34- No es una invitación… Es una orden

2081 Palabras
JESSA Después del convivio de la compañía y de mi sucio momento con Trace, me doy cuenta de que no puedo retener a Elías. Sería cruel usarlo para poner celoso a Trace, o hacerle pensar que existe la posibilidad de que estemos juntos, mientras otro hombre consume todos mis pensamientos despiertos. Y la mayoría de los que tengo dormida también. Así que lo dejé ir con calma, al menos, pensé que era fácil. Le dije la verdad, sobre cómo, aunque era un chico increíble, le dije que todavía estaba demasiado mal por mi relación anterior como para darle la atención que se merece. >. Al menos se lo tomó bien. Me dijo que lo entendía completamente. No hubo ninguna escena emotiva; simplemente tomamos caminos separados. Gracias a Dios. Porque ya me siento bastante mal por haber tendido sexo de odio con Trace, no necesito otra razón para odiarme a mi misma también. Porque me estoy riendo a carcajadas. A pesar de que Trace me dejo sin contemplaciones como basura, todavía anhelo más. Mi mente sabe que ha cruzado la línea al tratarme de esta manera, pero mi cuerpo… Todavía me duele el cuerpo de deseo, imaginándolo, tomándome así de nuevo. Fuerte y rápido, hasta que me rompa en pedazos bajo sus manos expertas. No es que vaya a suceder. Ni siquiera me miró durante el resto del convivio. Mientras Fernanda nos llevaba a casa, fingí estar dormida, pero en realidad, estaba al borde de las lágrimas. Lo odio. Odio, odio, odio. Pero eso no me impide tener sueños sexuales salvajes con él cada vez que cierro los ojos. Sigo imaginándolo, embistiendo contra mí, y luego despertando, jadeando, sudando y arañando el aire, desesperada por él. Esto no puede continuar. —Voy a presentar mi renuncia— le digo a Fernanda, mientras nos dirigimos a la oficina el lunes por la mañana. Sus ojos se abren de par en par. —¿Qué? ¿Por qué? — La miro. —Bien. toda esa “ruptura desordenada con el jefe” es una buena razón— admite, —pero pensé que estabas esperando— Niego con la cabeza. —No puedo, ya no. Estaba planeando quedarme hasta encontrar algo nuevo, pero…Es demasiado. No puedo estar cerca de él. Nada bueno pasa cuando estamos juntos. No puedo confiar en mí misma— Todo lo que tiene que hacer es tocarme, y el sentido común se me va por la ventana. Si me dice que abra las piernas, sé que lo haría en un instante, a pesar de todo. Nuestra atracción s****l es demasiado fuerte. Así que necesito alejarme lo más lejos posible de Trace Rosberg, de su boca sucia, de sus manos perversas y de su polla milagrosa. —¿Cuándo se lo vas a decir? — pregunta Fernanda. Trago saliva. Trace lo tomará como una victoria. Como si hubiera ganado. Pero tal vez esté bien. Puede ganar la batalla, si mantengo mi cordura intacta. —Yo… Encontrare el momento adecuado— digo, con un aleteo de nervios. —¡Buena suerte! — La puerta de la oficina de Trace está cerrada cuando nos acercamos a la zona ejecutiva. Vivian esta allí, escribiendo. Mira su reloj. —Llegas diez minutos tarde— —¡Lo siento! — le dedico una sonrisa apaciguadora. —El Subway estaba lleno— Gruñe: —No lo conviertas en algo cotidiano— —Buenos días a ti también, Vivian— trina Fernanda, y luego susurra en mi oído. —No puedo creer que técnicamente le informes a ella— Consigo sonreír y me vuelvo hacia mi escritorio. Hay una caja larga encima. De esas en las que entregan las rosas. Fernanda la ve al mismo tiempo que yo. —Oooh. ¿Admirador secreto? — chilla. —No lo sé— Me acerco, curiosa. No puede ser de Elías. No me enviaría más flores, ¿verdad? La única otra opción, la que me acelera el pulso, es Trace. Tal vez se siente fatal por cómo me trató, y esta es su forma de disculparse. Miro a Vivian. —¿Viste quien entregó esto? — Sigue escribiendo como un huracán, sin pausa. —Llegué a las siete. Nadie me entregó nada mientras estuve aquí— Levanto la tapa, esperando una magnifica exhibición, pero en cambio, solo hay un montón de pétalos y trozos de flores, marchitos y negros. Cortados en pedazos. Retrocedo helada. —Que romántico— comenta Fernanda. Mirándome por encima del hombro. —¿Quién te las envió? — Un escalofrió me recorre la espalda mientras busco la tarjeta. Pero no hay ninguna. Me devano los sesos pensando quién podría haberme enviado un regalo tan grotesco. —¿Crees… crees que es Elías? — pregunto. Es el único chico con el que he roto recientemente. Fernanda niega con la cabeza. —No parece del tipo que se pone como Atracción fatal con una chica— —No, tienes razón— digo. Elías es demasiado sensato para hacer algo tan enfermizo. —Quizás alguien los trajo la semana pasada y se marchitaron? — sugiere. Levanto un puñado de pétalos. No. Es furioso, vil, más bien como si alguien los hubiera cortado. Una amenaza. Rápidamente cierro la tapa de golpe y la tiro a la basura. —¡Probablemente solo fue una confusión en la floristería! — digo alegremente, fingiendo que el regalo no me inquieta. —O Christina quería enviárselos a Trace— Fernanda se rie. —Eso parece más probable. ¡Nos vemos luego— Sale y me vuelvo hace mi computadora, pero no puedo evitar echar miradas a las rosas en la basura. Un nombre ronda mi cabeza. Nero Morelli. ¿No es así como opera la mafia? No sé por qué me estaría enviando regalos así. ¿Cuál es su punto? ¿Me está asustando para que convenza a Trace de cooperar? ¿Esto es una advertencia, de alguna manera? Sea lo que sea, tiene que terminar. No tengo control sobre Trace. No tengo ninguna influencia sobre lo que hace o no hace. Amenazarme no vale nada. Ha dejado claro que no le importa lo que me pase. Ni siquiera me he instalado para trabajar cuando el hombre en persona entra a grandes zancadas. Inmediatamente da órdenes y gritos, haciendo que Vivian salga corriendo, y él vuelve su atención hacia mí. No miro. No puedo mirar. En cambio, miro fijamente a mi ordenador, aunque todavía está en marcha. Pero puedo sentir su mirada sobre mí. —Jessa— De mala gana, giro la cabeza hacia él. Como de costumbre, todo el aire abandona mis pulmones y me quedo sin aliento, solo por la vista de su rostro molestamente perfecto. Engancha un dedo, con firmeza. —Ven aquí— ordena, luego desaparece en su oficina. No tengo elección, me levanto y me dirijo hacia él, sus palabras sucias resonando en mis oídos. “¿Te sujeta para chuparle la polla? ¿Lo tomas hasta el final y tragas cada gota, como una buena chica? Siento sus manos clavándose en mí, su polla empujando profundamente… Mis pezones se fruncen y mi cuerpo vibra para cuando llego a la puerta, pero agarro mi cuaderno como escudo y me obligo a mantener la calma. —¿Sí? — pregunto gélida. Trace a penas me mira. —Tengo que resolver los detalles de nuestra colaboración con Moda Eccezionale, así que tengo que ir a Italia unos días. Necesito que anotes esto— Empieza a enumerar todas las cosas que necesita hacer mientras esta fuera. Es una lista larga, del tipo que la madrastra le dió a Cenicienta, pero la anoto con alegría. ¿Unos días sin él? Esto es bueno. Esto es genial. Necesito poner distancia entre nosotros y pensar en mi estrategia de salida. Demonios, podría renunciar mientras él no está, simplemente entregarle mi renuncia a Vivian y haberme ido para cuando regrese. Sin escenas incómodas, sin victoria engreída en sus ojos. Necesito desintoxicarme. Ser libre. Me encuentro exhalando de alivio. —Esto no debería ser un problema— digo sonriendo al pensarlo. —Empezaré enseguida. ¿Cuándo te vas? —¿Cuándo nos vamos, quieres decir? Mañana por la tarde— Asiento. —¿Quién más está en el viaje? — —Tú— Levanto la vista en estado de shock. —¿Qué? — —Me oíste— Trace parece casi divertido mientras observa mi sorpresa y pánico. ¿Los dos, de viaje juntos, durante días? —No gracias— digo luchando por mantener la calma. —No es una invitación, Jessa. Es una orden— Maldita sea. Odio la forma en que tiemblo de lujuria ante ese tono de voz, el que me ha ordenado arrodillarme antes. Luego, fui voluntariamente. Con entusiasmo. Pero no más. Niego con la cabeza. —Vivian puede ir. Lleva aquí más tiempo y tiene un millón de veces más experiencia que yo. Ella es…— —Tú eres— sus ojos nunca se apartan de los míos. —¿De verdad vas a desobedecerme en esto? Pensé que aprovecharías la oportunidad de un viaje gratis al extranjero— Tengo que resoplar ante eso. Porque gratis es lo último que este viaje seria. Pagaría de alguna manera. Italia ha estado en mi lista de deseos durante años, pero siempre me imaginé paseando por las calles, disfrutando de sus muchos placeres, con el hombre que amaba. No con el hombre que me lleva de la correa, que tiene sexo conmigo y luego se aleja y me ignora. Ese pensamiento está en mi cabeza mientras me levanto en toda mi estatura y lo miro fijamente. —Y te digo…tengo otras cosas que hacer y no puedo irme con tan poco tiempo— Sonríe con suficiencia. —¿Qué tienes que hacer exactamente? — —Bueno…— Debería haberme preparado mejor para esa pregunta, pero tal como están las cosas, me pilla por completamente inconsciente. —Mi madre. No puedo dejarla sola…— —Está recibiendo la mejor atención del país. Creo que tu si puedes— tiene razón en eso. Está recibiendo la mejor atención, cortesía de él. —Pero…— —¿Tienes grandes planes con tu novio? — Le frunzo el ceño. —¿Y que si los tengo? — Su sonrisa se ensancha. —Te garantizo que palidecerían en comparación con los planes que tengo para ti— Con la cara acalorada, doy un paso atrás, deteniéndome solo cuando mis rodillas golpean abruptamente la silla detrás de mí. Los planes que tiene para mí. Esa afirmación despierta todo tipo de fantasías perversas en mi cabeza. Las aparto. —Para— El levanta una ceja. —¿Parar qué? — Dejo escapar un suspiro de exasperación. —¡Sabes! Estás haciendo todo esto para atormentarme, y no es justo. No soy tu juguete para que me tires de donde quieras— Su mirada es ardiente como la mía. —Por lo que recuerdo, tu estabas dando tu parte de tirones. Tengo las marcas de tus garras en mi espalda para probarlo— Me sonrojo, golpeada por el recuerdo de nuevo. —Eso ya pasó. Es cosa del pasado— —Así que no deberías tener ningún problema en hacer este viaje conmigo. Como mi asistente, nada más— Responde Trace con suavidad. —¿A menos que no estés segura de poder resistirte? — Lo fulmino con la mirada. —Puedo resistirte perfectamente— Mentirosa, mentirosa, mentirosa. —Pues demuéstralo— Trace se burla. —Ven a Italia y no toques nada. Entonces, tal vez, crea que ya no me deseas. Que no estás secretamente mojada ahora mismo, suspirando por mi polla— añade, con una expresión tan satisfecha que no puedo evitar fruncir el ceño. —¡Bien! — exclamo, —Iré contigo en el viaje—añado rápidamente, con las mejillas encendidas. Pero solo entonces me doy cuenta de que esto es exactamente lo que quería. Trace ha conseguido manipularme para que me vaya del país con él durante tres días enteros de tortura, a su lado. —No olvides empacar— Trace alardea, con más satisfacción que nunca. —Te enviaré un coche mañana al medio día— Nunca le he mostrado el dedo medio a nadie, pero tengo ganas de hacerlo ahora mismo. En lugar de eso, salgo pisando fuerte hacia mi escritorio y tiro mi bloc. Dios mío. Voy a estar en Italia con Trace Rosberg. Y una parte de mí, una parte vergonzosa y secreta, no puede esperar.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR