27- Pensé que Kate había tenido razón

3171 Palabras
JESSY Piernas y yo charlamos mientras el conduce por el lento tráfico del mediodía. Yo jugueteo con la radio, hasta que llego a la canción de Bohemian Rhapsody de Queen, que ambos cantamos en voz baja hasta que llega al final, que cantamos a todo pulmón juntos. Para cuando hemos viajado una milla en unos quince minutos, Piernas se siente como mi mejor amigo. Cuando se detiene en el rascacielos conocido como el edificio de mis hermanos dice: —Nos veremos luego, ¿verdad? — Me encojo de hombros. —Probablemente. Puede que necesité que me lleves más pronto— —Bien— aprieto el volante, sonriendo al frente. —Nos vemos, Jess— Había ido de la señorita Haynes a Jess en la distancia de dos vecindarios. De alguna manera, no me molesta. Me despido de Piernas antes de entrar en el elegante y agradablemente cálido vestíbulo, dirigiéndome al conjunto central de ascensores como Dominic me indicó por mensaje de texto. Como no estoy con Siete, no tengo la llave secreta del ascensor de su pent-house que va directamente a la entrada lateral. En lugar de eso, subo sola por un ascensor con espejo, mirando mi reflejo ligeramente irreconocible. Una coleta desordenada, mis leggins y camiseta negra más básicos, y mi chaqueta de cuero, ni una pizca de maquillaje ni brillo de labios. Casi salto cuando las puertas se abren y mi reflejo se parte en dos. Un pasillo reluciente de azulejos conduce a unas puertas dobles de madera. Antes de que haya dado dos pasos, las puertas se abren y mi hermano Dominic llena el umbral. —Hola, hermanita— su cálida sonrisa suaviza las esperanzas que me quedan. Me acerco a él, apoyándome en el un incómodo medio abrazo, antes de pasar rápidamente. —Hola— —¿Un estado de casi abrazo, ¿eh? — cierra la puerta detrás de nosotros. —Si. Por ahora— Miro por encima del hombro cuando se une a mí en medio del pasillo. —Genial. Puedo vivir con eso— Me hace un gesto para que lo siga a la enorme sala; los muebles bajos y cuadrados están expertamente dispuestos e impecables, como si hubiera realizado una sesión de fotos de diseño de interiores momentos antes. Jarrones altos y delgados estan agrupados; ramos de follaje de aspecto exótico brotan de ellos. pero la forma en que se hunde en el sofá me dice que estos muebles estan allí para ser usados, no solo para ser admirados. —Siéntate— me anima, probablemente notando mi vacilación. —¿Qué has estado haciendo? ¿Estás cansada? ¿Necesitas algo de beber? — Me siento en el sillón frente al sofá, sin saber por dónde empezar. Inspecciono mis uñas por un momento, atrapada entre preguntarme si Siete está loco y si debería o no sumergirme en el trauma de la infancia. —Tomaré un poco de agua, en realidad. Estuve caminando por la ciudad mucho antes— —Por supuesto. ¿Dónde está Siete? — Dominic se levanta y se dirige a un pequeño bar escondido cerca del enorme ventanal. Mi mirada se dirige a la luz que entra por el cristal, dándome cuenta de que no es una foto; en realidad es la maldita ciudad lo que estoy viendo, no solo la imagen perfectamente colgada. —Oh, tenía algunas cosas que hacer— digo, —Me dijo que volvería más tarde. Se supone que me quedaría en casa en el apartamento, pero… me Sali— Dominic toma una botella de agua de cristal de una pequeño refrigerador de acero inoxidable escondido detrás de un panel corredizo de madera. Me la entrega, antes de hundirse de nuevo en el sofá. La botella tiene una etiqueta en un idioma diferente; solo después de entrecerrar los ojos puedo distinguir que se trata de agua de manantial francesa embotellada. Elegante. La abro y doy un trago. Es más refrescante de lo esperado. —Dios mío, esta agua es buena— digo, mirando la etiqueta de nuevo. —Estamos obsesionados— admite Dominic. —La compramos por cajas a un distribuidor francés. Es un poco cara, pero vale la pena— —¿Hablas francés? — Se ríe. —De ninguna manera, ¿Soné como si lo hablara? — —No— admito, tapando la botella y colocándola en la mesita junto a mi silla. —De hecho, eso fue un acento bastante malo, así que me preocupaba que lo estuvieras intentando— Se ríe, pero mi sonrisa se desvanece más rápidamente. Mis pensamientos han vuelto a Siete. —Hey, no metas a Siete en problemas— —¿Por qué? — —Está haciendo su trabajo muy bien— digo. —Lo dejé hoy en paz. En todo caso, soy yo quién debería estar en problemas— —Puedes ir a hacer cosas tu sola si quieres…— empieza. —Lo sé. Es solo que…me he sentido muy perdida— Aquí están. Las palabras que había estado luchando por enterrar y desenterrar en igual medida. Mi pecho se afloja, permitiendo que algo del dolor salga. —Desde que tú y Asher aparecieron en la cafetería, he estado realmente confundida. Supongo que es la única manera de decirlo— —He estado sintiendo lo mismo— admite. —Solo porque estaba seguro de que estabas muerta— Frunzo el ceño, algo de esa ira que había desatado alrededor de Siete vuelve a la superficie. —Pero ¿Cómo pudiste pensar que estaba muerta? No lo entiendo— —He estado escaneando registros públicos en busca de menciones de tu. nombre durante años— Cruza una pierna sobre su rodilla, con una mirada contemplativa en sus ojos azul oscuro. —Configuré un escaneo automático de bases de datos bastante pronto. Era rudimentario, pero podía filtrar la mayoría de los periódicos locales y registros del condado. Empecé eso después de mudarnos a Nueva York para la universidad, porque para entonces ya te había perdido la pista— —Mi familia de acogida se mudó— digo en voz baja. —Creo que el verano después de que se graduaran. La señora encontró una casa más grande, una que le permitiera aceptar más niños— hago una pausa, un golpe sordo lejano capta mi atención. Se hace más fuerte. De repente Asher irrumpe en la habitación corriendo desde el otro extremo de la cocina. —Hola, chicos, estoy aquí— Respira hondo. —Yo también, corrí por todo este pen-house— —Le avisé que venías— explica Dominic. —No podía perderme ni un segundo con nuestra hermanita— Asher me pellizca la parte superior de la oreja al pasar a mi lado y se acomoda en el sillón inclinado en la esquina de la alfombra. Lleva un traje azul marino, con corbata y todo. —¿De dónde acabas de venir? — pregunto. —De una reunión con unos inversores— Me dedica una sonrisa. —Quieren donar a tu organización benéfica— —¿A mi organización benéfica? — repito. —Empezamos una organización sin fines de lucro a nombre tuyo y de Kate hace unos seis años— completa Dominic. —Entre nuestras infancias compartidas, la forma en que murió Kate y tu desaparición fue por eso que elegimos el sistema de acogida como el foco de nuestros esfuerzos benéficos— —Queremos que los niños en hogares de acogida sufran un poco menos en los momentos más difíciles de sus vidas— añade Asher. —Y hacemos lo que podemos para erradicar a los malditos traficantes sexuales— —Aunque eso es un agujero n***o en sí mismo, — dice Dominic. El comentario de Dominic me recuerdo lo que habíamos estado hablando antes de que Asher llegara. Suspiro, mordiéndome el interior de la mejilla. —Todavía no entiendo como pensaron que desaparecí o que estaba muerta— —Bueno, empecé a hacer esos escáneres de los que te hablé— dice Dominic. —Era básico, pero más bien una forma de continuar con los esfuerzos de búsqueda a larga distancia una vez que estuviéramos en Nueva York— La segunda mención de que se largaran a Nueva York, sin mí ni Kate, me oprime el pecho de nuevo. Intento reprimir los antiguos sentimientos de abandono y resentimiento que se arremolinan en mis entrañas. —Entonces descubrimos que Kate murió— dice Asher en voz baja. —Y fue como si te hubieras caído de la faz de la tierra después de eso— —Llamábamos constantemente a la agencia de Servicios de protección al menor de Kentucky— añade Dominic. —Habías estado al cuidado de un hogar donde un adolescente de acogida murió por una sobredosis de drogas con sospecha de participación en tráfico s****l. Fue realmente difícil de aceptar. Y estando tan lejos…— —Tienes que recordar, Jessy, que no teníamos dinero en ese entonces— Asher sonríe sombríamente. —Vivíamos al día, principalmente de los dividendos que pagaban las primeras inversiones de Weston— —Y muchos prestamos estudiantiles— dice Dominic. —Y trabajando sin parar cuando no estábamos en clases— añade Asher. —El punto es que no estábamos en posición de volver a casa y curiosear. Le pedimos a nuestra madre adoptiva que investigara un poco, pero no era pariente tuya, nadie quería hablar con ella. incluso con nosotros, era como si todos se callaran. Creo que el FBI se involucró con tu familia de acogida…— —Lo hicieron— susurro. —Así que nadie estaba dando información— —Me transfirieron a un nuevo hogar después de que Kate muriera— digo, con las palabras pegadas a mi garganta. —No estaba cerca de Louisville. Fue una colocación de emergencia— —Bien podrían haberte cambiado el nombre— dice Dominic. —Y por un tiempo, eso fue lo que asumí que sucedió. No pude conseguir ninguna pista sobre ti. Fue como si simplemente hubieras desaparecido— —Pero nunca volviste a aparecer— dice Asher. —Lo comprobamos constantemente. Llamaba a la oficina de Servicios infantiles. No sé si fue una cagada burocrática o que… pero te habías ido— —Y luego me escapé de ese último hogar de acogida cuando tenía dieciséis años— inhalo, tomando la increíble agua francesa para otro sorbo. Todo este refrito del pasado me tiene sedienta. —Me mudé con un novio. Durante un tiempo, simplemente vagué entre trabajos, trabajando como camarera o peón de campo o de lo que fuera que pudiera encontrar— —¿Por debajo de la mesa? — pregunta, Dominic. Asiento. —Si. siempre quería dinero en efectivo el mismo día— Asher niega con la cabeza, mirando a Dominic. —Bueno, eso explica parte de ello— —He tenido trabajos por debajo de la mesa durante años. No fue hasta hace probablemente dos años que entré en la nómina de n***o y Espresso— les digo. Dominic se frota la cara. —Dios mío. Y estuviste bajo nuestras narices todo el tiempo— —No te estaba evadiendo a sabiendas— digo en voz baja. —Pero nunca te comunicaste— dice Asher, luciendo desconcertado que siento como un golpe en el cuerpo. —¿Por qué? ¿Cuántos años llevamos compartiendo la misma ciudad? debiste haber visto nuestros nombres en los periódicos— —Cuatro años— admito. Abro la boca para añadir más, pero no sé por dónde empezar. La verdad duele mucho. Pero si alguna vez voy a decir estas palabras a estos hombres, es ahora. Tiene que ser ahora. O dudaré de mí misma hasta la tumba. —No pensé que ustedes quisieran tener nada que ver conmigo. Nunca me comuniqué porque pensé que Kate había tenido razón sobre ustedes dos todo el tiempo— Tanto Asher como Dominic parecen acercarse al escuchar esto. —¿Qué quieres decir? — pregunta Dominic. —¿Qué decía ella de nosotros? — —Que ustedes dos nos abandonaron— hago girar la botella de agua de un lado a otro entre mis manos, disfrutando del vidrio frío contra mis palmas sudorosas. —Que se llevaron a la mejor familia y nos dejaron pudrirnos en el sistema de acogida— Asher se reclina en su silla. Los bordes de sus tatuajes se asoman por debajo de las largas mangas de su camisa mientras se cubre la cara con las manos. Dominic frunce los labios, con la mirada fija en el suelo. —A medida que crecimos y ella empezó a consumir drogas, lo decía cada vez más— digo. —Después de que se vinieron a Nueva York. Le creí. Porque hicieron lo que ella dijo. Nuestros hermanos nos abandonaron— Mi barbilla tiembla, pero al menos las lágrimas aún no han aparecido. Dominic se pellizca el puente de la nariz y cierra los ojos con fuerza. —No fue así— dice Asher, sorbiendo con fuerza. —Jessy, te lo juro, eso no fue lo que paso— El nudo crece en mi garganta. —Entonces, ¿Por qué no tomaste la custodia de nosotros una vez que cumpliste los dieciocho? — pregunto en un susurro. La pregunta que había tenido demasiado miedo de preguntar y saber la respuesta durante años. —No nos dejaron— dice Dominic, con los ojos brillantes. Se aclara la garganta y respira hondo antes de continuar. —Investigué sobre la tutela. Yo era el único que podía haber solicitado la tutela en el momento de nuestra graduación de la preparatoria, porque Asher todavía tenía diecisiete años. Dijeron que, con el cambio de residencia permanente a Nueva York y sin ningún ingreso estable verificable ni residencia legal, no estábamos en posición de asumir la tutela— El silencio resonó en la habitación. La mandíbula de Asher se tensa, sus ojos azul hielo me atraviesan. En voz baja dice: —Lo intentamos, Jessy. Lo hicimos. Pero teníamos las manos atadas. Nuestro único dinero provenía de las becas y prestamos estudiantiles— —¿Por qué no te quedaste en Kentucky? — preguntó en voz baja. —¿Por qué tuvo que ser Nueva York? — —Todos teníamos grandes sueños; simplemente parecía la mejor decisión— dice Asher. —Y para cuando pudimos demostrar que teníamos algo estable en nuestras vidas…— Dominic se queda sin aliento. Te habías ido. No pude encontrarte— —Y si lo hubieras hecho, no creo que me hubiera mudado contigo de todos modos— añado con una risa triste. Un tenso silencio se extiende entre nosotros. Bebo más agua, con el corazón latiendo con fuerza en cada centímetro de mi cuerpo. Nunca imagine lo simple que podría ser su versión de la historia. Lo honesta, cruda y real. Que se sentiría así, viniendo de sus labios. Supongo que pensé, todo este tiempo, que habían estado ocultando algún secreto malicioso. Que nunca nos quisieron a Kate y a mí en la familia, y que mudarse a Nueva York sin nosotros fue su salida fácil. ¿Qué opinas, Kate? Supongo que ahora está sobria, en el cielo, escuchándonos. Y si ese es el caso, tal vez tiene un poco más de perspectiva. Pero nunca sabré con certeza si le estoy rezando a Kate o simplemente escuchando el sonido de mi propia voz resonando en mi mente. Tal vez no importa. Tal vez ahora, me corresponde a mi decidirlo. —Lamento que hayas sentido que te abandonamos— dice Dominic en voz baja. —Yo también lo siento— Asher niega con la cabeza, estudiando un incognoscible punto en el suelo. —Ojalá pudiéramos arreglar el pasado y borrar todo el sufrimiento que soportamos. Pero nos queda tiempo en la vida. Todavía tenemos la oportunidad de disfrutar lo que nos queda. No seré una mística y diré que sucedió por una razón. Pero sucedió, mierda, y depende de nosotros lo que suceda después— Dominic me mira; la intensidad en sus ojos se siente como un abrazo y una promesa. —Incluso si nos envían a prisión durante una década después de nuestro juicio el mes que viene…bueno, quiero que aprovechemos al máximo este próximo mes juntos. Porque eso es lo que tenemos— Asher asiente, su mirada azul hielo se dirige hacia mí, recordándonos mucho a mi hermana mayor. —Ojalá tu y Kate hubieran sabido cuanto pensábamos en ustedes dos. Y después de que ella muriera y desaparecieras, sabíamos que lo único que tenía sentido era dedicar el resto de nuestras vidas a intentar mejorar la vida de los niños bajo el sistema de acogida. En sus nombres. Parecía la única manera de expiar la pérdida de ambas— —Haciendo todo lo posible para ayudar a otras familias a evitar un resultado similar— añade Dominic en voz baja. —Aunque parezca una batalla cuesta arriba. El dinero no lo cura todo. Los niños necesitan tutores amorosos, padres de acogida, padres adoptivos. Siempre habrá malas semillas. Pero cuando los condados y los estados tengan más recursos…— —Siempre que no los administren mal— interviene Asher. —entonces estamos logrando un pequeño cambio en el camino— Dominic se frota las palmas de las manos lentamente, como si pensara. —También trabajamos con niños de acogida aquí en la ciudad. Les ayudamos a conectar con oportunidades educativas y mentores, les ayudamos a financiar la universidad, cosas así— —Recursos para encontrar vivienda asequible— añade Asher. —Lo que sea que podamos hacer— Parpadeo para contener las lágrimas, pero ahora por una razón diferente. —Wow. Ustedes son…— increíbles. Me muerdo la lengua antes de que salga la palabra, porque todavía tengo el resentimiento de Kate acechando dentro de mí. Pero ya no tiene tanta fuerza. Su poder se está disolviendo. —Están haciendo tanto— —Tenemos una inmensa riqueza— dice Dominic. —Creo que estamos obligados a usar la mayor parte para ayudar a los demás. ¿Qué opinas? — Busco a tientas una respuesta. Es algo que nunca se me había ocurrido. La riqueza no está en mi radar tanto como pagar el alquiler y reunir un fondo de emergencia. Planeo con la mayor anticipación posible, pero en Nueva York, eso es mucho más allá de seis meses. —No lo sé— admito finalmente. —Creo que sí te has ganado tu dinero, ese dinero es tuyo para hacer lo que quieras— —Bueno, esto es lo que queremos hacer con nuestro dinero_ dice Dominic. —Regalarlo— añade Asher con una risa. —Nos cuidamos, por supuesto. Llevamos una vida estupenda. Pero todavía queda mucho. Y no importa lo que piense la maldita comisión, ¿Por qué no debería destinarse a alimentar a la gente que lo necesita? ¿Chicos que no pueden pagar la universidad? ¿Amigos en casa que necesitan ayuda? O hermanas que perdidas hace mucho tiempo que necesitan un nuevo departamento— Una sonrisa tímida se dibuja en los labios de Dominic.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR