CAP 13

1165 Palabras
Sabía que iba a mi habitación y rogaba que el camión arrancara ya. El camión se llena con cajas y finalmente arranca; me recuesto hacia atrás, el olor raro de las armas solo me trae satisfacción. Finalmente pude escapar, pero mi plan aún no había terminado. Rompo una de las cajas con las manos temblorosas, ignorando el dolor en mis dedos, y tomo una pistola, obviamente nunca había usado una, pero había visto en películas cómo apuntar y disparar, y tal vez sabría usarla si era necesario. Veo que hacia arriba hay una ventanilla estrecha en la cabina del camión. Tomo una caja vacía para subir a su nivel, mis músculos tensos por el esfuerzo, y abro la ventanilla con un chirrido. Me asomo y el aire nocturno golpeaba mi cara, y veo a dos hombres en la cabina, uno conduciendo, el otro con un arma en el regazo, charlando tranquilamente. Apunto la pistola directamente a la cara del conductor, mi mano temblaba pero seguía firme. Obvio que no iba a matarlo, solo quería bajar del camión y escapar de ese idiota psicópata. El hombre se congela al ver el arma en su cara, sus ojos abriéndose en pánico. —¡¿Qué mierda?! —grita, pisando el freno bruscamente. El camión se detiene con un chirrido, y el otro hombre saca su arma, apuntándome a su vez. —¡Baja eso, idiota! —ruge, pero entonces me reconoce, su expresión cambia a una mezcla de sorpresa y miedo—. Espera… tú eres la chica de Lev. La que él mantiene encerrada. ¿Qué carajo haces aquí? Trago saliva, mi voz sale fría y decidida —Para el puto camión ahora o disparo. —El conductor asiente temblorosamente, y abre la puerta lateral del camión, y corro saltando al suelo polvoriento con la pistola aún en mano. Los hombres me miran desde arriba, sus rostros pálidos en la oscuridad, uno murmurando —Lev nos matará por esto… Esa es la chica de Lev, es su propiedad. Corro hacia las sombras del bosque cercano, sintiendo el aire frío golpeando mi cara como cuchillos, el olor fresco de los árboles de pino y lágrimas que brotan de mis ojos, nublándome la vista, mientras los hombres de Lev corren detrás de mí, sus gritos resonando con fuerza. Cada vez me pierden más de vista en la oscuridad, pero… mientras corro, escucho el rugido salvaje de un motor, un sonido que me hiela la sangre. —No, no, no, no, no, no —me repito una y otra vez en la cabeza con desesperación. Miro hacia atrás y veo el puto Jesko de Lev acercándose a mí con gran velocidad, sus faros cortando la noche como ojos demoníacos. Corro con fuerza entre los árboles para cerrar el paso al auto. El Jesko frena bruscamente, levantando polvo y grava. Lev sale del auto y suelta un grito lleno de rabia y odio, un rugido inhumano. —¡¡Anya!! Lev corre detrás de mí, su gran cuerpo musculoso de porte militar devorando la distancia, corro mas rápido y lejos, a punto de perderme en los arbustos. Pero justo cuando me acerco, lista para desaparecer entre los arbustos, Lev dispara desde lejos. Las balas se clavan en la pierna y en el hombro de mi espalda, un dolor ardiente que me hace caer al suelo, jadeando entre lágrimas y sangre que se filtra en la tierra húmeda. La tierra húmeda se pega a mi piel mientras siento el dolor en mi pierna y hombro sintiendo un fuego que me paraliza y mi sangre saliendo del uniforme militar, brotando en la tierra. Jadeo entre lágrimas, mientras los hombres de Lev se acercan con linternas que iluminan mi cuerpo ensangrentado. y luego Lev llega detrás, su silueta imponente bloqueando la luna, y se detiene sobre mí. No me levanta; en cambio, se arrodilló lentamente, su mano grande presionando la herida en mi hombro, retorciendo la bala con fuerza para hacerme gritar con fuerza y sufrimiento. —Anya… mi amor —susurra, con una voz dulce mezclado con rabia, sus ojos brillando con esa locura que lo consume. —¿Pensaste que podías escapar de mí? Tú eres mía. El bebe en tu vientre es mío. —Sus dedos se clavan en mi piel, y siento su cuerpo temblando de ira contenida, como si luchara contra el impulso de matarme ahí mismo. Los hombres se detuvieron a distancia, observando en silencio, leales como perros. Un soldado joven al verme gritar y sufrir debajo Lev, duda por un instante, su mirada desviándose hacia mí con un atisbo de piedad, pero Lev lo nota y gruñe —Vete. Yo me encargo, vayan a llevar el cargamento a mi cliente. —Los hombres obedecen, alejándose. Intento arrastrarme, mis uñas clavándose en la tierra húmeda, pero Lev me pisa la mano, un crujido sordo que me hace gritar. —No te muevas —ordenó con un tono calmado pero que me transmitía terror. Finalmente, me levanta como un saco roto, ignorando mis gemidos, y me arroja al Jesko. Durante el viaje, Lev solo estaba ignorando mis sollozos, y arranca el auto con un rugido que resuena en mi cabeza. Durante el viaje de vuelta a la mansión, no habla; solo me mira por el retrovisor, su expresión una máscara de posesión enfermiza. —Esto es por tu bien Anya—murmura finalmente, su voz era baja y amenazante—. Para que entiendas que no hay escape nunca, eres solo de mi propiedad. Al llegar, él me lleva directamente a la habitación, donde el doctor ya espera, su rostro impasible como siempre. me tira en la cama, y ​​el anciano saca una morfina antes de atender mis heridas pero Lev toma la morfina de su mano y la tira en la esquina con rabia. —Atiéndela sin la morfina, que entienda lo que sucede cuando intenta escapar de mí. —hablaba con un gruñido aterrador. El anciano asiente con un toque de lastima en su cara y limpia la sangre con alcohol que quema como ácido, cose la pierna y el hombro con puntadas precisas que me hacen gritar y llorar. Lev observaba desde la esquina, su calma falsa era un contraste terrorífico con la violencia anterior. —Pronto estarás bien, has perdido mucha sangre —dice el doctor fríamente—. Pero si intentas algo así de nuevo, Lev no será tan misericordioso y probablemente te mate a ti y a tu familia. Lev se acerca entonces, su mano acariciando mi vientre con una ternura falsa que me revuelve el estómago. —Duerme, mi amor. Mañana hablaremos de nuestro futuro en Rusia. el muy imbécil sale de la habitación como si nada, dejando la puerta cerrada con llave, y yo me quedo sola en la oscuridad, el dolor era tan fuerte que me costaba respirar y sentía como mis heridas palpitaban, llora de rabia y desesperación, y mis esperanzas e ideas parecían haberse acabado...
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