Capítulo especial.
David.
Acaricié la pequeña y suave cabeza de Dan. El cachorro dormía plácidamente acurrucado sobre mis piernas; es adorable cuando está despierto, y aún más cuando la paz lo rinde. Emely acababa de alimentarlo y se había quedado dormido apenas tocó el contacto de mi regazo.
—Se agotó por completo —comentó Emely, dejando dos tazas de café humeante en la mesa de centro antes de sentarse a mi lado en la amplia alfombra.
—Se divirtió muchísimo con la pelota. Es un pequeño motor de energía —respondí, sonriendo.
—Llevamos más de un mes con él y, sin duda, es la criatura que más me ha llenado de felicidad últimamente.
—Siempre quisiste tener un perro. Recuerdo cuando pasabas horas jugando con Max, el golden retriever de la vecina.
—Max era un canino grandioso —sonrió con
