— ¡Thanos, por favor espera! — pero el vampiro chinchudo escapa de mi alcance. Mis piernas comienzan a quemar a causa de la actividad a la que las he sometido. Correr por el bosque se me dificulta cada vez más.
Lo persigo por lo que parece una eternidad, reparando en el hecho de que va dispuesto a darme pelea. Sus garras brotan de sus bonitas manos y cuando se voltea a mirarme puedo ver el rojo de sus ojos.
Tiemblo.
Pero no por miedo, es... es deseo. Su delicioso aroma se impregna en mis fosas nasales. Me observa fijamente y abre la boca para hablar.
—♫ Me levanto en la mañana, doy gracias a Dios. Le agradezco por la vida y por su gran amor ♫
— ¿Eh?
— ♫Me dirijo hacia mi biblia y busco las escrituras. Para alimentar mi alma con su palabra pura ♫
Abro los ojos abruptamente cuando siento a Tía Julia abrir sin piedad la cortina de mi habitación. Los rayos matutinos asesinan de manera brutal a mis corneas e intento tapar nuevamente mi cabeza con la sabana.
— ¡No seas una holgazana Milena! Son las 6 a.m, levántate y ayuda a tu pobre tía a lavar la ropa.
Sin muchos ánimos abandono mi plácida cama y me encamino a la lavandería donde una pila de ropa me espera para ser separada.
Mis días se basan en pensar en Thanos, deprimirme, recordar sus bonitos ojos, emocionarme con el recuerdo de su aroma y finalmente soñar con una vida juntos. El orden de como suceden estos hechos en mi rutina no altera en nada el resultado de mi día. ¡Tengo tanta mala suerte!
Es un vampiro, lo sé. Yo una licántropa, por la Diosa Luna, eso también lo sé. Pero no puedo dejar de pensar en él e imaginarme una vida juntos... amándonos.
¿Soy demasiado infantil por desear estar al lado del hombre que me gusta?
Sé que Tía Julia ha notado el cambio en mi comportamiento y por primera vez en mi vida no estoy priorizando el que dirán o si ella se sentirá a gusto con lo que haga.
¡Me estoy convirtiendo en una malagradecida!
Hoy es sábado, asique decido ir a dar un paseo por la feria. Confío en que allí encontrare a Zulle, una buena amiga.
—Persevera y triunfaras — veo como mi amiga intenta convencer a su pequeño hijo Darién de que siga intentando utilizar su bicicleta, — así es el dicho amiguito. Vamos que el piso es tu límite. Mamá te sanara los raspones más tarde en casa.
El pequeño Darién la observa incrédulo y decide que lo mejor es buscar ayuda en otro lugar.
Zulle es madre soltera, según tía Julia una descarriada de la vida. Además, el hecho de criar a su hijo sola no es ninguna proeza de mujer fuerte, sino el pago de su castigo por ser una libertina y fallar al estatuto del matrimonio antes de entregarse a un hombre.
La saludo a la distancia y acomodo la manga de mi swater que me queda grande.
—Conocí a mi mate — le lanzo como una bomba apenas llego a su lado. Ella me mira asombrada.
Muerdo mi labio, indecisa si decírselo o no.
—Pero él no me quiere ni me querrá — confieso.
Zulle coloca el cartel de "en 10 minutos regreso" frente a su stan de artesanías en cerámica y acomoda un par de banquillos invitándome a tomar asiento y así comenzar con mi historia.
—Necesito sentarme para no caer en un desmayo. Pensé que este día jamás llegaría — ella posa uno de sus dedos sobre su barbilla —Cuéntame cómo lo conociste, soy toda oídos.
—Es similar a la historia de la cenicienta. Un buen día tuve que acompañar a Hunter a un castillo, allí veríamos a un par de las criaturas más fantásticas que habitan sobre la tierra: caballos.
Me encontraba de rodillas sobre el heno limpiando una de las herraduras del semental del que me encargaba cuando lo oí...
Un hermoso príncipe, enfundado en su perfecta vestimenta de polo, se acercaba sonriente y ojeando todo el establo. Su indescriptible aroma a menta y limón hizo aletear mi corazón. Entonces lo supe...
Me lance a sus brazos, reclamándolo como mío. El príncipe me separó de su cuerpo para observarme a los ojos, hicimos conexión momentánea. Él decidió tomar mi mano y llevarme hacia el bosque. Para más privacidad, sabes. Así que lo seguí...
—Bien— él miro a nuestro alrededor, — a partir de aquí te pierdes... no se te ocurra regresar a los límites del castillo.
— ¿Qué? ¿Dónde estamos?— pregunte desconcertada. En lo único que pensaba era en haberlo encontrado. Quería permanecer a su lado por siempre.
—Vete, por favor — me imploró. — Desaparece y vive feliz.
— ¿Disculpa?
— ¿No ves que es lo que no encaja aquí?— nos señaló a ambos con pesar. — Es una pérdida de tiempo, mi familia jamás lo aceptaría. Lo que sea que tu cabeza este maquinando... pues no sucederá. No podemos.
Por su lenguaje corporal entendí que a él le dolía tanto como a mí.
— ¡Espera, no corras! — salí tras él cuando comenzaba a alejarse mientras maldecía al destino. Él volteo, mirando fijamente mis ojos.
—Dilo... di tu nombre— me rogó. — ¿Vas a negarte?— asentí, al borde de un ataque nervioso. — Es una maravilla que haya oído el nombre de las personas que venían a revisar a nuestros equinos...— sonrió —Tu nombre es Mi...>>.
— ¡Oh por la Diosa, que romántico!
Está bien. Estoy omitiendo un par de detalles.
Insignificantes.
—Sí, pero no podemos estar juntos — fijo la vista en los anillos de mi mano — somos de distintos... distintos status sociales — y razas, además. — Asimismo él parece un hombre frio.
—Bueno cariño, no te preocupes. Confío en que lograras conquistar el corazón de ese hombre, nadie puede ser tan difícil de conseguir.
Zulle observa a un par de personas que se acercan: — Los humanos nos seres simples, a no ser de que seas una s*****a y tu príncipe sea un vampiro... ¿Te imaginas? —luego continúa,—esas bestias chupasangre no conocen de sentimientos — habla ella con resentimiento. — Son crueles, calculadores y egoístas.
—Yo...
—¡Oh mira! ¡Enrique!— Zulle agita su mano escandalosamente en dirección a nuestro Alpha.
Él se acerca junto a su hermano menor, Diego. Hay algo en la manera en la que nos mira que hace que me remueva incomoda.
Enrique da miedo, con su porte de líder frívolo no muchas personas se atreven a hacerle frente.
—Buenas tardes Zulle... hola Milena.
No soy buena para hablar con personas así de imponentes, así que me avergüenzo y saludo con un asentimiento de cabeza mientras mi amiga se enfrasca en una conversación llena de coqueteos con nuestro líder.
Diego es más calmado, él vive bajo la fachada de un simple jardinero. Aunque la botánica siempre ha sido su más grande pasión. No crean que esto lo se por entablar conversaciones con él, pero nosotros éramos compañeros en el colegio de habla hispana de esta región.
—Yo me voy — doy aviso a Zulle pero ella ni siquiera me nota. A la lejanía diviso a Darién montando torpemente su bicicleta, — presta atención a tu niño, amiga —rio por la expresión de Zulle.
Al notar que Enrique y Diego me ven me sonrojo y cubro mi boca con mi mano.
—Adiós —comienzo a alejarme velozmente.
Soy tan tonta, me da rabia ser así de tímida. En las noches, practico frente al espejo miles de temas para iniciar conversaciones con otras personas, mis reacciones e incluso mi risa. Tengo una risa aguda, parece que chillo en vez de reír. Y allí si me funciona, lo juro. Pero al momento de tener a alguien frente a mí, simplemente no sé qué hacer o que decir.
Al llegar a casa pasadas las ocho me doy un baño y enciendo mi notebook para revisar el mail de la veterinaria donde trabajo. Hunter no realiza ese tipo de trabajo, Jake tampoco.
Decido ser un poco osada al ver el icono de internet en la pantalla. Abro una pestaña en modo incognito del navegador y tecleo Thanos Allegheny. Le doy clic a la opción de imágenes y al instante muchas fotos aparecen en pantalla.
Tan guapo.
Acaricio su rostro deslizando mi dedo índice sobre la pantalla.
Lo he decido: Conquistare a Thanos, sea cual sea el precio a pagar.
¿Qué me pasa? ¿Precio a pagar? Parece que fuese a darle cacería a su corazón... aunque pensándolo bien....