El solo hecho de tenerlo frente a mí me pone mal y me refiero a sexualmente, el olor a cigarrillo y perfume me encantan. Sus ojos verdes ocultos en el antifaz, las facciones de su cara, sus labios húmedos por tanto relamer, su cabello un poco desordenado, la respiración calmada, pero entrecortada. Su mano aun me tiene agarra, mis manos están en su pecho, manteniendo una distancia apropiada, trato de zafarme, pero es imposible, maldita sea Robbi, por hacer estos cubículos, por poner mi curiosidad al máximo.
–Debería, irme, así puedes disfrutar de esto… De seguro alguien querrá compartir contigo, yo, debo irme –carraspeo y veo como él sonríe, me suelta y asiente.
–No te obligare a que me acompañes, aunque... –su nariz se posa en mi hombro y olfatea hasta mi cuello, cierro mis ojos al sentir su respiración, me eriza toda la piel. –Sé que quieres estar conmigo, prometo hacerte olvidar como ayer en la noche.
–Ayer, solo fue ayer, es pasado, así que… Si me disculpas –siento sus labios en mi piel, sé que formo una sonrisa, quiero alejarme. pero no puedo, no quiero.
–Bien... ¿Qué esperas para irte? ¿De verdad quieres irte? ¿Me dejaras solo? –asiento y asiento a cada pregunta, pero mi cuerpo no reacciona, sus labios húmedos dejan un beso en mi cuello, mi garganta seca. – ¿Si? ¿Estás segura? ¿Porque aun continuas aquí, Samantha?
Escuchar mi nombre salir de sus labios acciona algo dentro de mí, cierro mis ojos, él aún no se aparta de mí. ¿Cómo es que sabe mi nombre? Sé que ayer no se lo dije, no estaba tan borracha, ¿O sí?
Su mano izquierda comienza acariciar debajo de mi vestido, mala idea el ponerme este tipo de vestido ligero, su mano aprieta mi muslo, su boca se pasea entre besos por mi cuello, las yemas de sus dedos suben por mi pierna, acariciando poco a poco hasta llegar a mis bragas.
– ¿Las dejaras hoy para mí también? Me gusto que hicieras eso, me molesto un poco el despertar y no encontrarte a mi lado, pero me excito el encontrar tus braguitas, ¿Puedo quitarlas? –como estúpida asiento, pero ¿qué diablos me está haciendo este hombre?
Baja mis bragas, estas sin más caen sobre el suelo, afloja un poco su corbata y desbotona algunos botones dejando ver un poco su pecho desnudo. Se acerca nuevamente hasta mí y sin más sus labios toman los míos. Toma mi cabeza desde atrás para unirme más a su boca, jadeo por el gusto, su mano libre entra por debajo de mi vestido llegando hasta mi v****a, y sin más sus dedos entran en mi humedad. Me arqueo, no tengo de dónde agarrarme, así que mis brazos rodean sus hombros y su cuello, sus dedos comienzan a moverse en círculos, ¿cómo es que termine en esto?
–Estas tan mojada, mi flor.
Él se aleja un poco de mí y los dedos que hacen un momento estaban acariciando mi clítoris ahora está en su boca.
Eso me excita tanto que no espero más, quito el saco n***o, seguido de su corbata, termino por desbotonar los botones faltantes, pero no quito su camisa de vestir. Me despojo de mi vestido dejándolo caer sobre el suelo, sus ojos suben y abajan, su mano derecha toca mi pecho seguido de mis senos, un ligero apretón en mi pezón me hace gemir, su mano me toma de la cintura y me atrae hacia él.
Sus labios besan mis hombros, puedo sentir su erección chocar en mi vientre, mis manos bajan hasta sus pantalones y con habilidad desabrocho el botón y bajo el cierre. Mi mano lo toca por encima de la tela de su ropa íntima, él gruñe en mi oído seguido pasa su lengua en mi oreja, sus manos toman mis glúteos y me alza. Por mi lado enredo mis piernas en su cintura y él camina hasta el enorme sillón y se sienta, yo ahorcajas beso sus labios con poca paciencia.
Cameron termina de despojarse de su camisa y su torso definido queda desnudo, aun conmigo encima de él, logra bajar un poco sus pantalones y ropa interior, su m*****o erecto roza con mi intimidad, deseo tenerlo dentro de mi rápidamente. Él voltea un lado y de una mesa toma un condón, rápidamente lo destapa y lo coloca, observo lo duro que esta, ahora puedo notar lo fabuloso que se ve, no tengo tanto alcohol en mi cuerpo y estoy más consciente de lo que hago. Estoy en un lugar público a punto de tener sexo con un desconocido, que ya no es tan desconocido.
– ¿Lo quieres? ¿Quieres tenerlo dentro de ti? –asiento, deseosa, me encanta que me hable con esa voz gruesa y ronca que tiene.
Su boca encuentra mis pezones y los chupa, me arqueo y gimo, mis uñas se clavan en su espalda, su lengua juguetea, sus manos se aferran a mis caderas, sin aviso alguno su pene entra dentro de mí de una estocada y me deja sin aliento. Me hace chillar de placer, doy gracias a los cielos que este la música muy fuerte y así nadie nos escucha. Sin esperar tanto, comienzo a moverme de arriba abajo, sus manos aprietan mi trasero, sus dientes muerden con placer mis hombros, una de sus manos sube hasta mi cabello y quita la cola que lo sostenía, mi cabello cae por mis hombros, él lo toma entre sus dedos y con leve jalón me hace verlo a los ojos.
–Siempre... siempre que estés conmigo… lleva el cabello suelto, me gustas con tu rubio cayendo por tu piel desnuda –suspiro, le miro fijo. –No imaginas las cosas, que aprenderás conmigo, Samantha... –él habla entre pausas, me detengo y comienza a darme fuerte y duro.
Dentro fuera, dentro fuera, tomo su rostro entre mis manos y lo beso, siento que estoy por colapsar, su mano se cola entre nosotros y sus dedos comienzan a estimular mi clítoris. No creo aguantar más, siento que estoy por sentir esa exquisita corriente que invade mi cuerpo cuando me vengo, mis gemidos comienzan hacer más seguidos, escucho sus gruñidos en mi oído, creo que esta vez seremos ambos que lleguemos juntos al orgasmo. No para de darme más y más, y ocurre, me desplomo en sus brazos, él me abraza apretándome tan fuerte a su cuerpo, sus dientes mordiendo mi hombro.
– ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres conmigo? –exclamo con mi respiración acelerada.
–Un placer, soy Cameron Tanner; y contigo... –pasa su lengua por mi hombro. – Deseo tener el mejor de los placeres, y ya llevo dos.
–Samantha Evak, ¿Y qué te hace pensar que yo accederé a tus placeres? –ríe y se aleja un poco de mi logrando así que lo vea a los ojos.
–Ya hemos tenido dos, repito, y aún nos falta un montón –me guiña y me prende, carajo. –Prometo que no te arrepentirás.
Cuando estoy por hablar, una voz del otro lado nos avisa que ya es hora de despachar. Me levanto de encima de él y busco mi vestido y tacones, cuando estoy por tomar mis bragas él se adelanta y las toma rápidamente, las guarda en su bolsillo, le miro perpleja, ¿acaso pretende dejarme sin ropa interior? Me acerco hasta él para tomarlas y niega, acerca sus labios a los míos y me da un casto beso.
–Son mías a partir de ahora, y cada vez que tengamos nuestros encuentros, es mejor que no las lleves, porque de resto serán mías.
– ¿Y quién le hace pensar que volveremos a tener más encuentros? –me mira con arrogancia y una sonrisa de lado adorna su rostro. –Le aseguro que no volverá a ocurrir.
–Samantha...
–Buenas noches, señor Tanner.
Arreglo un poco mi cabello antes de salir, arreglo mi vestido para que no se note mi falta de ropa interior, me escabullo entre la gente y salgo del hotel. Busco mi coche y tomo camino a casa, las chicas resolverán el cómo volver, no volveré dentro a buscarles, de seguro ellas si están pasando bien la noche.
Mi cabeza ahora es un desordenado ovillo y debo irme a casa, debo ir a dormir, no quiero pensar tanto en lo que recién ocurrió. Nuevamente estuve con ese hombre, debo dejar de ser tan zorra, por amor a Dios, siento como si la vida me está haciendo una mala jugada, que todo me impulsa a encontrarme con él.
…
Han pasado cuatro días exactamente desde que tuve el último encuentro con ese hombre, al otro día mi hermana y mi mejor amiga me pidieron explicación, pero solo mencioné que no me sentía bien y decidí volver.
Mis noches no han sido tan agradables que digamos, al caer en sueño profundo en mis sueños se pasea sus ojos, sus labios, sus manos en mi piel, sus dientes mordiendo algunas partes de mi cuerpo, en medio de la madrugada me despierto exaltada y termino dándome amor propio pensando en ese hombre. En principio creí que estaba haciendo mal, pero solo es pensar en él para llegar a un orgasmo, mientras que él no sepa eso todo está bien.
Mi sala esta con unas dos cajas de cartón, he pasado estos días recogiendo las cosas de mi ex prometido, debo hacerlas llegar hasta su casa. Las fotografías las he quemado, sus regalos van en las cajas, algunas prendas de ropa y otras cosas que le pertenecía. Tomo mi nuevo móvil y lo conecto a mi estéreo, la música en mi pequeño hogar se escucha en cada rincón, una de mis favoritas suena y recojo mi cabello en una cola alta tomo un fuerte suspiro y aprovecho para limpiar mi casa, estoy de ánimo y no puedo desaprovechar eso.
Comienzo a mover mi cuerpo mientras que se escucha Your Type, es tan alegre esa canción, la voz de Carly Rae Jepsen es realmente emocionante y me dan más ánimo de hacer un cambio a mi casa. Cambiar los portarretratos a otro lugar, mover los muebles, todo un gran cambio.
El calor se apodera de mí, quisiera poder limpiar sin ropa, pero no, eso sería realmente más incómodo, continuo y de pronto escucho el timbre. Corro hasta la puerta, no esperaba a nadie, pero bueno de seguro es uno de mis vecinos quejosos, no le bajare el volumen a mi música, es mi casa, es mi espacio, si no que jodan a otra parte.
Al abrir, no es ni un vecino ni un repartidor, sonrió al verlo y le pido que entre a casa.
–Lucas... ¿Qué te trae por acá? –sus azules me observan de arriba abajo y ríe.
– ¿Acaso no puedo visitar a una amiga?
–No, no es eso, es que creí que tu no me darías la cara.
–Samantha, no tengo nada que ver y mucho menos en lo que ocurrió con Bruno, de verdad, quede tan sorprendido como todos ustedes ¿Nos sentamos? –asiento y caminamos hasta la sala.
Antes de sentarme para hablar con él, busco dos vasos de jugo, al volver lo encuentro viendo dentro de la caja y luego su mirada se fija en mí, me encojo de hombros, él sonríe cabizbajo.
–Es lo mínimo que puedes hacer, ¿Quieres que yo me encargue de hacerlos llegar a su casa? –asiento un poco aliviada, no tenía idea de cómo iba hacer eso.
–Te agradecería mucho eso, Lucas, de verdad que, no creí que tu mejor amigo me hiciera semejante cosa como el dejarme en el altar –suspiro. –Pero bueno, solo espero que algún día me diga que ocurrió.
–Lo hará, al menos es lo mínimo que te debe, Sammi, por cierto, creí que no te encontraría acá, pero vi tu coche y escuche la música, pensé que estarías en tu trabajo.
–Lo he dejado, el lunes a primera hora llame a Christina, no quiero seguir trabajando con la familia de mi ex novio, sé que no tienen culpa, pero puedo sentir la culpa y la lastima y no quiero eso –me encojo de hombros. –Estaba pensando en que quizás, no sé, abrir una tienda de ropa, si sabes que en eso me destaco mucho, aun no lo sé, ni siquiera había pensado en mí, todo giraba en torno a Bruno y luego yo, eran planes a dúo, pero bueno ya veré que resuelvo.
Asiente y sonríe, continuamos charlando de un montón de cosas más, pregunta por Emily y mi hermana. Antes siempre salíamos todos juntos de fiesta, me propuso volver a eso y estoy pensando en que quizás sí, puedo volver a eso. Quizás para disfrutar mi libertad, después de tanta charla decide irse, pero no sin antes llevar las cosas de Bruno a casa de sus padres.
Termino mi operación remodelación, camino hasta el comedor y veo la hora en mi móvil, son cerca de las seis de la tarde, no tengo muchos ánimos de hacer comida así que pido comida china. Me tomo una ducha de aproximadamente unos cinco minutos y escucho el timbre, me sorprende que la comida llego tan rápido, termino de colocar mi ropa de estar en casa, mi cabello nuevamente en una cola alta y mis lentes de leer. Salgo corriendo descalza y al abrir la puerta mis ojos se abren tanto, mi garganta se seca y las palabras no me salen.
Un enorme arreglado de orquídeas purpuras y algunos Tulipanes blancos están frente a mí, el chico me sonríe y me las entrega, me hace firmar le doy propina y se marcha, cierro la puerta con mi pie y llevo el arreglo hasta la mesa.
Contemplo el arreglo es muy hermoso y costoso, a decir verdad, sé que es imposible que sean de mi ex prometido, quizás son de papá, él siempre ha tenido esos detalles. Pero papá sabe que mis favoritas siempre serán las hortensias y lirios amarillos, pero eso no quiere decir que no me encante este arreglo. Comienzo a ver alrededor a ver si encuentro algún mensajito y bingo, doy con este, lo tomo y antes de abrir el pequeño sobre, veo una C y T; mi corazón se desboca y rápidamente le abro.
Tu piel es tan suave como los pétalos de estas flores. Espero pronto tener un próximo encuentro contigo, Samantha. –Cameron Tanner.–
Empiezo a mirar a todos lados, arriba abajo, ¿acaso me están espiando? ¿cómo es que sabe dónde carajo vivo? El timbre suena y del susto salto y dejo caer la tarjeta, camino a la puerta y entre vacilación la abro. Mi corazón se relaja al ver el repartidor de comida, tomo la comida china y entrego el dinero, camino nuevamente hasta la mesa y observo el arreglo de flores.
No puedo negar lo hermoso que es, pero no llegue a pensar que serían de él, lo que no comprendo es como sabe dónde vivo, Dios mío ¿acaso me siguió aquella noche? Aparto las mil y un teorías en mi cabeza y camino hasta la sala, enciendo la tele y me entretengo comiendo y viendo una película, mi móvil suena y tanteando en el sofá doy con este, contesto la llamada sin ver la pantalla, la película esta tan buena.
– ¿Si, diga?
– ¿Te gustaron las flores? No sabía cuales te gustan así que... Elegí las que se asemejan a tu piel.
De golpe aparto el móvil de mi oído y miro la pantalla no es un numero registrado, me siento nerviosa, una sensación en la boca de mi estómago aparece, carraspeo y llevo el móvil nuevamente a mi odio.
– ¿Disculpe? ¿Pero cómo es que usted sabe mi dirección? ¿Cómo diablos sabe mi número de móvil? ¿A que juega señor Tanner? –una risita al otro lado de la línea.
–Nunca debería subestimarme señorita, Evak, cuanto me encantaría tomar una de esas flores y pasarla por su cuerpo desnudo...
Pienso que esto se trata de una broma, pero no, esa es su voz, ese es él siendo tan ardiente como las dos veces que lo vi.
–No estoy para sus jugarretas, así que, si me disculpa, feliz noche.
Termino la llamada y tiro el móvil a un lado, mi vista en la tv, pero mi mente en esa llamada. Dios mío, ¿acaso ese hombre es una caja de pandora? ¿cómo es que sabe tanto? Sé que tiene dinero para averiguar lo que le venga en gana, pero ¿investigarme a mí? Mi dirección, mi número de móvil, está totalmente loco, Dios mío Samantha, ¿con quién te has metido?
Logrando que mi mente olvide esa llamada, decido buscar un libro en mi estante, coloco música de fondo no tan alto y comienzo a leer. Me meto en la lectura, luego de sentir mis ojos pesados miro a la mesita de un lado y veo que ya es más de media noche. Cierro el libro y me recuesto en el sofá, apago la tele y dejo la música sonar, mis ojos pesados no pueden más, sin más me dejo caer en sueño profundo y por una noche que duerma en el sofá no ira nada mal.
_
Silencio... Silencio... Silencio...
Pero es lo menos que ocurre en este momento, mi móvil sonando, el estero aun con música, el timbre de mi casa siendo tocado y leves golpes a la puerta. Me levanto cabreada, miro por la ventana a mi lado y veo que recién el cielo se está aclarando.
Mi vista va al reloj de la mesita de noche y son las putas seis de la mañana, pero ¿qué mierda es esta? Solo espero que no sea mi hermana porque donde sea ella, lleno la tina del baño y la ahogo. Me levanto gritando profanidades por la casa y al llegar a la puerta la abro con una enorme rabieta, aun con mis ojos entrecerrados trato de escanear quien está frente a mí.
Alto...
Musculoso...
Cabello castaño...
Sonrisa de lado...
–Buenos días, mi flor... –escuchando su voz y espabilando mi sueño, mis piernas tiemblan, mi corazón se desboca.
–¿Qué? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo? ¿Que? –toda incrédula y sin entender cómo es que Cameron Tanner está frente a mí y tan temprana hora de la mañana.
– ¿Puedo entrar?
–No –sonríe y sin importarle nada pasa a mi lado y cierro la puerta detrás de mí. –Deja de ser tan osado.
–Ya lo hice.
– ¿Ah? No me digas, ¿De verdad? Podrías por favor decirme, ¿Qué diablos haces aquí?
Él se da media vuelta y sus ojos verdes se fijan con los míos, sonríe y su mano derecha rodea mi cintura, su nariz olfatea mi cabello, su boca deja un beso en mi frente, yo trato de asimilar esto,
– ¿Qué es esto? ¿Estoy soñando?
–No, no estas soñando, si, pensaste en voz alta y yo, yo quería que tu fueras lo primero que vieran mis ojos al iniciar el día, Samantha.