No sé si gritar o quedarme quieta.
Y entonces, con esa misma calma inquietante, susurra:
—Ya no estás en tu mundo, Anya. Estás en el mío…
Estaba enojada, no entendía a qué se refería. ¿Voy a quedarme aquí? Mi familia estaría preocupada. Finalmente, después de tanto pensar, reacciono con ira y aparto a Lev al sentir su mano acercándose a mi abdomen.
—Qué haces. ¡Este capricho tuyo es una estupidez! ¡Déjame ir ya!
Mis palabras solo disminuían la paciencia de Lev. Con un movimiento rápido, agarra mi garganta y me tira a la cama de un solo golpe con un presionado fuerte que me lastimaba y me dejaba recuperar una cantidad insignificante de aire.
—Tú no te vas a ninguna parte. Te quedas aquí conmigo. —Escupía palabras en mi cara como si temiera dejarme, aunque no me ama—. Te vas a olvidar de tu familia, amigos y todos. Te quedas aquí conmigo.
Lev hace un último presionado antes de soltarme y toso mientras agarro aire.
Él me mira y suspira intentando calmarse mientras miraba mi ropa.
—Qué esconderás detrás de esa ropa fea y holgada… —Habla con un tono frío, pero un toque de burla.
Cuando recupero el aire y escucho sus palabras, me congelo. Realmente no era tan santa, sabía a lo que se refería. Miré mi ropa y alcé la mirada para ver cómo él se acercaba; su cuerpo grande me intimidaba.
—Mierda.
Me levanto rápidamente de la cama e intento huir, pero repentinamente siento una mano apretando mi pierna y jalándome de vuelta. Actúo pateando su cara para poder soltarme, provocando que se balancee hacia atrás, pero se ríe al ver cuando salgo por la puerta.
Al salir de la habitación oscura, veo que la casa era grande y elegante. ¿De dónde saca tanto dinero este enfermo? Rápidamente bajo las escaleras y abajo me encuentro con varios hombres militares tomando y riendo. Pero voltearon fríamente al ver mi presencia.
Veo a los hombres y quedó helado por el miedo. Uno de ellos bloquea la puerta y otra pregunta mirándome de arriba abajo de forma burlona que me hacía querer golpearlo.
—Esa no es la chica que el coronel pidió —otro habla—. Sí, es ella.
Corro intentando salir, pero todos me toman con fuerza y Lev aparece y grito con rabia al verlo.
—Estás loco!! —grito mientras me retuerzo y Lev ríe, pero sin gracia.
Fríamente me toma del brazo dolorosamente dejando a los demás atrás y arrastrándome en las escaleras mientras grito y me tambaleo.
—¡¡Déjame ya, no fastidies!!
Finalmente, entre tantos gritos, él me devuelve a la habitación oscura y fría y esta vez cierra la puerta con seguro y se dirige a mí.
—Juré ser paciente, pero ¿por qué tienes que ser tan terca? ¡Pareces una niña estúpida!
Suelta un grito que me hace sentir escalofríos por todo mi cuerpo, pero no pierda la compostura.
—Qué!? —devuelvo el grito, pero no tan fuerte, aún nerviosa—. Me dices terca y me tienes encerrada, idiota.
De un solo golpe me agarra del cuello una vez más con las dos manos y apretando sus pulgares en mi barbilla.
—¡Pues estás en mi mundo, yo soy el que decide las cosas y si yo quiero tenerte te tendré!
Repentinamente su mano baja hacia mi abdomen apretando e inclinándose a mi oreja.
—Qué lindo abdomen tienes detrás de esa ropa fea y holgada que siempre tienes.
No sabía qué hacer, sabía que era lo que iba a pasar y levanto mi pie para volver a patearlo, pero esta vez toma mi pie como si nada mostrando su fuerza brutal.
—Esta vez no, cariño… —susurra de forma amenazante.
Trato de mover mi pierna como loca intentando soltarme, pero él la mantiene quieta y me lanza una mirada oscura.
—Te advertí que te comportaras…
—Qué —grito esta vez mostrando temor.
Lev se acerca con una expresión fría y aprieta mi pierna con fuerza doblando mi tobillo mientras grito de dolor soltando lágrimas mientras siento como rompe mi tobillo dejando un esguince…