-Ven aquí- ordenó Cíen viendola salir del baño, Isabella temblaba bajo la toalla, el agua casi la hace gritar al hacer contacto con su adolorida piel y la tela que la cubría, aunque era mullida, le hacía soltar pequeñas lágrimas. No quería, pero lo obedeció, el Señor S. estaba sentado en la orilla de su cama, vestido impecablemente mientras a ella sólo la cubría aquella toalla. Recordó su apartamento, una situación similar, aunque sin duda no tan brutal como esta. Ella miró la cama con miedo de sentarse, sabía que le ardería como nunca, pero Cíen no era paciente, tomó su muñeca y la haló hacía abajo, haciéndola caer contra la cama de frente, con las nalgas expuestas cuando su toalla se soltó por el brusco movimiento. Él sonreía de medio lado mientra la veía temblar, sus huellas estaba

