JESSA
Es domingo por la mañana, me despierto con la luz brillante del sol. Un escalofrió de excitación recorre mi cuerpo de arriba abajo, al recordar lo que pasó ayer. El agua. La venda. El sexo alucinante y estremecedor.
Me estiro, sintiendo felizmente el dolor en mis extremidades; un eco de lo lejos que Trace me llevó hasta mis límites. Me pregunto que tendrá planeado para el día. Algo me dice que no será solo hojear los periódicos dominicales y almorzar. No, Trace Rosberg tendrá cosas más perversas en mente.
Me doy la vuelta, extendiendo la mano hacia el…pero no hay nadie en la cama a mi lado. Me doy la vuelta y lo confirmo. Se ha ido.
Se me encoge el estómago.
¿Ya se ha ido? ¿Fue todo una actuación después de todo?
Las palabras de Christina vuelven para atormentarme. “Cuando consiga lo que quiere…Se acabo el juego. No puede escapar de ellos lo suficientemente rápido”
Al rendirme a Trace, ¿me he vuelto inútil para el ahora?
Antes de que mi ansiedad pueda salirse de control, noto una nota en la mesita de noche.
Salí a correr un momento. Vuelvo pronto. -T
Exhalo aliviada, y luego me siento avergonzada de haber caído en la espiral tan rápido. Y que el rechazo que sentí no fuera todo s****l. Estas sintiendo algo?>>
Dejo el pensamiento a un lado y me pongo una bata suave que cuelga de la puerta del armario. A la luz del día, puedo ver que su habitación es igual que su casa en Nueva York; impecable, con pocos efectos personales, lo que da pocas pistas del hombre que es. Pero quiero saber más.
Salgo y camino por el pasillo, prestando atención a mi entorno. Curiosa, echo un vistazo a una serie de habitaciones de invitados inmaculadas…Lavandería…Un gimnasio… Abajo, encuentro más señales de vida. obras de arte enmarcadas en las paredes. Libros y recuerdos muy usados en la estantería. Un barco en una botella, una pelota de beisbol firmada en un estuche.
Llego a una fotografía y me detengo. Son Trace y sus padres, frente a las luces verdes. Debe tener unos diecisiete o dieciocho años en esta foto; un poco desgarbado, aún no está lleno como un hombre. Su padre podría ser su gemelo, excepto por su cabello canoso. Su madre…es una belleza. Lleva un bikini y pantalones holgados, su piel bronceada, y parece casi una joven adulta. Aunque estan sonriendo, hay algo en sus ojos que parece distante, no del todo feliz. No está mirando a la cámara, sus ojos parecen estar atrapados por algo que sucede a un lado.
Lo miró fijamente demasiado tiempo. finalmente, aparto la vista de él, mirando cada habitación, hasta que llego a una oficina. Esta está abarrotada de libros y algunos mapas enmarcados en la pared. La computadora portátil de Trace esta allí, sobre el escritorio, abierta, con la pantalla brillando.
Mi curiosidad arde con más intensidad. Me deslizo detrás del escritorio y lo acerco, segura de que estará protegido con contraseña. No lo está. Toda la información de Trace está ahí, esperando a ser descubierta.
Dudo allí, con los dedos en el panel táctil. ¿Debería hacer esto? Después de todo lo que compartimos anoche, ahora se siente diferente. Tal vez Christina está equivocada.
Lo pienso un momento y luego aparto la computadora portátil. Me parece mal traicionar su confianza aquí, en su propia casa. la oficina es diferente, pero todo esto es personal. Privado.
Mas segura ahora, me aseguro de que nada este fuera de lugar y me doy la vuelta para irme. Es entonces cuando lo veo, en el suelo. El llavero que vi en su oficina, el que tiene la forma de un pequeño globo terráqueo.
Lo recojo, sopesándolo en mi mano. Entonces me doy cuenta de que no es solo un llavero. Tambien es una memoria USB. Debe haberse caído del escritorio, sin que Trace se diera cuenta. ¿Qué información almacena en él?
De repente, oigo el sonido de la puerta principal abriéndose y luego pasos en el pasillo.
—¿Jessa? —
Pensando rápido, escondo el globo terráqueo en el bolsillo de mi bata y salgo al balcón, cerrando las puertas detrás de mí. Se extiende por la parte trasera de la propiedad, con acceso desde todas las habitaciones. En unos pocos pasos, estoy fuera de la sala; parece como si hubiera venido directamente de allí.
Me apoyo en la barandilla, fingiendo mirar la vista. —Aquí afuera— digo, sonando casual. Un momento después, sale y se une a mí.
—Buenos días— Trace sonríe. Esta sudando por correr: con el torso desnudo y guapísimo. Me atrae hacia si para darme un beso lento y apasionado.
—Lo es, ¿verdad? — le devuelvo la sonrisa, ahuyentando mi culpa. —¿Buen entrenamiento? —
—Es un comienzo— Trace me dedica una sonrisa lobuna.
Me río. —Tienes que mantener tu resistencia, supongo—
—Hablando de…— Trace me atrae de nuevo, sus manos recorriendo mi cuerpo dentro de mi bata.
—Estás todo sudado— le digo, aunque me encanta. Su aroma crudo y masculino.
—Entonces, deberíamos limpiarme—
Trace me lleva arriba, a su lujoso baño. Abre la ducha y me desnuda, atrayéndonos a ambos a la humeante ducha. Los chorros de agua pulsan sobre nuestros cuerpos, y Trace no pierde tiempo en enjabonarme.
—Me gusta ser minucioso— murmura, su barba incipiente rozando mi hombro desnudo mientras sus manos recorren cada curva.
Besa mis pechos, lamiendo con avidez la separación entre ellos mientras el agua corre a riachuelos sobre ellos. Sus manos se deslizan arriba y abajo por mi torso, sobre las curvas de mis caderas, hasta posarse en mi trasero. Lo ahueca, tentándome a acercarme más, hasta que puedo sentir su polla contra mi bajo vientre, dura y lista para mí.
Cierro mi puño a su alrededor, maravillándome de nuevo por su grueso grosor. Deja escapar un gemido cuando empiezo a bombear, encontrando un ritmo, jabonoso y resbaladizo.
De repente, Trace se aparta. Me hace girar y me empuja contra la pared de la ducha.
—Manos arriba— me ordena, y hago lo que dice, emocionándome con la firmeza de su voz.
Me quedo allí parada, preparada, con las manos apoyadas en la pared frente a mí, la mejilla presionada contra el frío mármol. Él me separa las piernas, extendiendo la mano para ahuecar posesivamente mi sexo, acariciando mi clítoris y haciéndome gemir.
—Ábrete para mí, nena— exige, y yo amplío mi postura. El tira de mi trasero hacia atrás, abriéndome en un ángulo, y entonces siento la punta de su polla, exigiendo mi entrada. Me preparo, emocionada, lista para el castigo. Esta vez, se hunde en mi lentamente. Centímetro a centímetro, devastadoramente.
Dejo escapar un gemido entrecortado mientras, poco a poco, me llena, enterrándose hasta la empuñadura. Se inclina hacia mí, su torso caliente contra mi espalda, sus manos vagando de nuevo, jugando con mis pechos mientras empieza a moverse. Profundo. Mas profundo. Mierda.
Jadeo, apoyada contra la pared, recibiendo cada embestida. El agarra mi cadera con una fuerza castigadora, bombeando dentro de mí, una y otra vez. El agua nos golpea a ambos, aumentando la sensación, una ráfaga vertiginosa. Luego se aparta y me gira para que mire. —Ahora es tu turno— gruñe, con los ojos oscuros por la lujuria. Nos aparta, de modo que queda sentado en la cornisa baja, y me posiciona encima de él, a horcajadas sobre su regazo. —Móntame—, me ordena, con una mano afilada todavía en mi cadera. —Toma lo que quieras de mí. Monta mi polla—
Me sonrojo, pero la invitación es demasiado buena para resistirla. Me hundo, tomándolo dentro de mí, llenándome con su carne gruesa e inflexible.
Dios mío, se siente increíble. —Así es, nena— gruñe Trace, abrazándome fuerte. —Siente lo profundo que llego—
Echo la cabeza hacia atrás, saboreando cada centímetro. Mierda, este nuevo ángulo es algo más, y a horcajadas sobre el así, toca lugares dentro de mí que ni siquiera sabían que existían.
—Dios…— Me estremezco, apretándome fuerte a su alrededor. —No puedo…Ni siquiera puedo moverme—
—Si puedes. Te lo mostraré—
Trace me agarra las caderas y me frota contra él. La presión golpea mi clítoris y ahora el placer está en todas partes. Mierda. vuelvo a frotarme, persiguiendo esa dulce fricción. Levantándome y bajando para tomarlo de nuevo dentro de mí.
Trace maldice, con los ojos oscuros. Empuja hacia arriba de nuevo, reclamando mi boca con sus labios mientras su polla se eleva dentro de mi, metiendo su lengua entre mis labios, haciendo lo mismo en mi boca con su lengua, tan lenta y completamente como su polla hace con mi coño.
Mi respiración se intensifica, volviéndose cada vez más irregular a medida que se mueve contra mí. lo monto más rápido, lasciva ahora, persiguiendo descaradamente mi liberación a medida que crece, y se enrosca, y lentamente me consume de necesidad.
Gimo fuerte, con las piernas apretadas alrededor de sus caderas y la fricción de mis pezones rozando su pecho, casi demasiado, encendiendo el primero de mil fuegos artificiales que pulsan a través de mí.
Me tenso y me estremezco, sintiendo subir. Trace se mueve más rápido, embiste más profundo, y pronto estoy resistiéndome contra él, deshaciéndome, gritando su nombre mientras se alza con un rugido, tan fuerte que puedo sentirlo en cada parte de mí.
Me dejo caer contra él, temblando, y el me sostiene allí contra su pecho, bajo el chorro de la ducha, hasta que nuestra respiración vuelve a la normalidad.
—Entonces, ¿supongo que te gustan los chorros múltiples? — pregunta Trace, estirándose finalmente. Tiene una sonrisa maliciosamente satisfecha en su rostro, pero supongo que yo también la tengo.
Me río, apartándome de él. —Me gustan los múltiples de todo— digo, coqueta. Un resplandor corre por mis venas. Me siento increíble. Invencible.
Entonces, mi estómago emite un rugido poderoso. Me sonrojo, avergonzada, pero Trace simplemente se rie.
—Parece que necesitamos alimentarte. Después de todo, vas a necesitar tu energía—
—¿De verdad? —
—Definitivamente—
* * * *
Solo nos toma otra hora, y dos orgasmos más, secarnos finalmente, vestirnos y conducir hasta la ciudad. Trace nos lleva a un lindo restaurante vintage que sirve mucho café y unos panqueques increíbles.
—Dios estan buenos— digo, prácticamente inhalando mi plato.
—Hey— bromea Trace. —Pensé que era el único que te hacia maldecir de placer—
Sonrió. —Bueno, ya no estás en mi boca, ¿verdad?
Solo después de que las palabras salen de mis labios me doy cuenta de lo sucias que suenan. Pero Trace sí. Sus ojos se oscurecen y me lanza una mirada seductora.
—Ten cuidado, Jessa— dice en voz baja, con ese acero en su tono de nuevo. —O te pondré sobre mi regazo aquí mismo y te daré nalgadas—
Me estremezco. Por qué estoy segura de que si lo haría, incluso delante de una multitud. Eso es lo que hace que sus órdenes y autoridad sean tan emocionantes. No son solo palabras, de un tipo que actúa como un pez gordo, haciendo promesas que no
Cumplirá . Por qué no dudo ni por un momento que Trace cumplirá.
Terminamos, y Trace busca su cartera para pagar. Luego frunce el ceño, mirando su mano.
—¿Necesitas que te cubra? — pregunto, bromeando. —Podría conseguir veinte dólares—
Me da una sonrisa distraída. —¿Has visto mi llavero? — La sangre me sube a la cara.
El globo.
—¿No está ahí mismo? — pregunto, intentando sonar inocente.
—No, quiero decir, si, pero tengo un llavero en la cadena. Un globo terráqueo plateado— Trace frunce el ceño. —No está aquí—
—Oh. Tal vez se te cayó— ofrezco, pensando en donde esta exactamente el globo terráqueo. Escondido en mi bolso, donde lo escondí después de nuestro sexo en la ducha.
—Tal vez— Trace sigue frunciendo el ceño.
—O probablemente está en la oficina— sugiero, sintiéndome aún más culpable. —Estoy segura de que aparecerá—
Asiente. —Probablemente—
Lo que significa que llegaré temprano para plantarlo allí, el lunes por la mañana.
Aún así, puedo notar que se está tensando de nuevo, mientras tomamos la carretera, volviendo a la ciudad. con cada kilómetro que recorremos, sus hombros parecen tensarse bajo mi mano, y es como si ya estuviera a kilómetros de distancia.
—Tierra llamando a Trace— digo finalmente. el me mira. —¿Qué tienes en mente? —
—¿Mmm? Oh, nada. Solo tonterías del trabajo. Tengo un viaje de negocios esta semana— añade.
—Así que tendrás que mantener la oficina sin mi—
Siento un destello de decepción porque se va, pero también alivio de no tener que fingir que todo es puramente profesional entre nosotros en el trabajo.
Soy una actriz terrible, ¿y esto? Sería un papel digno de un Oscar.
—¿Vas a algún lugar divertido? — pregunto
—Solo a Londres— suspira, pasándose una mano por el pelo, y tengo que reírme de la molestia en su rostro.
—Solo Londres— repito. —Vaya, siento que tu fabuloso viaje internacional sea tan pesado—
Trace se rie, alegrándose. —Tienes razón— dice, sonriéndome. —Tengo suerte. Aún así, no es divertido estar solo. Tal vez puedas venir la próxima vez—
Lo dice con tanta naturalidad que es como si me invitara a cenar, pero me cuesta mucho no gritar ante la oferta. ¿Londres? Tiene que estar bromeando, ¿verdad?
Lo miro, pero Trace está repasando las estaciones de radio, ya distraído. —Bueno, diviértete— digo, ocultando mis sentimientos. —No me extrañes demasiado—
—Oh, lo haré—
* * *
De vuelta en la ciudad de Nueva York, Trace me deja en mi apartamento y me da un beso apasionado.
—Pórtate bien mientras no estoy— dice, mientras se va. —De lo contrario, habrá problemas cuando regrese—
Tiemblo, todavía sonriendo de oreja a oreja mientras entro por la puerta. El tipo de problemas que no puedo esperar a probar.
—¡Cuéntamelo todo! — Sídney me saluda con una sonrisa emocionada y una mirada expectante. Lleva una mascarilla puesta y el pelo secándose con rulos. El típico atuendo de domingo por la noche.
—¿Qué quieres saber? — pregunto, haciéndome la tímida. Dejo mi bolso en mi habitación y regreso tranquilamente para reunirme con ella en el sofá, levantando las pies con un suspiro de felicidad.
—¡Todo! — exige Sídney. —Te marchaste sin decir una palabra, durante todo el fin de semana. Estuviste con él, ¿verdad? Uf, tienes tanta suerte de que pudiera gritar. ¿Estuvo bien? ¿Es tan hábil como todos dicen que es? —
—Aún mejor— sonrió distante.
Ella grita de alegría. —¡Te odio! —
—Me llevó a su casa en los Hamptons— añado, amando el hecho de que, por una vez, soy yo la que tiene las aventuras románticas salvajes para compartir. —Salimos en su yate y navegamos por la bahía. Fue increíble—
—Perra— Sídney sonríe radiante. —No puedo creerlo. ¿Cómo actuó? —
Sídney me acribilla con preguntas, y yo recapitulo todo el fin de semana, mi sonrisa se ensancha al recordar cada detalle sexy. —¿Lo que dijeron sobre sus…habilidades en la cama? No le estaban haciendo justicia. Nunca me he corrido tan fuerte en mi vida— admito.
Suspira. —No me extraña que te estés enamorando de el—
—¡No lo estoy! — protesto de inmediato, ignorando la sensación de aleteo en mi pecho que definitivamente es algo más que lujuria.
—Probablemente sea lo mejor— coincide Sídney. —Odiaría verte herida—
—Ah, por cierto, recibiste una entrega— Sídney saca una pequeña caja de la mesa y me lo pasa. —¿Mas regalos del chico enamorado? —
—No lo sé— lo abro, curiosa, y saco el paquete. Es un dispositivo de alta tecnología de algún tipo. Lo miro con los ojos entrecerrados, confundida. ¿Dice algo sobre descargar datos del teléfono?
—Qué raro—, dice Sídney mirando por encima de mi hombro. —¿De quién es? —
Reviso la nota.
Esto debería ayudarte con su teléfono.
—Christina— susurro.
Sídney parece aún más confundida — ¿De qué está hablando? ¿De quién se supone que debes hackear el teléfono? —
Me hundo más en los cojines del sofá, sintiendo que toda la culpa y la sospecha que he evitado vuelvan a la superficie. ¿Hackeo telefónico? ¿Dispositivos secretos? ¿En qué demonios me he metido?
—¡Ay, Sídney! ¡No sé qué hacer! —
—¿Qué significa eso? — me mira fijamente.
Suspiro. —¿Recuerdas cuando oíste a Christina hablar de necesitar un buen asistente? Bueno, resulta que el trabajo no eras solo registrar las llamadas de Trace…—
Le cuento rápidamente sobre la verdadera tarea: acercarme a Trace y reunir pruebas para demostrar que está malversando fondos de la empresa. Los ojos de Sídney se abren de par en par. —¿Está robando a Rosberg Cross? Pero eso no tiene sentido, ya está forrado—
Niego con la cabeza —No es así. Es algún tipo de asunto sobre robo corporativo, alteración de la contabilidad oficial y movimiento de dinero. Al menos, eso es lo que Christina dice que está sucediendo—
—¿Tiene razón? ¿Has encontrado alguna prueba? — pregunta Sídney.
Hago una pausa. —Definitivamente está ocultando algo— admito sin querer afrontar la verdad, pero sin poder evitarla. —Tiene un segundo teléfono secreto, y cuando recibió una llamada la otra noche, me dejó en medio de todo. Además…— Busco en mi bolso y saco el llavero con forma de globo terráqueo. —Parece muy protector con esto. Se asustó cuando pensó que lo había perdido. Estoy pensando que tal vez si hay algún trato turbio…Podrían estar almacenados aquí—
Ella lo mira. —¿Por qué no miras? —
—Me da miedo— Admito. —No sé si quiero descubrir la verdad. Se va por unos días, así que tengo ese tiempo para decir que hacer. ¿Quizás eso, y la distancia entre nosotros, me den algo de claridad sobre la situación? —
Sídney me mira con duda. —Me parece una obviedad, especialmente con la recompensa de Christina en juego. Así que si te estás resistiendo… Tal vez te estás enamorando de el—
Espero que no. Porque eso haría que esta complicada situación sea casi imposible.