CAP 15

885 Palabras
Lev simplemente me miró con su expresión fría y con enojo controlado, un destello de cálculo se veía en sus ojos que me hiela la sangre, pero al verme tan sumisa y rota lo piensa. —Está bien, mi amor. Pero recuerda que en Rusia serás mía completamente. Nada de familia, nada de pasado, solo tu , yo y nuestro bebe. —Se inclina y me besa la frente, un beso que mezcla promesa y amenaza, dejándome sola con el eco de su risa baja resonando en la habitación como una burla. Pasó la noche en agonía, el dolor en mi pierna y en mi hombro era un ardor dentro de mi que me mantenía despierta, y solo sentía falsas esperanzas y miedo real. ¿Concederá Lev mi petición? ¿O la usará para romperme más? en la madrugada a mitad de la noche, entra con un teléfono en la mano, su rostro una máscara de falsa amabilidad. —Hoy te daré tu favor, Anya. Llama a tu familia. Pero yo escucharé cada palabra. Di lo correcto, o ellos pagarán. Lo miro fríamente y asiento, mi corazón aún latiendo con fuerza. Veo el teléfono en mis manos temblorosas y suspiro tratando de calmarme, pero el aire en la habitación es pesado con tan solo su presencia. Anoto el número de mi hermana con dedos entumecidos y llamo. —¿Hola? —pregunta mi hermana con una voz suave, medio dormida, un sonido que me golpea como un recuerdo perdido. —Hermana… —murmuró suavemente, mi voz quebrada. —¿¡Anya!? ¿¡Eres tú!? Anya, ¿Qué te sucedió? La policía está buscándote por todos lados y no hay rastros de ti. Por favor, vuelve a casa!! —Mi hermana se oía sollozando, no paraba de hablarme, sus palabras eran repetitivas y suplicándome dónde estaba, por qué desaparecí, su voz era un lamento que me destroza por dentro. Pero Lev me miró con una expresión seria, señalaba su reloj como señal de que el tiempo se estaba acabando, su mano deslizándose por mi espalda en una caricia oscura que me estremecía. —Escúchame —hablé en voz baja y con frialdad, haciendo que mi hermana me oiga atentamente. —Quiero que sepas que estoy bien y lo estaré… —Mis lágrimas brotaban en mis ojos. —Al menos pude contactarte para que sepas que estoy bien. Dile a mis padres que los amo y a ti también hermana… Mi hermana a través de la otra línea se escuchaba desesperada y llorando, su súplica solo parecía un cuchillo clavándose en mi corazón. —Anya, por favor, sé que fuiste secuestrada, la policía está buscándote, dime dónde estás!? Lev gruñe de irritación al escuchar a mi hermana, un sonido animal que me hiela la sangre, y toma el teléfono de mis manos con violencia, su otra mano apretando mi muslo en un gesto posesivo. —Tu hermana está en buenas manos. Dejen de buscarla —añade Lev antes de colgar fríamente. —¿Ves? Fue fácil —dice, quitándome el teléfono y destrozándolo. —Pero ahora saben que estás viva… y que eres mía. Si intentas algo, los encontraré y los mataré uno por uno. Sus palabras me destrozan, un dolor peor que las balas, la culpa de mentir, el miedo por mi familia, la certeza de que estoy atrapada, pero lloro y abrazo a Lev, hundiendo mi cara en su pecho, mi cuerpo temblando contra el suyo como una traición a mí misma. —Gracias, al menos gracias por dejarme despedirme… —murmuro, mi voz un susurro roto, lágrimas calientes empapando su camisa. Lev abre los ojos, una chispa de triunfo en su mirada fría, y acaricia mi cabello con ternura falsa, sus dedos enredándose como cadenas seductoras. —Por lo visto, ahora sí estás entendiendo todo y te comportas como una buena mujer sumisa —dice, su voz un ronroneo oscuro. Odiaba sus palabras, y también mis acciones de sumisión, solo me hacia sentir un asco profundo que me quemaba por dentro, pero después de todo lo que me hizo sufrir, estaba agradecida por ese pequeño favor, una migaja que me hacía sentir humana de nuevo. Lev besa mis ojos húmedos de lagrimas y mis labios suavemente, un beso que sabe a sal y a control. —Duerme, mi amor. Solo te faltan pocas horas antes de irnos. Fríamente me acuesto, mi cuerpo rígido como un cadáver, y esta vez Lev se queda conmigo, acariciando mi vientre y besándolo con una devoción enfermiza, esperando a la criatura como si fuera un trofeo vivo. Me sentí incómoda, lo odiaba con todo mi ser, pero mi ego fue destrozado, pulverizado por el dolor y el miedo, y no protesto. Pensaba que tal vez, si empezaba a ser buena, podría dejarme salir, hacer lo que quiera o hasta incluso ver a mi familia. Una esperanza que dolía como una mentira dulce. Veo a Lev desde arriba, acostada, y solo acaricio su cabello, mis dedos temblando en un gesto de falsa intimidad, haciéndolo gemir de satisfacción, un sonido animal que me hace estremecer de repulsión. Era un momento cursi, buaj, pero lo aguantaba, Lev, con un ultimo beso en mi vientre se acerco y me rodeo con sus brazos grandes acunándome debajo de el y me quedo dormida…
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