definirme una copa de mierda. Noah lo miró—En fín, también te gusta Laurie y lo tienes en un altar. El moreno sintió sus mejillas arder ante la burla del ojiazul. Noah carcajeó, logrando que el moreno le lanzé una almohada, dándole justo en la cara. —No la tires tan fuerte—se quejó Noah, devolviéndo la almohada. Zack sonrió—¿Qué hora es?. —Las nueve y siete, apúrate, ya sabes como es el trafico a esta hora—murmuró Noah, saliendo del cuarto. El moreno suspiró, levantándose a puras penas. Miró hacía su alrededor, en busca de su celular. No se tomó el tiempo de leer los quince mensajes nuevos que tenía de aquellas quince hermosas mujeres que le ofrecían sus servicios. El no estaba interesado en ninguna de ellas. Hasta se preguntó como ellas habían conseguido su número. A las 9:45 entró al Club, y a las y 50 a la cancha. Todos se giraron hacía el, menos aquel hombre que el ansiaba que le ponga los ojos encima. A pesar de ser el jugador estrella del equipo, Laurie nunca estaba tan pendiente de el como en algunos otros equipos. —Tarde, Morell—dijo Laurie, sin mirarlo. El moreno asintió, susurrando un "Perdón", dejando su bolso en las butacas antes de correr hacía donde estaban todos sus compañeros. —No quiero pensar que a usted no le importa que estamos a dos días de la final de la copa—murmuró Laurie com desprecio, mirándolo a través de sus anteojos de sol Ray-Ban. Y Zack solo pudo pensar en lo bien que se veía Laurie esa mañana. —No es eso, si no que salí tarde de casa, nada más—respondió Zack, tranquilo. —Espero que no vuelva a pasar, estás muy alejado, tienes que centrarte más en el juego Morell, o lo haces tu o lo hago yo. No querrás que yo te haga entrar en razón, ¿me entendiste?—amenazó Laurie. Me encantaría que me hagas entrar en razón Laurie, pensó Zack. Sonrió para sí mismo, antes de asentir en respuesta. —Ya que Morell llegó tarde unos 20 minutos, van a correr esos 20 minutos que llegó tarde—reía Laurie. Los demás comenzaron abuchear, Zack mantuvo su mirada en Laurie, quién saco de su campera un chupetín de fresa. —Esta bien princesas, 10 minutos, vamos nenas, a trotar—bramó Laurie. Zack se derritió cuando observo cuando Laurie se llevó el chupetín a la boca, se relamió sus labios antes de negar fuertemente con la cabeza, diciendo no aquellos pensamientos que no terminarían bien, era muy temprano para una erección. Comenzó a trotar, solo hasta que Bruno, un compañero se acercó a el. —Buen día, Morell—rió el chico pelirrojo. Zack le sonrió—Buen día, Diaz. El chico español carcajeó—Debe ser lindo empezar el día con el careta de Parrish, ¿no?. El moreno lo miró mal—En realidad, si es lindo empezar el día con el. —Allá tu, no todos estamos enamorados de el, a la mayoría nos cae como una patada en el culo a pesar de ser un gran Director Técnico—reía Bruno. Zack se quejó sonrojado, dándole una mirada a Laurie, quién se encontraba a metros de ellos. —¿Quieres decirlo un poco más fuerte? Creo que Laurie no te escucho—dijo irónico el moreno. Bruno rió—Lo haría, pero creo que te vas a enojar conmigo. Fue el moreno quién rió esta vez—Te mataría si lo haces. La práctica terminó a las dos y media, Laurie por fin los dejo ir. Sabía que era muy duro con ellos, pero ellos eran los mejores, no podían aflojar ahora a un paso de ganar la gloria. Todos corrieron a la salida como renacuajos al estanque. El castaño rió mirando su reloj. —Además de llegar tarde, ¿eres el último que se va también?—preguntó Laurie al moreno. Zack dio un saltito, se encontraba atrás de Laurie y estaba lo bastante seguro de que el castaño no sabía de que estaba detrás de él. Pero evidentemente se había equivocado. —No, estoy esperando a que me vengan a buscar—tartamudeo Zack. Su relación siempre fue así, este era el cuarto año de Zack en el equipo. Había llegado hace cuatro años y Laurie había llegado como Director Técnico hace casi un año. Era tan nuevo en el equipo como lo era Laurie, o en parte. A pesar de demostrar sus dotes como jugador, un buen jugador, el castaño siempre le había sido indiferente. Lo trata como cualquier otro jugador, no lo halaga como hacen los otros Directores de los otros equipos a sus jugadores estrella. Y se había enamorado de aquel hombre desde el primer momento que lo vio, con aquel traje n***o y corbata del mismo color. Había amado cuando pronunció su nombre, dándole la bienvenida. Al principio, Zack que sería solo un calentón, que ya se le pasaría. Laurie estaba bueno, por donde sea que se lo mire. Pero solo logró enloquecerse más por aquel hombre, enloquecerse de su madurez, su rudeza, su risa, su sonrisa, su sarcasmo, su ironía, su forma de ser. Laurie no tardo en ser su hombre ideal. Zack era gay, salía con hombres en secreto, a escondidas de las cámaras y cada uno de los hombres con quien salía, tenían un parecido al castaño. Siempre tenían algo que le recordaba a Laurie. El hecho de saber que Laurie era abiertamente gay, que salía con los hombres que se le plazca delante de las cámaras, lo molestaba, él quería ser uno de esos hombres. El quería estar con Laurie. No quiere echarle la culpa al castaño, pero no ha podido mantener una relación desde que lo conoció. O era Laurie o no era nadie. —Morell, si quieres puedo llevarte—preguntó Laurie, sacando a Zack de sus pensamientos. Zack lo miro atónito antes de negar—No, mi amigo no va a tardar demasiado. El moreno maldijo por lo bajo, preguntándose por que mierda dejo que Noah se llevará el auto y por qué mierda le dijo que lo vaya a buscar al terminar la práctica. Y para colmo, Noah no le atendía las llamadas. —No te voy a morder, si eso es lo que te asusta—rió Laurie, logrando que Zack se estremeciera—Puedo llevarte, no es un problema para mí. Zack tragó saliva, por fin diciendo lo que quería—Bien, acepto. —Bien, vamos—sonrió Laurie, comenzando caminar al aestacionamiento. El moreno lo siguió en silencio, disfrutando la vista trasera del castaño. Y Dios, definitivamente le encantaba lo que veía. Diviso el hermoso Audi de Laurie, el castaño le abrió la puerta delantera. —Después de ti, bebé—decía Laurie, mientras Zack subía al auto. Morell trató de no sonrojarse, o si quiera sonreír como un estúpido, pero todos sus intentos fueron fallidos. Sabía que Laurie lo llamaba "bebé" en tono burlesco, pero a el le encantaba que lo llame asi, mandaba a su corazón a correr un maratón cada vez que Laurie lo hacía. Amaba a ese hombre y se preguntaba cuánto tiempo más podría escondérselo. Sin saber que sólo le quedaban dos días, sólo dos días.
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