Capítulo 2

1313 Palabras
Ha pasado casi un año desde que decidí venirme a Madrid. Sigo trabajando con mi hermano, hago de todo un poco; masajes, reducciones de barriga y estrías con láser, aprendí a inyectar bótox, aumento de glúteos y todo lo que conlleva este tipo de cosas. Además, arreglo uñas y en ocasiones ayudo a José a administrar el negocio. Como les dije, trabajaría en varias cosas. También escribo, soy algo así como un redactor FreeLancer. Mi horario de trabajo es bastante flexible, todos los días hago diferentes cosas, a veces trabajo en el turno de la mañana o en la tarde, depende de lo que me toque hacer, este trabajo lo realizo más que todo al llegar a casa, así mantengo la mente ocupada. También comencé a hacer ejercicio y tomo clases de baile. He logrado reunir algo de dinero no solo para el pasaje de mi madre, también para tener mi propio espacio y mudarme en cuanto mi mamá se venga. No es que no me guste estar con mi hermano, es solo que cuando mi mamá decida venirse, no quiero que sienta que le quitamos espacio, aunque él dice que no hace falta que me vaya, pero igual lo haré. En unos días mi hermana comenzará la universidad así que su familia ha hecho una reservación en un restaurante muy lujoso. Todavía no estoy segura de ir y todos saben el motivo. En este tiempo he cambiado mucho. Mi aspecto físico ya no es el mismo, ahora tengo el cabello largo, en las puntas lo he pintado de un color claro y lo tengo por la cintura. Mi cuerpo está firme gracias a los ejercicios. Y mi alimentación es más sana que antes. Todavía no he tenido mucho éxito al querer dejar atrás lo que me pasó. Trato de mantenerme ocupada todo lo que puedo para que mi mente no me traicione. Sin embargo, a la hora de dormir fracaso, los recuerdos continúan al igual que las pesadillas. Me encuentro en el trabajo, hoy me toca arreglar uñas. Acabo de terminar con un cliente cuando veo que llega una señora con aires de grandeza. Veo que mira hacia los lados y al no encontrar lo que desea se dirige a la recepción para preguntarle a Raquel por Miranda, una compañera muy buena en su trabajo. Raquel le indica amablemente que Miranda tiene el día libre. A lo cual la doña frunce el ceño y le dice que la llame que tiene que atenderla. Raquel se pone nerviosa y no sé por qué. Me dirijo sutilmente a la recepción y pregunto qué pasa, ella me explica. Yo le sonrió a Raquel para que se tranquilice y con la mirada le transmito que yo me hago cargo. Ella se relaja visiblemente y yo vuelco mi atención hacia la señora que me mira como un bicho raro. Un poco intimidada le sonrió y le digo: —Discúlpeme, pero Miranda pidió exclusivamente el día de hoy por una urgencia familiar así que me temo no podrá venir a atenderla. — ¿Y tú quién eres? ¿A caso no sabes quién soy yo? —Mucho gusto, Señora. Soy Verónica, la suplente del administrador del local, ¿y usted es? Me observa de arriba abajo como si estuviera escaneándome. — ¿Cómo es posible que no sepas quién soy? ¿A caso la dueña no te ha dicho que cuando yo vengo para acá, mi atención debe ser exclusiva? Soy una persona de alto rango político en el país. Así que te sugiero que llames a Miranda y le digas que venga a atenderme. —Bueno, señora lamento informarle que no será posible llamarla, su móvil se encuentra desconectado por lo que ya le comenté antes. ¿Por qué no deja que otra chica la atienda? — ¡No! A mí solamente me atiende Miranda. ¡Llámela ahora! —A ver, señora hagamos lo siguiente, yo la atenderé. Si no le gusta mi trabajo, no cancela nada e incluso puede hablar con la dueña y mandarme a despedir. No se ve muy convencida de lo dije. — ¿Estás segura de eso? —Sí. Usted decida. —Muy bien. Pero si no me gusta me aseguraré de que nadie te contrate en ningún lado. Trago grueso y acierto moviendo la cabeza. La llevo hasta mi mesa y comienzo a atenderla. Luego veo que Raquel le trae una copa de champagne. El lugar donde se encuentra ubicado el negocio es una zona adinerada y con gente de mucho prestigio. Por eso, la atención debe ser perfecta. Me concentro en mi trabajo y le pregunto qué tipo de diseño y colores querrá en sus uñas. —Lo dejo a tu criterio, si te equivocas estás fuera. ‹‹Dios, ¿en qué lío me he metido?››, pienso. Quisiera no haber dicho eso, pero José salió y me dejó también al pendiente de todo. ¡Quiero morirme! Elijo unos tonos claros y le hago unas decoraciones poco peculiares con piedras brillantes. Espero haber acertado. Finalmente, decido colocarle un sellador de esmalte para que la pintura y la decoración no se caigan fácilmente. Ella mira sus uñas y me mira fijamente. Veo que saca su teléfono y marca un número. ››Hola Perla, ¿Cómo estás? Se me secó la boca al escucharla, Perla es la dueña, tía de mis hermanos. —Te llamo porque estoy en el local y Miranda no se encuentra. Te podrás imaginar, me pareció insólito que no estuviera porque precisamente yo venía hoy. —Sí así me comentaron... En fin, te llamo porque otra chica me atendió, se llama Verónica... Ah ok, no sabía que eran parientes. Bueno sabes que soy muy delicada con mis cosas y por eso mismo te llamo. Verónica... Mis manos sudaban estaba nerviosa no sabía lo que iba a decirle. Miles de cosas pasaban por mi mente en ese instante hasta que escucho lo que sale de sus labios. —Me ha dejado sin palabras, me encantó como me arregló las uñas, es una diosa con las manos. Además, me hizo unos masajes de infarto. Estoy súper encantada con ella. Creo que voy a dejar a Miranda y me cambiaré con ella —rie—. Te lo informo para que estés al tanto, querida. ¿Qué? ¿Mis oídos escucharon bien? Dijo que está encanta. —Bueno, querida te dejo. Debo irme. Tengo muchas cosas por hacer. ¡Adiós! Me mira con una gran sonrisa. —Bueno Vero. ¿Puedo llamarte así? —Sí, claro. —Estoy más que satisfecha con mis uñas así que te quiero proponer algo; tengo muchas amigas que estarían súper contentas con tu atención así que me gustaría que para la próxima vez, vayas a mi casa y nos arregles las uñas. Aunque deberá ser por parte porque son muchas —sonríe. —Oh ¡Claro! Me encanta la idea. Usted me avisa y con gusto las atiendo. Se dirige a la caja para cancelar su arreglo y me da una propina que me dejó con la boca abierta. Sin duda, hoy fue un gran día de trabajo. De camino a casa pienso sobre el día tan intenso que tuve con la "doña" tiene un nombre muy largo así que le pregunté si podía llamarla Marieta y me dijo que sí, es más fácil a decir verdad. Al llegar, noto que José no se encuentra en casa. Dijo que iba a salir; él también se ha dedicado de lleno junto a mí al gimnasio, y ha tenido grandes cambios, ahora es mucho más guapo que antes y las mocosas se le pegan tanto que cansa. Me baño y me arreglo. Decido prepararme una ensalada cesar para luego trabajar. Enciendo la laptop y comienzo a buscar información sobre el tema que me corresponde hacer. Al finalizarlo me acuesto a dormir, estoy cansada.
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