Capítulo 8

1598 Palabras
El trayecto hasta la casa de su suegra se sintió como una condena silenciosa. Kleo apenas podía mantener la vista fija en la carretera sin que su estómago diera vueltas. El volante del coche prestado por Laura le sudaba entre las manos y la sensación de estar metiéndose en una trampa no la abandonaba. Cada vez que pensaba en la posibilidad de cruzarse con James, algo en su pecho se apretaba como una fiera atrapada. Lo conocía demasiado bien. Sabía que era capaz de manipular cualquier situación a su favor, y peor aún, que no le importaba arrastrarla en el proceso. Cuando aparcó frente a la casa familiar de los Kim, tragó saliva. Había estado allí decenas de veces. Pero esta era la primera vez que llegaba sin pertenecer ya del todo a ese mundo. Tocó el timbre y su suegra abrió con la misma calidez de siempre. —¡Kleo, mi niña! —exclamó, abrazándola con ternura—Estás más delgada, ¿te has estado cuidando? Kleo forzó una sonrisa y asintió con la cabeza, aceptando el gesto, pero sin poder corresponder con el mismo entusiasmo. —Sí… un poco. He tenido semanas complicadas —confesó, sabiendo que la ambigüedad sería su única aliada. —Pues vamos a ponerte al día con una buena comida. He hecho tus platos favoritos —dijo la mujer, tomándola del brazo y llevándola al interior como si no se hubiera perdido ningún día. La casa lucía igual, demasiado perfecta, demasiado ordenada, como si allí no pasara nunca nada malo. Kleo se obligó a sentarse, a escuchar, a sonreír mientras su suegra le mostraba unas nuevas tazas de porcelana que había comprado para sus reuniones de té. Pero no podía concentrarse. A cada minuto esperaba escuchar la puerta abrirse. Cada sombra, cada sonido del exterior, la hacía girar la cabeza con sobresalto. Su cuerpo estaba rígido, sus piernas tensas, su espalda erguida como si esperara un disparo que no sabía de dónde vendría. —¿Estás bien, cariño? —preguntó su suegra al notar su silencio prolongado. —Sí. Solo estoy… cansada —mintió, mientras jugaba con el borde de la servilleta. —Recuerdo que cuando quede embarazada de James también me sentía así. ¿Te has hecho una prueba de embarazo? Kleo se atraganto con su propia saliva. Lo último que había pensado en hablar con su suegra había sido eso. —No, estoy segura que no estoy embarazada.—repuso Kleo un poco nerviosa. Prefería mil veces que su suegra sospechara acerca de un posible embarazo y no sobre la solitud de divorcio que le había hecho a su hijo. Y entonces lo escuchó, lo que tanto había estado esperando. El sonido de la puerta principal abriéndose. El eco de los pasos firmes. La voz masculina saludando al ama de llaves. James. Kleo se quedó paralizada. Sintió como la sangre le bajaba de golpe a los pies. Su suegra, ajena a su pánico, se levantó alegremente. —¡Mira quién acaba de llegar! James apareció en el umbral del comedor, trajeado, sereno, y con ese brillo cínico en los ojos que solo ella sabía reconocer. —Qué sorpresa verte aquí, Kleo —dijo, como si de verdad lo fuera. Ella no dijo nada. Su suegra, feliz de tenerlos a ambos en la casa, los dejó a solas bajo el pretexto de revisar la cocción del postre. El silencio entre ellos fue tenso, cortante. —Pareces incómoda —dijo él, acercándose a la mesa. Kleo agradecida de que James no hubiera llegado minutos antes, se limpio el sudor de las manos y lo enfrento. —¿Le has dicho algo?—indago tentativa. James le dio una sonrisa que se le antojo macabra. —¿Vas a decirle ahora? ¿Vas a contarle que me fui de casa? —susurró ella, con el tono justo para que su voz no temblara demasiado. James se acercó a ella, aún sonriendo, y le apartó un mechón rebelde que se había interpuesto en delante de sus ojos. Kleo sintió un extraño escalofrío. El toque había sido leve, nada comparado a sus antiguas interacciones. —Podría hacerlo. Pero no lo haré. Kleo retrocedió. Logrando observar la diversión en los ojos de James. —¿Por qué no? —Porque no me conviene. Ni a ti tampoco, si somos sinceros. Kleo lo miró, el ceño fruncido, la mandíbula apretada. —¿A qué juegas James? —No juego. Te lo advertí. Si no quieres ser tú quien le dé la noticia, tengo una propuesta mejor.—este hizo una pausa que se le hizo eterna.—Vuelve al trabajo. Asume tu rol de siempre. Puedo asegurarme de que mi madre no se entere de nada... por ahora. —¿Y qué más? ¿También quieres que vuelva a la casa? —preguntó con sarcasmo en la voz. James se encogió de hombros. —Eso sería lo ideal, pero no te lo exigiré. Por ahora. Solo estoy esperando a que termines tu absurdo juego. Kleo rió por lo bajo. Una risa seca, amarga. —Tú no das nada sin cobrarlo después. No voy a volver a esa casa, James. Pero sí volveré al trabajo, si eso mantiene esta farsa a salvo un poco más. Pero debes prometer que tú mamá no se enterará hasta que yo no esté lista para decirle. —Sabia decisión —murmuró él, inclinándose levemente hacia ella—. Mientras finjas, todo estará en calma. Y créeme, Kleo, a ti también te conviene tener algo de paz. Y como dije, no le diré nada, sin embargo, no puedo controlar que los rumores corran. —Eso lo tengo bien claro.—dijo Kleo de manera sarcástica al recordar como este no había hecho nada para detener lo que decían sobre ella luego de que Brittany regresará a la ciudad.—¿Y luego qué? ¿Hasta cuándo vas a seguir posponiendo mi renuncia? ¿Acaso no te das cuenta de que no funciona lo que sea que este pasando? James guardó silencio por un momento. Luego, con un tono más suave del que esperaba, volvió a hablar. —Hasta que sepa cómo detenerlo sin que todo se venga abajo. Kleo se humedeció los labios, confusa ante la sinceridad que ponía distinguir en las palabras de James. —¿Detener qué?—susurro sin darse cuenta de lo cerca que estaban—¿El divorcio o tu obsesión por el control? Él no respondió. Solo la miró, con ese mismo rostro que antes había amado y ahora no sabía si odiaba o si temía. —Nos veremos en la oficina —dijo Kleo finalmente, poniéndose de pie para ayudar a su madre con la bandeja que traía en la manos. Los tres tomaron asiento y empezaron a degustar el postre que la madre de James había hecho. Kleo se encogió, tratando de pasar desapercibida, contenta de que fueran madre e hijo quienes llevaban la conversación. Sin embargo, no logro relajarse hasta que llegó el momento de irse. James la observó mientras se paraba del sofá para despedirse de su suegra, quien aún sonreía sin saber que su familia estaba hecha pedazos. Obvio hacer un contacto prolongado, ya que podría fallar en su deseo de irse sin dejar ver lo mucho que la presencia de James la afectaba. Cuando Kleo cerró la puerta del coche y encendió el motor, sintió que no solo estaba huyendo de esa casa, sino de una red cuidadosamente tejida a su alrededor. Ahoras sentia que podía comprender un poco más el pensamiento de James. Estaba seguro de que este no quería perder. No a ella, ni su imagen, ni el control que creía tener. Y por eso iba a aferrarse hasta el final. Ella tampoco se rendiría. Lucharía por obtener lo que deseaba. *** Una vez que Kleo se marcho y solamente quedaron madre e hijo en la sala de estar, Sophia miró a su hijo con preocupación. —Siento que Kleo está extraña. James le prestó atención a su madre una vez Kleo salió de su vista. —¿Por qué lo dices? —Luce un poco distraída y cansada. No lo sé, creo que tal vez podría estar embarazada. Así mismo estaba yo cuando te tenía a ti…¿No crees que sea posible? Después de todo, ya llevan mucho tiempo casados, ya va siendo hora de que me den un nieto. James hizo silencio, sorprendido por el camino que los pensamientos de su madre habían tomado. —Solo está cansada por el accidente que tuvo.—respondió rápidamente, huyendo de la idea de ser papá. —¿Qué accidente? James soltó un suspiro. Prefería que su mamá se enfocará en el accidente y no en una fantasía como era el posible embarazo de su esposa. —Hace una semanas tuvo un pequeño accidente, pero no tiene que preocuparte, me hice cargo de todo. —¡No puedo creer que ninguno de ustedes me haya contado nada! Le pudo haber pasado algo grave, casi pierdo a mi querida nuera y no tuviste la decencia de avisarme. —Sabes como es Kleo. Ella no quería que te preocuparas. Déjalo pasar por esta vez. ¿Puedes? —Esta bien, pero no vuelvas a ocultar algo tan importante. La próxima vez tendrás graves problemas conmigo. ¿Entendido? James sonrió pensando en la solicitud de divorcio que Kleo le había hecho. Ciertamente haría lo posible porque su madre no se enterará ya que no pretendía acceder a eso. Por lo que tomo las palabras de su madre a la ligera. —Esta bien.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR