Con tal solo verla sentada frente a él, escucharla respirar, eran razones suficientes para no dejarla ir.
¿A caso ella se sentía de la misma manera a como él estaba?
Por supuesto. Isabelle estaba bastante ansiosa, por tenerlo de nuevo frente a él, y estaba fuera de si al verlo de nuevo sentado sobre su gran silla de cuero, con un saco n***o y de nuevo con ese rostro tan perfecto.
Carlos le había dicho que tenían muchas cosas de que hablar, pero ¿Qué era tan importante? El había mencionado que Krystal la capacitaría. No él.
—Supongo que Krystal ya le explico la importancia que tiene este cargo.
—Si señor.
—Bien, le explicaré un poco más a detalle. Usted trabajará para mi ocho horas diarias, recibirá un suelo base, sin embargo por el estatus en el que estoy y por mi apretada agenda, habrá ocasiones en que requeriré hasta un máximo de cuatro horas extras para poder checar modificaciones de contratos con otras cadenas hoteleras, o revisar proyecciones para la presentación de un nuevo proyecto, por supuesto esto le dará un bono extra en su sueldo.
Isabelle estaba sorprendida, nunca imagino terminar con un puesto tan importante y ni imaginar la cantidad de dinero que iba a ganar.
—¡Oh claro! Lo olvidaba, también habrá ocasiones en que requiera tiempo para que pueda acompañarme a viajes de negocios, a veces simplemente por medio de correos y de documentos no es suficiente para poder cerrar un negocio, así que esto es también muy fundamental.
Isabelle se sorprendió por lo dicho. Ella nunca viajaba a menos de que fuera a Italia, a ver a su familia, pero para poder conocer y relajarse nunca lo había hecho ya que el dinero que ganaba no era suficiente como para poder hacer un viaje y poder relajarse.
—En ese caso no debe de preocuparse por el tiempo señor Morgan, yo dispongo de este para lo que necesite— comentó Isabelle mientras se mordía el labio inferior.
No podía evitarlo, ese efecto lo provocaba Carlos.
Carlos sintió como la polla se le endureció.
"Esos labios tan carnosos..."
—Eso espero señorita D'angelo, fue una decisión difícil al escoger a alguien que ocupe este lugar, así que espero lo mejor de usted.
—Lo haré, no se preocupe.
—Si es así Carlos se levantó de su asiento y camino hacia la puerta Isabelle hizo lo mismo y camino hacia la salida.
Carlos se estaba contenido desde hace días, pero ahora ya no podía. Iba a besarla. Ahora.
—Con permi... — Isabelle sintió un brazo en su cintura que le impedía salir de la oficina.
La mano de Carlos reposo en su pequeña cintura y con la otra mano libre volvió a cerrar la puerta. Nadie noto su acción atrevida.
—Señor Morgan, esto no está bien— Isabelle trato de quitar su mano de su cintura, aunque muy profundamente se negaba a hacerlo.
—Me tienes jodido Isabelle, llevo queriendo devorar esos labios por días y ahora que te tengo conmigo lo haré.
Carlos la volteo y la pego a la puerta. Colocando ambas manos en su cintura la acercó y planto sus labios sobre los de ella.
¡Por dios! Sus labios eran tan suaves y delicados que sin duda se quedaban corto a como los imaginaba. La tomo con mucha mas fuerza e intensifico el beso, hasta que ambos se separaron para buscar un poco de aire.
—Mira nada mas esos labios, tan suaves y carnosos, son tan irresistibles que me dan gas de— Carlos no termino porque su deseo era mas fuerte, así que succiono el labio inferior de Isabelle provocando que sacara un gemido.
—Señor Morgan...
—Me encantan tus tetas— la mano de Carlos subió una de sus manos, pasando por su vientre plano hasta llegar a su seno izquierdo.
—Hum...
—Como lo imagine— Carlos lo amoldo en su mano, apretándolo suavemente. Aunque trajera la blusa y el sujetador podía sentir que su pezón estaba erecto. Ganas no le faltaban de lamerlo y morderlo.
Volvió a besarla sin retirar su mano de su pecho, apretándolo para que ella pudiera sentir las ganas de tenia de poder cogérsela.
—Eres tan caliente y deseable pero, tendremos que dejarlo para otro día— antes de soltarla volvió a morderle el labio y por fin se separó de ella.
Mierda la imagen que veía Carlos era sumamente excitante: Isabelle con las mejillas rojas, los labios de la misma manera y sumamente hinchados, era como le trajeran su cena, porque Isabelle era la mujer que quería devorar y sentirla.
—Pero... —Isabelle no era capaz de terminar alguna frase. Estaba en shock por lo que acababa de suceder.
—Regresa a trabajar hermosa, pero recuerda— la tomo del brazo sin llegar a mas porque si la tomaba de nuevo no iba a controlarse— esto se queda para otro día.
Ahora sí, dejándola ir por completo, Isabelle abrió la puerta, salió sin darse cuenta de que Carlos observaba su hermoso trasero, uno que pronto iba a ser suyo, porque Isabelle no se le iba a escapar.