bc

Enamorarte otra vez

book_age18+
1.7K
SEGUIR
34.4K
LEER
multimillonario
prohibido
una noche de pasión
familia
HE
playboy
doctor
bxg
pelea
campus
sassy
seductive
like
intro-logo
Descripción

(+18)

Rebecca Wilson siempre ha sido de relaciones pasajeras. Sólo quiere libertad.

Hermosa, inteligente, sarcástica e irreverente.

Además, ¿Quién podría soportar su trabajo? Guardias interminables en el Hospital donde trabaja… y le encanta lo que hace: Es una excelente cirujana pediátrica.

Aquella noche Bec estaba destrozada: El primer niño que moría en sus brazos. En ese entonces, había llegado hace poco de una subespecialización en París. Una que apenas terminó, huyó sin mirar atrás.

¿La idea de sus compañeras de guardia para sacarla de ese armario del hospital en el que lloraba como loca? Emborracharla para olvidar.

Y así, arrastrada a un bar, se encontró con él.

Lucas Emerson. Guapísimo y millonario. Uno de los hermanos Emerson y el hermano mayor de su mejor amiga. Hermanos que en un futuro próximo se harían cargo del Grupo de empresas de energías renovables más grande del continente: Emerson & Company.

Los ojos azul grisáceo de los Emerson encandilan y someten a cualquiera. Pero para Rebecca, siempre fue el hermano desastre de su mejor amiga, la oveja negra de esa familia.

¿La ocupación de Lucas? Irse de parranda, 24/7. Dejó la Universidad a poco de terminarla. Estaba más entretenido viajando con novias pasajeras y de fiesta en fiesta con sus amigos. Un mujeriego de primera categoría. Mientras tuviera tarjetas de crédito ilimitadas y el dinero de su familia, nada le importaba.

Lo que partió como un juego inocente en ese bar para ayudarlo a sacarse de encima a la joya de novia que Lucas había despachado hace poco terminó en una locura que Bec jamás imaginó: en la cama con el hermano idiota de ese clan.

Trató de huir de él, de todo lo que él despertaba en ella: de esa pasión, locura y adrenalina... y de esos ojos hermosos.

Pero no lo logró. Esa fue la primera de muchas noches locas a escondidas.

¿Cómo saber en qué terminaría esa locura una vez estallara la bomba? ¿Sobrevivir a lo que vendría?

Que su pasado, aquel que pensó estaba en alguna parte lejana del mundo, ¿volviera a ella?

Una mala jugarreta del universo.

Para eso, Rebecca necesitaba anestesia.

Todos los derechos reservados ©

Registrada en Safe Creative 2212182890791

chap-preview
Vista previa gratis
1. Agradecimientos secretos
— Wilson, llevas encerrada aquí dos horas… —trata de reconfortarme Gloria a mi lado para que deje de llorar, otra de las pediatras que está de guardia conmigo hoy. Estoy encerrada hace horas en un pequeño armario de suministros en el hospital donde trabajo, abrazando mis piernas en el piso. — ¡Es que no los viste! ¡No viste a esa mujer llorando desesperada! ¡Su pequeño se murió! ¡¡Tenía 5 años!! —le reclamo entre sollozos con más fuerza. — Si lo hubiesen traído antes habría sido distinto. No es tu culpa. No podías hacer nada …—me consuela sobando mi brazo. — ¡Era una simple obstrucción intestinal! ¿Cómo no se dieron cuenta? —Lloriqueo quejándome en el suelo apoyada en el muro. — Rebecca, esta es la primera vez que te pasa de muchas. Muchos niños alguna vez morirán en tus guardias. Nunca se te olvida el primer niño que muere en tus manos y no fue tu culpa, lo sabes. Sólo…­­­­­­ —toma aire profundamente antes de seguir— nunca olvides su nombre. Me quedo pensando, sopesando la importancia de sus palabras... Mateo, así se llamaba. Es la primera vez que se muere un niño en mis manos. Hizo un paro cardiorrespiratorio justo antes de entrar al quirófano mientras corríamos a su lado. Tratamos de reanimarlo en el pasillo, pero fue en vano. Ni siquiera alcanzamos a llegar. La impotencia, la rabia y pena que siento ahora es porque… lo trajeron demasiado tarde. ¿Cómo existen en este mundo padres tan irresponsables? Hay personas que mueren por tener un hijo y no pueden, y otros los tienen ¡y ni siquiera los cuidan! La vida es tan injusta. No lo entiendo, no dejo de pensar en ello. Miro hacia arriba, apretando con fuerza mis labios para encontrar una respuesta. No, no la encontraré en este armario. — Vamos…—Gloria me da un par de palmaditas en la pierna poniéndose de pie antes que me largue a llorar otra vez y estira sus brazos para que haga lo mismo con ella. — ¿Dónde? ­—moqueo interrogándola. — Terminó nuestra guardia hace dos horas. Creo que te hará bien un poco de alcohol. — ¿Una guardia de 36 horas sin dormir y luego alcohol? —le cuestiono tratando de calmarme. — Sí, hoy lo necesitas. Y no necesitarás mucho, con la falta de sueño el efecto será rápido —se ríe sola y me saca una sonrisa. — Un rato, ¿sí? Necesito dormir —respondo desganada. No estoy muy segura, pero ella lleva más años de experiencia que yo aquí así que decido hacerle caso. Gloria es de esas personas con mirada dulce, melena corta, rostro redondeado y sus ojos oscuros le dan un aire serio, pero maternal a la vez. También viste un mono médico con diseños infantiles, como yo. — Una hora. Te lo prometo, Wilson. Suspirando la sigo hasta los vestidores para darme una ducha corta, tratando de sacarme el peso de todo lo que pasó y cambiarnos de ropa. Y luego dejo que Gloria me arrastre a un taxi junto a Janet, otra de nuestras compañeras. Sólo un par de tragos y me iré a dormir. Necesito descansar. *** El lugar es de esos de moda, está repleto de gente bien arreglada. Y yo… saliendo de una guardia horrible, con la cara lavada, jeans y zapatillas desentono totalmente. No me detengo a pensar lo mal vestida que voy para un lugar así. Necesito algo fuerte, ese es mi objetivo ahora. Al acercarme a la barra pierdo casi de inmediato a Gloria y a Janet, las veo de reojo saludar a alguien, perdiéndose en la multitud. Tampoco es que las necesite ahora, necesito dejar de pensar un rato. Alcohol. A eso vine, así que me siento sola en esta y pido un shot de tequila. Sigo perdida, siento un nudo en el estómago que no quiere desaparecer recordando el rostro de esos padres desconsolados, de ese niño retorciéndose de dolor antes de dejar de respirar y la visión de la vida extinguiéndose en sus ojos, mientras juego con el vasito y pongo un poco de sal en mi mano. Lo tomo de una vez y pido de inmediato un segundo. Juego a mover el líquido antes de tomarlo, tratando de despejar mi cabeza. — ¿Ahogando penas, Wilson? —la voz conocida de Lucas a mi lado me toma por sorpresa, tengo que girar para asegurarme que es él. Lo es. Lleva jeans oscuros, una camisa rosa con los primeros botones abiertos y su pelo castaño claro un poco alborotado, lo suficiente como para no parecer desarreglado. Tiene los mismos ojos hermosos azul grisáceo de toda su familia. Como siempre, para cualquier mujer se ve irresistible. Pero es el hermano de mi mejor amiga, nunca lo he visto con otros ojos. Nos conocemos desde los 13 años. Imposible no reconocer su voz. — Un problema en el trabajo… —me lamento tomando un gajo de limón y terminando de una vez el segundo shot de tequila con el que jugaba hace unos segundos—, algo que tú no conoces. — Yo trabajo, atraigo inversionistas. Por eso viajo tanto… —se explica serio llevándose una mano al pecho, sin dejar ese aire divertido que siempre trae consigo. Se me ruedan solos los ojos con su excusa barata. — Como si no te conociera, Lucas. Eso lo hace tu padre, no tú… —lo reto burlándome mientras le hago una seña al garzón pidiendo otro. Necesito más alcohol. —Tiene más experiencia que yo, eso está claro. Yo aprendo de mis errores —sonríe divertido y me hace soltar una risita con su comentario tonto—.­­­­­­­­­­­ ¡Uno para mí también! —le pide al bar tender que sirve el mío. Tomamos al mismo tiempo un gajo de limón y luego el licor. Arde en mi garganta, pero lo necesito. — ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? ¿O es una fiestecita de miércoles? —le cuestiono haciéndole una seña al bar tender por un par más. — Belinda…—resopla chocando su pequeño vaso con el mío. El bar tender es rápido y están llenos nuevamente.­­­­­­ — Belinda Smidth —repito con burla al tiempo que él aprieta sus labios—. Cómo olvidarla… Chocamos otra vez nuestros shots, tomamos un gajo de limón y nuevamente lo tomamos de una vez. El sonido de los vasos vacíos chocando con la madera al mismo tiempo apenas es audible con tanta gente aquí. — Exacto. Cómo olvidarla… —repite soltando el aire, como si estuviese recordando algo. — ¿Qué? ¡¿Quieres seguir con ella?! —espantada abro mis ojos. ¿Acaso este hombre está loco? Sí, siempre lo ha estado. Más que yo. No sé ni para qué me lo pregunto. Esa mujer lo engatusó, hizo que Emerson & Company comprara la empresa de su familia totalmente quebrada y Victoria, mi mejor amiga y la menor de ese clan, dijo que están todos felices porque terminaron su relación. Fue una de las peores adquisiciones que hicieron. — No. Quería casarse y soy un alma libre. — Demasiado libre diría yo… —replico burlándome de este tonto. Con lo inteligentes que son sus hermanas y su papá, realmente no sé de dónde salió. — Me conoces… —despreocupado levanta sus hombros y esboza una sonrisa—. Me ha llamado todos los días para pedirme que volvamos a lo nuestro, repite cuánto me extraña. Pero no quiero. Y de paso, alguien de mi familia me mata. — Hay una fila enorme de candidatos para hacerlo... —sonrío maliciosa pidiendo otro shot de tequila. Él me sigue pidiendo otro para él—. ¿Y estás solo emborrachándote aquí, por ella? —indago curiosa. — No, necesitaba aire. — ¿Aire para ti es alcohol? El alcohol suele usarse para olvidar, el aire para vivir —le explico en un suspiro mientras juego concentrada en el pequeño vaso que nos acaban de traer. No dejo de pensar en ese niño... — ¿Tú quieres olvidar algo? — Una guardia horrible —respondo tomando de una vez el contenido de mi vaso y Lucas hace lo mismo, sin limón ni sal esta vez. No quiero entrar en detalles con él. — Rebecca, nos vamos…—esa es la voz de Gloria llamándome para irme con ellas. — Necesito más alcohol, Gloria… —reclamo un poco achispada. Demasiado, más bien. — Estás lo suficientemente borracha, Wilson —me reprende. — No me moverán de aquí…—afirmo divertida agarrándome de la barra a mis espaldas y Lucas a mi lado hace lo mismo, solidarizando con mi borrachera. Es como si tuviésemos 18 años otra vez. Un par de ridículos anclados a una barra de alcohol. — ¿Te quedas con él? —cuestiona Gloria, dándole una repasada descarada de arriba abajo a Lucas que creo que hasta a mí me dio vergüenza. Y la vergüenza no es una de mis virtudes… — Es el hermano de mi mejor amiga, no hay problema —explico. — Como quieras, Bec —responde tranquila acomodándose el bolso—. Sólo mándame un mensaje en cuanto llegues a casa. — Lo haré. Y gracias por traerme aquí, lo necesitaba —agradezco con una sonrisa, sintiendo como Lucas está poniendo en mi mano más alcohol. Mientras Gloria y Janet se alejan, tomamos al mismo tiempo el tequila. Se nos olvidó la sal y el limón nuevamente. Ya estamos ebrios. Sí. Lucas y yo compartimos eso: Las fiestas y el alcohol. Pero al menos yo lo hago en mi tiempo libre. Para Lucas, es su ocupación. — ¿Hablaste con Victoria hoy? ­ —me pregunta. — Sí, se sentía bien. Podrías llamarla de vez en cuando. Es tu hermana. — Y casi la tuya —me rebate. — Bueno, sí. — Además, sabes que no me agrada ese tipo que-... — ¡¿Dos semanas y ya estás con otra?! —nos interrumpe un grito a nuestras espaldas. Ambos nos giramos de golpe. Es esa mujer: su ex novia, Belinda. La vi una vez en la casa de sus padres: rubia falsa platinada, bonita, casi tan alta como Lucas y con unos pechos plásticos enormes. Lleva un vestido ne**o cortísimo, que muestra el largo de sus piernas sobre unos tacones asombrosamente altos y un escote que no deja nada a la imaginación. ¿Así le gustan a este tonto? Digo, como para haberla aguantado tanto. No alcanzo a reponerme del grito de esa mujer pues Lucas me usa de salvavidas y me agarra por la cintura. — ¿Y si lo fuera? ¿Te importa? —le pelea apretándome más. Trato de separarme un poco, siento que estoy en medio del campo de batalla. Una que definitivamente no me corresponde. Esta rubia teñida me mira de arriba abajo con una mueca de desagrado. Vengo saliendo de una guardia horrorosa de 36 horas, ¿esperaba que pasara al salón de belleza? Llevo un sweater con un escote en V verde claro, jeans y mis Converse. La idea era emborracharme y olvidar, hoy no ando en plan de una noche loca y menos ser el blanco de una rubia platinada zorra como esta. Suficiente drama por hoy. — Lucas, nos vemos otro día ¿sí? —trato de sonar serena y escapar, esa mujer se ve de armas tomar. Y no quiero esto, no quiero ver otro muerto hoy. Si de muertos se trata, le toca a Lucas por tonto. — No, amor. Tú te quedas conmigo... —me sonríe tierno, dándome un beso en la mejilla. No sé si ponerme a reír en su cara o pegarle de una vez. ¿Amor? ¿Lucas siendo tierno conmigo?¡Pero si lo único que compartía con él de más pequeña era los desastres que dejábamos con sus hermanas en su casa! Al menos yo lograba huir antes que empezaran a gritarles. Vivíamos muy cerca e íbamos a la misma escuela. Victoria es casi como mi hermana y Olivia, su hermana mayor, está en el segundo lugar. Soy hija única. — Creo que tienen cosas pendientes que hablar. Mejor los dejo —me excuso tratando de zafarme, pero este idiota no me suelta. — No, Bec. Tú estás conmigo —insiste apegándome a él otra vez por la cintura, protegiéndose para no morir. Yo tengo miedo de morir aquí en el fuego cruzado. — ¿Y esta de dónde salió? ¿Otro viaje? —No, no es como tú —le rebate burlón. — Lucas, vamos… —insiste con voz melosa esa mujer acercándose a él, pero Lucas se arrima más a mí, alejándose de ella—. Podemos seguir con lo nuestro, no es necesario que te enredes con esta cosa… —lo dice mirándome otra vez de arriba abajo, con desagrado. — ¿Cosa? —ahora me cuadro indignada separándome de él—. Esta “cosa” trabaja para ganarse la vida, no como tú que tratas de enredarte con alguien por dinero. — ¡¿Escuchaste lo que acaba de decir esta mujer?! —sube el tono a uno más bien chillón tratando de llamar la atención de Lucas. — ¿Lo que acaba de decir Rebecca? Sí, Belinda. Lo escuché fuerte y claro. Y es médico pediatra… La risita de satisfacción y orgullo se me escapa al ver cómo a esta mujer se le están subiendo todos los colores al rostro de la rabia. Rojos casi todos, en todas sus tonalidades. — ¡Y tú un mantenido! —le grita con furia. — Nunca pareció importarte… —le rebate con una sonrisa irónica. — Eres lo peor, Lucas Emerson …—sigue peleándole esta mujer con los brazos cruzados— cambiarme por esta… mujer —me mira otra vez de arriba abajo con una mueca de disgusto que me termina de descomponer. Alcohol y una guardia horrorosa no son combinables porque no me aguanto. Y el cobarde de Lucas me aprieta más a él en silencio, tirándome a la primera línea de guerra. — Lindura… —le refuto con sarcasmo—, resígnate. Te dejaron porque las mujeres como tú sirven para un rato, no para toda la vida. — Lucas, ¿no le vas a decir nada? —cuestiona escandalizada, abriendo sus ojos con una mano en el pecho tratando de victimizarse. — Tiene razón, Belinda. Lo siento…—responde él alzando sus hombros, despreocupado otra vez. — ¡Pero dijiste que me amabas! —empieza nuevamente a alzar la voz dando una patada al piso con un pie. Y Lucas rápidamente, en un gesto extraño muy… muy… absurdo para mí, y muy desesperado para él, me gira y me planta un beso corto en los labios. Uno suave, al menos no pasa a más. Si quiere mi ayuda para sacarse a esta mujer de encima, le reclamaré en cuanto ella se vaya. — ¿Te quedó claro ahora? —con una sonrisa le pregunta Lucas sin sacarme los ojos de encima. Me siento incómoda, quizás estoy demasiado ebria. — Pero- Lucas la interrumpe, no quiere escucharla. En un segundo me abraza por la cintura con ambas manos acercándose a mi rostro y sin preguntar me da un beso, mordiéndome el labio inferior en el camino. Debo estar demasiado borracha. Inconscientemente abro mi boca para que siga, dejo que continúe con ese beso, subiendo mis brazos para acariciar los suyos. No tiene pudor, sus labios se mueven con ternura sobre los míos y, un segundo después, empieza a profundizar el beso, acariciando mi lengua con posesividad y apretándome cada vez más a él por la cintura. Wow. Este idiota sí sabe besar bien. Es agraciado este maldito y besa increíble. Con razón le va tan bien con las mujeres. Detiene abruptamente ese beso, dejándome azorada, sin aire y confundida. — Ahora, si nos disculpas, estamos ocupados… —jadea en mis labios, sin despegarse de mí ni dejar de mirarme. — ¡Te odio! —chilla ella, empezando a alejarse mientras dejo que Lucas me apriete más sin sacarme los ojos de encima. Yo tampoco logro pensar con claridad y separarme de él—. ¡Quédate con tu cosa! Más rabia me da con ese grito. Me separo un poco de Lucas para responderle. — ¡Dile a tu cirujano que te arregle esa nariz! ¡Ese trabajo le quedó espantoso! —grito a sus espaldas. Y sí, necesita que se la arreglen. En eso no mentí. Sé que me escuchó pues veo cómo se detiene tensando sus hombros. No gira a vernos. Un segundo después enfila indignada hacia la salida, completamente sola. Lucas y yo seguimos abrazados observándola alejarse. En cuanto la vemos salir del lugar, me separo por completo de él y empiezo a reír a carcajadas. — Ay Lucas, me debes una grande —reclamo entre risas y pido otro tequila más con mi brazo. Eso sí sirvió para distraerme. — Una muy grande, Rebecca. Gracias. ¡Otra ronda por acá! —le grita feliz al bar tender, que se dio cuenta de nuestra borrachera y ya venía caminando hacia nosotros para rellenar nuestros vasos. — Nunca más me vuelvas a poner en una situación así... —me quejo moviendo la cabeza concentrada en mi vaso mientras lo rellenan, apoyándome en la barra. — ¿Así cómo? —cuestiona acercándose a mí oído. ¿Este tonto se volvió loco? Me giro a verlo y está pegado a mí con una sonrisa de medio lado, que insinúa más de lo que debiera. Nunca había visto esa sonrisa seductora en él. Es… raro. Es… es Lucas. ¡Lucas! — Así… —afirmo tragando saliva—. Fingir ser tu novia para que te saques a la anterior de encima. No es lo mío. — ¿Y qué es lo tuyo, Bec? —inquiere tomándome por la cintura otra vez, apretándome contra su pecho. — Ligues de noche y ya. No tengo tiempo para más, Emerson… —trato de separarme de él con mis manos, pero no me suelta, sino que me abraza con más fuerza. — Podría agradecértelo así entonces… —ensancha esa sonrisa seductora dejándome impactada. Me siento extraña, porque no puedo separarme y me gusta su olor. Me embriaga más de lo que ya estoy. Debo reconocerlo: Lucas es apuesto y esos ojos que todos los Emerson tienen, esos ojos azul grisáceo me están encandilando y el alcohol no me deja pensar bien. Si no lo conociera, si no supiera que es el hermano de mi mejor amiga, esto sí podría ser un ligue de una noche… — Estamos demasiado ebrios, Lucas. Es una locura —resoplo tratando de tomar distancia. Sigo agitada con ese beso, clamo en mi cabeza por tranquilidad y para que vuelva la sobriedad a mí. Porque… ese beso fue increíble. — Los ebrios a veces hacen locuras, ¿cierto? —susurra con voz ronca, incitándome. — Ay Emerson, no empieces. Tienes un bar repleto aquí de mujeres bonitas, anda a buscar una por ahí… —lo reto tratando de quitarme la embriaguez. Nunca he sido santa, estoy demasiado lejos de serlo, pero Lucas… jamás lo he visto más que como el hermano idiota de mi amiga. — ¿Y si no quiero? —murmura acercándose peligrosamente a mí, atrayéndome más a él por la cintura. Una de sus manos se cuela por debajo de mi sweater y acaricia suavemente mi espalda, dejando a su paso una estela de calor sofocante. Un cosquilleo intenso me recorre... poco a poco siento cómo se me eriza la piel. Trago saliva sin saber qué responder. Porque… esto me está gustando. Debo tener el alcohol por las nubes porque mi cabeza no procesa lo que está pasando, sólo siento cómo está subiendo la temperatura aquí, tensándome por dentro y el aire se está impregnando de una fuerza magnética que no me deja alejarme de él. Subo nuevamente mis manos acariciando sus brazos, dejando que se acerque cada vez más a mí. Obnubilada sigo mirando sus ojos, ahora están de un color gris oscuro que jamás le había visto. Son hermosos. Me están obligando a ceder. — ¿Puedo agradecértelo así? —sigue insistiendo, apretándome más a su pecho. Estamos solos en este bar y sus labios a milímetros de los míos. Y quizás...sí, creo que quiero que me lo agradezca así. Esta noche necesito olvidar. — Con una sola condición… —respondo bajo, casi en un susurro. — ¿Cuál? —musita sobre mis labios. — Que ninguna de tus hermanas sepa lo que vamos a hacer. _______ Ustedes lo pidieron mis queridos lector@s! Este es el inicio de la locura de Bec y Lucas...¿Cómo se lo imaginaban? Estos días subiré el segundo y tercer cap, y si todo sale bien, empezaremos con las actualizaciones diarias en septiembre. Recuerden recomendar la historia! Para estar atentos, pueden seguirme en mi perfil de sss: Gema J. Rod y ahora en IG: gemaj.rod! Para aquellos que no han leído la primera parte de esta historia, mientras esperan, pueden buscarla como Mi segunda oportunidad en mi perfil!

editor-pick
Dreame - Selecciones del Editor

bc

La embarazada sacrificada

read
3.2K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.9K
bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
25.6K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.6K
bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
53.6K
bc

Eres mío, idiota.

read
3.6K
bc

Profesor Roberts

read
1.5M

Escanee para descargar la aplicación

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook