ELIZABETH. Desperté algo tarde y me apresuré a prepararme para el trabajo. Al salir de mi habitación, un delicioso aroma invadió mis sentidos. No había duda, era Liam. Quizá era el momento de hablar con él. Bajé las escaleras, curiosa por ver cómo lidiaba con su resaca. Para mi sorpresa, no vestía uno de sus elegantes trajes, sino que estaba en pijama, con el cabello despeinado y los ojos un poco hinchados. —Hola —dije, intentando captar su atención. —Hola, cariño —respondió. La conversación se sentía como un intento torpe entre dos desconocidos. —He preparado el desayuno —anunció, mientras colocaba dos huevos fritos junto a unos hot cakes esponjosos decorados con mis frutas preferidas. —Creo que debemos hablar —dije, mientras él se giraba para dejar la sartén en el fregadero. Respiré

