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Eres un castigo

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drama
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de enemigos a amantes
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Descripción

Liliana Díaz, Lily, militar de 23 años, vive en una base a la que llega el teniente Ian Trent, un hombre guapo e irresistible, pero quién no solo será la perdición de Lily, sino también su más grande maldición. A medida que van pasando tiempo juntos se va dando situaciones que los acercan pero al mismo tiempo los alejan, aunque dicen por ahí que si no te arriesgas... Jamás cruzas.

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La llegada del teniente
Mi nombre es Liliana Díaz, mis amigos me dicen Lily y soy parte de la fuerza militar española, tengo 23 años y vivo en la base hace dos, soy sólo un militar de bajo rango por ahora, pero quiero llegar a ser teniente así que intento lo más que puedo ser la mejor cada día. Estamos en la base comúnmente hasta las 7 am, luego de eso salimos a patrullar las calles llenas de desastres debido a una ola de pandemias que nos han azotado, y no sólo a nosotros, también al mundo entero. Nuestra unidad se dedica por ahora a todo lo que sea rescate, revisión y acordonamiento de áreas, tenemos también médicos y enfermeras que trabajan con nosotros para ayudar en lo que se pueda, de hecho, mi madre es una de las enfermeras que se ha dedicado a ayudar a los más necesitados dentro de un área militar, algo que me enorgullece, claro está. Lamentablemente, no es la misma que la mía, por lo que no nos vemos nunca, tristemente ella ahora es como una extraña para mí, me siento casi huérfana a decir verdad, ya que mi padre murió con la primera ola, aunque muchos dicen que lo asesinaron debido a que era el contador de la empresa más grande de Madrid, la verdad yo no la supe, sólo tenía 13 años y fue la razón de que me quisiera dedicar a la milicia. Hoy ya son las 9 am y aún no salimos puesto que llega el nuevo grupo élite a la base para enseñarnos nuevas habilidades y mejores técnicas de supervivencia, algo que a algunos de los chicos les molesta ya que no tenemos muchos víveres, vale decir que estamos en un periodo complejo y necesitamos juntar recursos, pero bueno, habrá que acomodarse. Yo no tengo mucha incidencia en lo que se decide y tampoco suelo opinar debido a que soy sólo una más de las oficiales apostadas en esta unidad. El capitán McCaine, un padre para mí, nos habla a todos desde la escalera que usamos como tarima para los anuncios importantes. - Buenas tardes, es un placer para mí comunicarles que, desde hoy, contaremos con parte de la fuerza élite que se ha desarrollado dentro de los mejores grupos militares de España, ellos vienen a enseñarnos, a compartir sus técnicas y conocimientos, necesito que ayudemos a que su estancia sea cómoda el tiempo que estén con nosotros, también se encuentra aquí el teniente mayor que ha obtenido más reconocimientos a nivel nacional a su corta edad, espero que todos podamos aprender de él, adelante. Entran 5 personas, tres hombres y dos mujeres y ahí está él, el hombre más hermoso que he visto en mi vida, con esos ojos verdes como las esmeraldas, ese cabello n***o bastante largo para ser militar pero que le queda muy bien, sobre todo por cómo se ondula, y para que hablar de ese hermoso físico tan marcado y bien definido con el que cuenta, mientras se enfunda en ese uniforme que le queda perfecto, es algo monumental poder ver a un hombre así en estos tiempos. Es algo que no se puede igualar. Se acercan al capitán y lo saludan mientras el chico bello se dirige a nosotros. - Estamos aquí para cooperar, espero no nos limiten en cumplir nuestro objetivo. Se aleja del micrófono y eso es todo, no hubo presentación de ninguno de ellos, no hubo más palabras, ni siquiera nos dio las gracias por acogerlos en nuestra base, está bien, somos militares, nos enseñan a ser fríos y justos con las palabras, pero nuestra base es distinta, somos familia, vivimos aquí, compartimos lo poco que tenemos y estamos ahí para quien sea que nos necesite, ¿Y este imbécil nos habla así? ¿Cómo si nosotros fuésemos la carga que ellos tendrán para cumplir con su misión? - Que cretino. – Digo y lamentablemente lo hago en voz alta, maldición, yo y mi gran boca, aunque no lo digo tan fuerte sé que me escuchó, digamos que el silencio absoluto no me ayudó. Su mirada se posa inmediatamente en mí y es como si quisiera acabar conmigo en este instante, sí, me asusta un poco, tiene una mirada mortal. Salen de la zona y van a buscar sus bolsos, luego el capitán los guía hasta nuestros dormitorios. - Es un hermoso. - Dice Sofi, una chica alta y rubia muy bonita, pero demasiado molesta. - Es cierto, parece un Dios. - Habla Casey, morena y pequeña, pero con un carácter terrible, la amo. - Es un zopenco. - Marcos, mi mejor amigo y también un ser divino. - Por favor, hasta yo me veo mejor. - Dylan, el mejor amigo de Marcos y el amor platónico de Casey está mostrando sus brazos, todos nos largamos a reír. - ¿Porqué ustedes pueden hablar tan libres y cuando yo hablo siempre me pillan? - Estoy molesta, siempre es igual. Seguimos a McCaine y él sonríe porque sabe que estuvimos hablando de ellos. Estoy segura de que piensa lo mismo que nosotros. El capitán coloca a las mujeres en las habitaciones aledañas a las de Casey y de Sofía, a los hombres en dos alas distintas, dos están en la esquina y al otro, al idiota, justo en la habitación que está a mi lado. Demonios, tengo de vecino al cretino. - Díaz. – Ese es mi apellido. - ¡Señor! – Me cuadro ante él y el me hace un ademán para que lo siga. - Ven conmigo, tú serás la encargada de hacer que el teniente Trent se sienta cómodo en nuestras instalaciones. - Claro, ahora viene lo malo para mí. - ¿Qué? Pero capitán… - Intento hablar pero me corta rápidamente. - Díaz, el teniente Trent no es cualquier persona, es un arma bastante letal y puedes aprender mucho de él si lo dejas enseñarte ¿Quieres llegar lejos? Él es quién te puede enseñar. Usa la ocasión y hazte su amiga, necesitamos a ese hombre de nuestro lado. Confío en ti. Mierda, y esto es justamente lo que no me gusta, estoy segura de que ese idiota me va a traer problemas y lo que menos quiero es eso específicamente, prefiero comer aire una semana que seguir al niñato ese. Me dirijo al ala sur en dónde, al final, del pasillo estoy yo, y bueno, ahora también estará él. Voy caminando cuando me doy cuenta de que ya llegué a su puerta, levanto la vista y me percato recién de que está abierta, me fijo que el odioso hombre está ahí, frente a mí y desnudo de la cintura hacia arriba. ¡Santa madre de Dios! Si antes creía que parecía un Dios del Olimpo, ahora puedo estar segura de que lo es. Sus pantalones militares, estilo cargo de color azul, cinturón n***o, botas negras altas y sin polera, realmente me dan la impresión de un hombre único en su especie, sus músculos tan marcados y tonificados junto a esos brazos perfectos que cuadran con esa espalda ancha y ese abdomen tallado a mano, todo en él lo hace ver como el hombre más perfecto que existe en la tierra, aunque eso no le da el derecho de ser un idiota. - En mi casa uno saluda y no se queda mirando con cara de idiota a los invitados. – Dice sin levantar la cabeza mientras se quita un parche de una herida que tiene en el costado, es de ya algunos días. - En mi casa uno cierra las puertas para vestirse. – Arremeto contra él, no me han enseñado a callarme cuando me hablan de mala manera. - Si eso resuelve el conflicto, pues… Dice y me cierra la puerta en la cara ¿Qué demonios se cree este imbécil?

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