Comprometida Con Tres Hermanos

El sonido resonó en el amplio y frío comedor como un disparo. —¡Eres una absoluta y vergonzosa decepción para esta familia! —El grito de mi padre, seco y brutal, me atravesó el alma, más doloroso que el impacto de la bofetada que acababa de derribarme al suelo de mármol. Levanté la mirada, no hacia él, sino hacia el círculo de ojos que me juzgaba. Mi madre me observaba con una expresión que iba más allá del desdén; era una mezcla gélida de odio y vergüenza que me hacía sentir como una mancha. Mis hermanos, perfectos herederos del molde familiar, sobre todo mi hermano no disimulaba la mofa en sus rostros, mi hermano solo se mantuvo estático sin poder hacer nada En ese instante, comprendí con una claridad desgarradora que todo el afecto, la lealtad y el respeto de este hogar se habían esfumado. Me despreciaban, no por un error, sino por el simple hecho de atreverme a desear la felicidad. ¿Mi crimen? Aspirar a ser una cantante reconocida, a dejar una huella en el mundo con mi voz, en lugar de aceptar el destino preestablecido: convertirme en una sumisa ama de casa para el mejor postor que mis padres eligieran. Un matrimonio de conveniencia, un silenciamiento de mi propia existencia. —Vete a tu habitación —escupió mi padre, la furia contenida haciendo temblar su voz—, no quiero volver a verte esta noche. Y te advierto, Emily, reflexiona muy seriamente sobre el camino de miseria y deshonra que acabas de elegir. No esperé una segunda orden. Me levanté del suelo, sintiendo el ardor en mi mejilla, y corrí. La habitación, mi único refugio, se convirtió en una trinchera. Abrí una mochila de viaje, grande y discreta, y con manos temblorosas, pero decididas, guardé lo esencial: un par de mudas de ropa, mi cuaderno de letras, la pequeña fotografía de mi abuela paterna —la única persona que alguna vez me miró con orgullo incondicional—, y el puñado de billetes que había ahorrado y escondido durante meses, una póliza de seguro contra este mismo momento. Mi celular en la mano. Solo una llamada. —Henry —apenas un susurro sofocado por el llanto, cuando él contestó—. Henry... por favor, sácame de aquí. Se enteró de mis audiciones, de mi clase, y me golpeó. Por favor, ven a buscarme. —Cálmate, cariño. Respira —Su voz sonó como un ancla en la tormenta—. Espéranos. Ya vamos por ti. Y así fue como mi vida comenzó de verdad. A los dieciocho años, al borde de la mayoría de edad, me convertí en una fugitiva de mi propia sangre, en una chica independiente forzada por la desesperación. Todo aquello que creí tener, los pilares de mi vida familiar, se desmoronaron y se esfumaron en el aire, simplemente porque me negué a vivir la vida que otros habían diseñado para mí. Quiero perseguir mis sueños. Quiero triunfar por quien soy, por la pasión que me consume, no por la obediencia que ellos exigen. Quiero vivir mi propia vida, con todos sus riesgos y glorias, no ser la sombra obediente de la vida de los demás. Esa soy yo. Esa es la historia de Emily Baker.