19- Que es lo que escondes, Trace

2233 Palabras
JESSA Sin Trace en la oficina, la semana parece continuar para siempre. Sigo luchando con lo que voy a hacer. ¿Mirar la memoria USB? ¿Husmear en las cosas de Trace? O ignorar mis sospechas y la tarea de Christina. Aunque decidí confiar en él en los Hamptons, el tiempo que ha pasado separada de él me está haciendo reconsiderar. Sin la neblina de lujuria nublando mi juicio, mis dudas vuelven a aflorar. ¿Y si me está ocultando algo, algo importante? ¿Y si todo es una actuación? —…para las entrevistas y la presentación de prensa, ¿Jessa? — Vuelvo a la realidad y me encuentro en la sala de conferencias, con una docena de caras mirándome. Estamos en medio de otra reunión sobre la próxima gala de aniversario, y se supone que debería estar tomando notas. —Bien— Digo de golpe. —Pases de prensa y horario. Entendido— —Genial— Elías, quien dirige la reunión, sonríe. —Con eso debería bastar. No los entretendré— añade a la sala con una sonrisa. —Se que es raro tener la oportunidad de trabajar sin interrupciones—  Se oyen risas. Todos parecen más relajados sin Trace cerca dando órdenes, no solo yo. Incluso si sus órdenes son mi parte favorita… Reviso rápidamente las notas y me alivia descubrir que he conseguido poner la mayoría de las cosas en piloto automático. Me regaño a mí misma, añadiendo algunos detalles adicionales sobre el catering y las invitaciones para la vista previa. Trace ni siquiera está en el edificio para distraerme. Debería poder hacer mi trabajo mientras él no está. La reunión termina y vuelvo a mi escritorio para escribir todo. pero a pesar de la pila de trabajo en mi escritorio, mis pensamientos vuelven a una cosa: La pequeña memoria USB del globo terráqueo. Todavía me quema el bolso. Si voy a devolverla a la oficina de Trace, debería ser pronto. Pero cuando la saco, algo me hace reflexionar. ¿y si estoy dejando que el deseo siegue a la verdad? Estaba dispuesta de investigarlo antes de que me sedujera. Las preocupaciones de Christina tenían sentido. Solo una vez que conocí al hombre y lo besé, mi determinación flaqueo. El hecho de que haya sacudido mi mundo en la cama no cambia el hecho de que algo ha estado sucediendo con las finanzas de Rosberg Cross. ¿Me estoy negando a ver lo que tengo delante? Tal vez no sea nada, me digo esperanzada. Tal vez si reviso la memoria USB, no encuentre nada más que pornografía y recibos de compras en línea. Después de todo, Christina podría estar equivocada. Sobre todo. Pero tengo que saberlo. Miro a mi alrededor, comprobando que nadie me esté mirando, luego lo conecto a mi portátil, y abro la memoria USB. Hay una solicitud de contraseña, y la miro fijamente por un momento antes de tener un destello de inspiración. “Era algo que mi padre solía decir…” Nada más que luces verdes adelante” Escribo las palabras con el corazón en la garganta. Nada más que luces verdes. ¡Funciona! La memoria USB se abre, revelando varias carpetas. Mi pulso se acelera. Horario. Contratos. Cuentas… Hago clic donde dice “cuentas” y aparecen varias hojas de cálculo. Las abro y escaneo la información financiera. Me resulta familiar: las he visto antes. Vivian me hizo hacer un sinfín de copias la semana pasada, para compilarlas para el informe de cuentas. Exhalo un suspiro de alivio. No hay nada sospechoso que ver aquí. Todo está normal. Excepto…. Me detengo en algunos de los totales y abro el archivo que Vivian me envió para comparar. Miro uno de otro, y mi temor regresa. Las cuentas son diferentes. Nada importante, solo un total diferente aquí, para gastos de marketing; y una línea extra para el pago de un préstamo comercial. Las cuentas que imprimí y distribuí se ven totalmente normales. ¿Pero las de la memoria USB de Trace? ¿Las originales? Muestran que falta casi un millón de dólares en las cuentas de la empresa. Pero debe haber una razón, ¿verdad? Trace tendrá una explicación, estoy seguro. Solo necesito hablar con él cuando regrese de Londres, y apuesto a que todo se aclarará. —Hey, ¿tienes hambre? — Cierro mi portátil de golpe con un grito. —Vaya, siento asustarte— Es Elías, de pie junto a mi escritorio con una sonrisa. —Oh. Hola— intento calmar mi corazón acelerado. —Lo siento, estaba…distraída. ¿Qué pasa? — —No mucho— dice, deteniéndose allí por alguna razón. Ve la sudadera en el respaldo de mi silla. —Una fanática de los Mets, ¿eh? — —De pura cepa— sonrió. —¡Yo también! Mi papá me llevaba al estadio todos los fines de semana— Dice Elías sonriendo. —Qué suerte que no seas fanática de las Medias Rojas, nunca volvería hablarte— Me río y charlamos un poco sobre deportes, hasta que nos interrumpe un mensajero. —¿Una entrega para la señorita Winters? — —Soy yo— Acepto la caja. Saco la tarjeta y leo: Abre esto en privado. -T. Trago saliva. —Yo…Necesito irme— digo, poniéndome de pie de un salto. —¡Nos vemos luego! — Me alejo corriendo de Elías, preguntándome que me ha enviado Trace. Privado… El único lugar que se me ocurre es el baño de mujeres, así que me encierro en un cubículo y luego abro con cuidado la lujosa caja negra. Dentro, encuentro un pequeño y elegante vibrador de bala, con varias correas adjuntas. El diagrama en la caja muestra que está diseñado para usarse dentro de mis bragas. Dentro de mi. La excitación estalla. Me pregunto si debería ponérmelo, cuando llega un mensaje de texto a mi teléfono. Trace: Póntelo por mí. Eso responde a mi pregunta, entonces. Con el corazón acelerado, me levanto la falda, me bajo las medias y sigo el diagrama. La bala es delgada y suave dentro de mí, pero tan pequeña que no siento nada. Ah. Un momento después, emite un zumbido profundo y bajo que me hace temblar de adentro hacia afuera. ¡Mierda! Me apoyo contra la pared del baño mientras el zumbido se hace más fuerte. Mas fuerte. Encendiendo mi lujuria y enviando placer a través de mi hasta que… Se apaga. Recupero la respiración, jadeando. Trace: ¿Quieres más? Mis ojos se abren de par en par. ¡Trace está controlando las vibraciones! Al otro lado del océano, en un continente diferente, encuentra la forma de volverme loca. Jessa: Si, por favor Le respondo y espero que el placer comience de nuevo, pero no hay nada. Trace: Se una buena chica, y tal vez te deje tener un poco más. Doy un resoplido de diversión y frustración. Así que es así como va a jugar. Aún así, se siente sexy tener un secreto como este. Me aliso la ropa y salgo de nuevo, preguntándome cuando me dejará probar ese placer. Cruzo la oficina anticipando su movimiento con cada paso. Todo el camino hasta el vestíbulo, alrededor de la manzana para recoger el almuerzo en una cafetería.… Lo estoy esperando. Deseándolo. Mientras espero en la fila, recibo una llamada de Christina. Que mal momento. Dejo que salte al buzón de voz y luego escucho después de que deja un mensaje. “Jessa, hola, ¿Cómo estás?” Suena amable, pero hay un tono impaciente en su voz. “Solo llamo para ver como estás… Se que Trace esta fuera de la ciudad esta semana, así que espero que puedas echar un vistazo más de cerca a sus asuntos. Tenemos que atraparlo con las manos en la masa si los cargos van a mantenerse. Recuerda, tu recompensa depende de las pruebas que encuentres. ¡Llámame!” Trago saliva, sintiéndome más en conflicto que nunca. Cuando todo esto empezó, nada era más importante para mí que cumplir con esta tarea y conseguir la recompensa para mi madre. Pero ahora todo ha cambiado… Entonces, ¿estoy dando largas porque ya no necesito el dinero o porque Trace me está conquistando? No estoy segura, solo sé que los datos que encontré en la memoria USB parecen incriminatorios. Pero no estoy dispuesta a entregársela a Christina y traicionarlo sin darle a Trace la oportunidad de explicarse primero. Guardo mi teléfono y me acerco al mostrador, a punto de coger mi comida para llevar. Pero entonces veo a alguien saludando desde una mesa junto a la ventana. Es Elías. —Que coincidencia— dice, mientras tomo mi caja de comida. —¿Quieres decir que este en el mejor lugar para comer a dos manzanas de la oficina? — bromeo. Sonríe. —¿Por qué no me acompañas? Me vendría bien tu opinión sobre algunos de los planes del aniversario— —¿Yo? — pregunto, sorprendida. —Pareces tener buen gusto, al menos en deportes— bromea. —Y tal vez puedas decirme que odiara Trace y ahorrarnos problemas a ambos— —Claro— acepto, y tomo asiento. Pero apenas he quitado la tapa de mi ensalada, cuando siento un repentino zumbido que me recorre, en lo más profundo. ¡El vibrador! Dejo escapar un grito sorpresa, agarrándome de la mesa. Elías parece preocupado. —¿Estás bien? — —¡Si! — suelto, mientras otro zumbido me estremece. —Solo un…calambre— —Lo siento, odio esos— dice Elías comprensivo, y mientras tanto, tengo que apretar los puños para no gemir en voz alta. Saca algunos materiales publicitarios y comienza a repasar las diferentes opciones de texto. Otro pulso vibra. Me enderezo. Cruzo las piernas. Elías hace una pausa. —¿Crees que es buena idea? — Sonrió. No tengo ni idea de lo que dijo. —Si. Claro— Mas zumbidos. Esta vez más largos. Elías continúa, totalmente inconsciente. Hay una pausa en el tormento de Trace, lo suficientemente larga para que recupere el aliento y me sienta humana de nuevo. Tal vez eso fue solo un anticipo, y me dejará adivinando por el resto de la tarde. Tal vez. Otra profunda punzada me recorre, como una ola del océano. Una y otra vez, y ¡Dios mio, creo que podría correrme! Empujo mi silla hacia atrás. —¡Vuelvo enseguida! — Me levanto de un salto y salgo corriendo con la cara caliente. Elías debe pensar que tengo problemas de estómago. Después de un momento de pánico, finalmente encuentro el baño de mujeres y entro corriendo, pasando rápidamente junto a una anciana que está saliendo. Mi teléfono empieza a sonar. —Trace— susurro su nombre desesperadamente. —Quiero oírte correr— Miro a mi alrededor. El baño está vacío, gracias a Dios, porque me voy a correr incluso antes de llegar al cubículo, mis pezones tensos, mi cuerpo vibrando como un cable de alta tensión. Dejo escapar un pequeño gemido mientras las vibraciones se vuelven cada vez más intensas, colapsando contra la pared mientras el placer se dispara a través de mí. Oh-Dios-Mío. Jadeo, conmocionada y agotada. —Bastardo— logro murmurar, y Trace se ríe al final de la línea. —Mierda, te extraño. La próxima vez te correrás en mi lengua— No sé cómo sobrevivo el resto del día, pero gracias a la diferencia horaria, Trace se va a la cama y finalmente puedo ir a casa sola. Las cosas que ese hombre me hacen sentir, y ni siquiera está en la habitación. Es una maravilla y una desventaja. Porque, de nuevo, las aventuras sexuales de Trace me han distraído con éxito de las exigencias de Christina y de los datos que encontré en esa memoria USB. Suspiro, subiendo las escaleras hacia mi apartamento. Un día, pronto, lo sé, tendré que confesarle la verdad a uno de ellos. simplemente no estoy segura a quién. Salgo de la escalera con las llaves fuera, pero hay alguien de pie en las sombras junto a mi puerta. —¿Trace? — pregunto, con el corazón dando un vuelco, ¿Esta aquí para sorprenderme? Pero el hombre que entra en la tenue luz no es Trace. Ni de cerca. Me quedo paralizada. Es enorme, mide más de 1.80 metros y está construido con músculos magros. Los tatuajes se extienden por sus brazos y hay un brillo peligroso en sus ojos. —¿Jessa Winters? — pregunta, dando un paso amenazante para acercarse. Retrocedo. —¿Quién quiere saber? — Acorta la distancia entre nosotros. Retrocedo de nuevo, hasta que choco contra la pared. ¿Qué hago? No hay nadie alrededor, el pasillo en penumbra esta totalmente vacío. El miedo me golpea, como hielo en las venas. Abro la boca para gritar. —Tengo un mensaje para Trace — gruñe, elevándose sobre mí. Lo miro con los ojos muy abiertos. —¿Trace? — tartamudeo. —Si. dile que Nero Morelli no es un hombre al que hagas esperar— Las palabras me hacen tragarme un grito. Se acerca, se acerca… Y justo cuando estoy segura de que me va a agarrar, me esquiva y continúa bajando las escaleras. Caminando con calma, con las manos en los bolsillos, como si no acabara de lanzar esa amenaza. Con todos los pelos de mi cuerpo erizados, corro hacia la puerta de mi apartamento. Está abierta. Qué es lo que escondes, Trace.
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