Benjamín recibió una carpeta de investigación de los peritos que atendieron el accidente en que había muerto su presunto hermano, y no tuvo más que ver la primera hoja para cerciorarse de que era él; definitivamente, los cuerpos que figuraban en primera plana de dicho expediente eran los de Bernardo Anguiano y la que suponía que era su esposa, pues a ella nunca la conoció.
El hombre sintió como si algo pesado le cayera encima, aplastándolo por completo, por eso ni siquiera pudo llorar, pues su cuerpo dejó de reaccionar, él ni siquiera era capaz de respirar, mucho menos podría sollozar.
Conocer la posibilidad de que su hermano no estuviera con vida lo estaba volviendo loco, y pensó que la incertidumbre era peor de lo que sería la certeza, pero se equivocó; el saber a su hermano muerto de verdad era cien mil veces peor que pensar en la posibilidad, pues en la posibilidad de que él estuviera muerto también estaba la posibilidad de que no lo estuviera, en la certeza no quedaba nada.
—¿Dónde están sus cuerpos? —preguntó en un hilo de voz el hombre cuando al fin pudo poner atención a su entorno, y luego de perderse toda la explicación que el perito dio mientras él solo atendía a la imagen entre sus manos y el dolor en su corazón—... ¿Están en una fosa común?
El perito, que veía al hombre reponerse un poco del shock, entendió que él pensara en ello, pues era casi conocimiento general que los cuerpos no identificados terminaban en la fosa común tras uno o dos meses de resguardo, pero esos cuerpos sí habían sido identificados, y habían tenido un funeral digno de cualquier persona amada casi medio año atrás.
FLASHBACK
El perito suspiró con evidente cansancio, pues la joven frente a él no quitaba el dedo del renglón, uno que nadie debería tocar, porque nadie, ni siquiera esa preciosa joven con mucho dinero y de gran apellido, debería tocar.
—Señorita, si no es pariente de las personas, no le puedo entregar los cuerpos —repitió el hombre algo que a esa joven no le parecía entrar en la cabeza—, deje de insistir, por favor.
—No voy a dejar de insistir —aseguró la joven—, porque no se los estoy pidiendo yo, los están pidiendo mis apoderadas, hijas de ellos dos. Por favor, ayúdeme, no puedo permitir que los ponga en una fosa común.
El hombre negó con la cabeza, no podía conmoverse con la dulce voz de esa mujer, ni con ese rostro de preocupación, él tenía un código y protocolos a los que debía apegarse para que las cosas funcionaran bien, y por ello había apagado un poco sus sentimientos, así que se haría de la vista gorda da lo que la joven pedía.
Sin embargo, Estrella Bianco había ido ahí con una única misión en la que no iba a fallar, porque definitivamente no permitiría que el cuerpo de esas dos pequeñitas fuera tratado de manera tan indigna.
Sí, no había familiares reclamando el cuerpo y, sí, ella no los conocía de nada, ni siquiera sabía sus apellidos, pues, tras el accidente, quien arrolló el pequeño auto donde viajaba la familia se llevó todas sus pertenencias, dejándolos sin identificación alguna; pero ellos eran los padres de sus niñas, así que lo haría por ellas.
—No me obligue a traerlas a este horrible lugar, por favor —pidió Estrella mostrándole una fotografía en su celular donde ambas niñas aparecían abrazadas a un enorme perro—, el expediente dice que son padres de ellas, no tienen que venir a reconocerlos, así que, por favor, ayúdeme a darles un sepelio digno, de darles un lugar en donde ellas puedan ir a hablar con ellos, por favor.
El perito suspiró, a él solo una cosa le conmovía, y eso eran los niños, entonces decidió hacer algo que usualmente no haría, pero que, por ese par de niñas que sonreían a pesar de todo, haría una excepción.
—Bien —dijo el hombre accediendo al fin—, lo tomaremos con un donativo, así que tome asiento y acépteme un café, porque la burocracia para esto será demasiada, además de que deberá someterse a una investigación exhaustiva que incluye pruebas psicométricas que demuestren que no es un sentimiento de culpa lo que te motiva a donar, o que no es algún tipo de morbo lo que te hace involucrarte con nosotros.
Estrella fijó sus ojos grandemente abiertos en el hombre, eso definitivamente sonaba a muchas molestias, pero si le permitía que le entregaran los cuerpos de los padres de sus niñas enfrentaría lo que fuera; sin embargo, al final, cuando se dieron cuenta de que recibían apoyo de la empresa del padre de la chica, todo fue mucho más fácil para ella.
FIN DE FLASHBACK
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—La señorita Bianco pagó por esto —explicó el perito, que, por decisión propia, llevó al joven hasta la tumba de su hermano mayor—, el funeral fue muy íntimo, eran los padres de la señorita Bianco, su hermano, la trabajadora social del instituto municipal de protección al menor y las dos pequeñas que se despidieron de ellos.
Benjamín no pudo contener más el llanto, sus lágrimas recorrieron sus mejillas mientras el calor de su cuerpo se desvanecía en ellas, dejándolo helado ante la ineludible muerte.
"En memoria de los padres de Becky y Betty, los amores de sus vidas, un abrazo y todo su amor hasta el cielo para siempre" era lo que rezaba el epitafio sobre una bella lápida de mármol blanco, esto además de la fecha de defunción de las dos personas cuyos cuerpos descansaban en ese lugar.
El joven hombre pasó su mano sobre la lápida fría y se estremeció por completo, su cuerpo dolía casi tanto como su corazón, sentía como si se estuviera muriendo, lo sabía a pesar de no haber estado al borde de la muerte jamás, pero seguro esa sensación de ahogo que le hacía sentir la cabeza a punto de explotar y el dolor en el pecho que le doblaba la espalda debía sentirse como morir.
De pronto, una palabra resonó en la cabeza del hombre, sobre todo cuando al mirar pudo reconocer al par de niñas que corrían hacia él tras llamarlo "papá" y, cuando se abrazaron a sus piernas, él no pudo hacer más que llorar mucho más.
Ellas eran sus sobrinas, ahora estaba seguro de ello, y por alguna razón sentía que las podía amar demasiado, y eso reafirmó en él la decisión de hacerse cargo de ellas, de protegerlas, de amarlas y educarlas para que se convirtieran en personas de bien, tal como habían sido su hermano mayor y la esposa de este.