Tres

1702 Palabras
"El arrepentimiento caracteriza a los cobardes, quienes no son capaces de asumir sus propios actos." Thanos Observo las pequeñas gotas de lluvia deslizarse por el cristal de la ventana. Respiro profundo, enterrando de una vez por todas esos pensamientos que me abordan a raiz de la próxima junta. Percibo el momento exacto en el que Sutter duda entre golpear la puerta de mi oficina o no. Se decide finalmente por tres golpes suaves. Niego aburrido. Tal parece que mi asistente no aprenderá jamás. Él entra despues de un cordial asentimiento de cabeza a modo de saludo. Saca la agenda que trae debajo de su brazo y comienza a leer la sarta de idioteces con las que tengo que cumplir el día de hoy. Llega hasta un punto, al parecer importante, y se detiene a preguntar. —Señor... ¿enviamos las flores?— garabatea en el papel. — El pago al personal involucrado ya se efectuó. —No — él no replica un porque simplemente marca el cuadriculado con una X. —Thadeas dijo que le daba un 6/10. No vale la pena ese insignificante gasto. Apenas y superó la media. Abandonamos mi oficina y me dirijo a la sala de reuniones de la compañía. Sutter se mantiene a mis espaldas mientras el resto de los empleados desvía la mirada a medida que paso por sus sectores. Como todas las veces en las camino hacia ese lugar mi mente regresa al primer día que visite esta empresa. Ese nefasto día en el que aprendí de la peor manera que la ambición no tiene límites y el daño que puede llegar a ocasionar no se detiene por la edad de quien la sufre. *** Flashback*** Caminábamos rápido intentando seguir el paso de Sutter, él revisaba un par de carpetas con muchas hojas dentro. Thadeas tonteaba con su videojuego a mi derecha. Y yo pretendía que un quisquilloso Blaine de tres años no rodara por el piso. Sutter, en ese momento asistente de mi madre, nos miraba notoriamente incómodo con nuestra presencia. Él nunca había sido un hombre de muchas palabras, pero era uno de los pocos empleados amables con los tres niños, hijos de la gran jefa. —g*****a, no puedes dejar las riendas del negocio a un crio como Thanos... bueno y el otro...Thadeas— el viejo Stone, uno de los socios de mi difunto padre estaba en medio de una rabieta al saber que en cuanto Thadeas y yo tuviésemos los conocimientos necesarios el manejo de esta compañía transcontinental pasaría a nuestras manos. —Apenas cumplan los dieciocho años ellos estarán a la cabeza de las empresas Corfú. Son los herederos de Thomë —mi madre golpeo con fuerza la punta del bolígrafo que sostenía sobre la mesa. —Eso es algo que todavía no se sabe. La junta directiva ya te hizo llegar su misiva sobre el análisis de ADN que se requiere. — ¿Cómo te atreves? — ¿Cómo me atrevo a qué? ¿Acaso la gran Señora g*****a tiene algún muerto en su placard?— hablo Stone con cinismo en su voz, — no eres una mujer intachable, querida. No creo que Thomë Corfú haya sido el único hombre en conocer tus sabanas. ¿O me equivoco? La rabia surgió en mi. Este era el escenario con el que mi madre lidiaba a diario. Frente a todo el mundo era una mujer fuerte, que jamás agachaba la mirada ante nadie. Mantenía la frente en alto ante todos aquellos que querían mermar sus logros. Mientras que en casa, lloraba en la soledad de su habitación. En una de esas ocasiones, mientras amargas lágrimas bañaban su rostro le pregunte por qué dejaba que estos hombres la disgustaran así. Ella respondió que cerrar los ojos e ignorar lo que se hablaba no iba a cambiar nada. Nada desaparecía por el simple hecho de no ver lo que estaba pasando. Las cosas serían aun peor cuando se hiciera nuevamente consciente de esa situación. Solo un cobarde cierra sus ojos e ignora lo que a su alrededor sucede. Cerrar los ojos y taparse los oídos no va a hacer que el tiempo se detenga. No lograra que la maldad merme. Hay que plantarse firme y hacer frente a todos aquellos que obran de mala fe. *** Todos los involucrados entran a la sala. Los observo en silencio, sentado cómodamente en la silla de Presidente. Acomodo uno de los gemelos en mi muñeca que se encuentra torcido. De reojo diviso al Director ejecutivo y Vicepresidente de la compañía. Emersson y Stone. La reunión transcurre sin inconvenientes. Se habla sobre el incremento en la produccion y una insignificante perdida en el área de logística y planeamiento. Garabateo sobre un papel, fingiendo tomar notas. El pobre asistente del director del área de diseño tiembla frente a mi al momento de exponer las diapositivas de su trabajo. Chasqueo la lengua cuando el "ta-te-ti" al que juego se ve frustrado. Todos se giran a observarme atónitos y expectantes por mi comentario sobre... lo que sea que estuviesen diciendo. Leo rápidamente la pantalla, algo sobre la brecha entre el diseño vanguardista y el diseño clásico es el tema principal. —El poder de convencimiento y posterior adquisición de nuestros productos no puede ser afectado por una brecha— no tenía ni la menor idea de lo que decía, pero mostrando una faceta segura todos se convencerían de lo contrario, — ese es el motivo por el que el equipo de diseñadores tiene un mecanismo multidisciplinario ¿no? Al finalizar la junta, Stone se quedó para comenzar una pequeña guerrilla con tintes personales. Esto sería divertido. Termino de darle las órdenes del día a Sutter y él se retira en silencio de la sala. Observando, con lo que creí seria pena, a nuestro queridísimo Vicepresidente. —Supongo que la próxima junta será para anunciar la venta de tus acciones— la función daba inicio. — ni siquiera prestas atención a temas tan banales como el diseño de un maldito isologotipo. ¿Qué esperas para deshacerte de esta empresa también? Una sonrisa cargada de confianza se desliza suavemente por mis labios. Pobre tipejo que no tenía idea de lo que le esperaba. —Y yo supongo que para que eso suceda tienes algún par de sucias cartas bajo la manga ¿no?— tomo asiento nuevamente, manejando la situación a mi gusto —Es divertido saber que aún le pagas un bono mensual a tus paparazis para que me persigan. Stone se coloca frente al vidrio que le da una perfecta visión de todos los cubículos del resto del personal. —No creo necesario recordarle a un niño cómo tú a comportarse con decoro y honor. Algo que causara mucha gracia será el momento en que se hagan públicas las imágenes del... tipo de mujeres con las que te relacionas— una carcajada mal suprimida es el punto culminante a esta precaria situación. — Hay una filmación interesante, en manos de Giorgio, que llegara a los medios cuando menos lo esperes. ¿Qué opinara la junta y tu madre cuando te veas envuelto por el escándalo? Giorgio Mázala, un maldito sanguijuela que vive a costas de fotos sobre celebridades. Así que él era el bastardo que mi equipo de seguridad había encontrado husmeando en aquel hotel. —Pues... eso será divertido de ver— observo mis uñas y hablo con desprecio. —Más cuando se sepa que la persona en la filmación no soy yo. Si no mi hermano Thadeas, quien solo posee un 5% del total de las acciones. Lo que será aún más divertido de ver es la cara de la muchachita involucrada en tal escándalo. — ¿Qué? — ¿Le gusta jugar sucio Señor Stone? A Sophie Stone también, la pobrecilla es fanática de esos juegos... a su pequeña niña le va esa moda del sadomasoquismo — cruzo mis piernas esperando por su reacción. A Vincent Stone le toma un par de minutos comprender que su jugarreta le ha salido mal. Él, en su afán por ensuciar la vida de los demás ha entregado a su propia hija a los lobos. Hace un tiempo, en la víspera de nuestro cumpleaños decidimos realizar una pequeña fiesta en un conocido disco-pub del que Thadeas parecía socio vitalicio. Esa noche una de las muchachas que Vincent había contratado se me acercó insistentemente. A nuestra fiesta también fue invitada la queridísima Sophie, quien tiene tanta sed de hombres, como su padre de poder. Despues de un embarazoso encuentro entre la empleada de Stone y Benedict en donde ella confeso todo, decidí que el Sr. Vicepresidente se llevaría una grata sorpresa. Lo demás es historia. — ¡¿Cómo te atreves!? — ¿Cómo me atrevo a qué Señor? ¿Acaso la famosísima Sophie tiene más muertos en su placard? No creo que Thadeas haya sido el único hombre en conocer sus sabanas. ¿O me equivoco? La satisfacción de poder utilizar sus propias palabras en su contra es uno de los placeres que más me regodean en vida. Me retiro de la sala aconsejándole que llamase inmediatamente a Mázala y que le pidiera un buen precio por el contenido multimedia que esa sabandija tenia. El viaje de regreso a casa lo realizo siempre en silencio. No me gusta la música, en absoluto. Veo la pantalla del GPS y descubro que una de las notificaciones es de Blaine, mi hermano pequeño. Otro asunto que debo arreglar. Paso lista mental de las cosas de las que debo deshacerme. Arrugo el entrecejo cuando aparece una flacucha de cabellos negros. ¡Maldición! Había olvidado a esa chiquilla que llegó únicamente a fastidiarme. Respiro profundo y marco el número de Mike, nuestro chofer. Él se encuentra en casa, y tendrá que darme el informe que espero. — ¿Qué noticias tienes sobre Thadeas? —Las Vegas, señor — responde en automático. — Además, se ha visto involucrado el clan Castell. La señorita Mariel Castell en específico. Dios santo. Un día de estos mi cabeza estallaría. Una cosa era salvar el pellejo de mi hermano cuando se involucraba con mujeres casadas. Otra muy distinta era cuando había un clan implicado.  —Estúpido Thadeas.
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