Capítulo 7

1588 Palabras
La atmósfera en la oficina se volvió densa. Brittany aún estaba de pie, con las mejillas ruborizadas de frustración y los ojos húmedos por las lágrimas que comenzaban a acumularse. James, por su parte, se mantenía erguido, respirando con fuerza, tratando de contener la ola de ira que amenazaba con desbordarse. —¿Qué… qué se supone que fue eso? —preguntó Brittany con un hilo de voz. Su expresión era una mezcla de incredulidad y dolor. Las manos le temblaban y el rímel comenzaba a correrse por la humedad de sus ojos—. ¿Acabas de defenderla? James apretó los dientes. —No es una cuestión de defender a nadie. Es cuestión de respeto. Y tú cruzaste la línea. —¿Yo? —soltó una carcajada ahogada y ladeó la cabeza con un gesto dolido—. ¿Tú estás hablando de respeto, James? ¿Después de cómo me dejaste abandonada todos estos días, después de ese accidente? —Ya te dije que fue un accidente, Brittany. No hubo intenciones ocultas, ni conspiraciones. Kleo no trató de hacerte daño. —¡Pero podría haberme matado! —gritó, dando un paso al frente—. ¡Podría haberme dejado inválida! ¡Y tú… tú no has estado ahí! No me has llamado, no has venido... ¡Ni una visita, James! Él la miró con una expresión contenida, pero su mandíbula seguía tensa. —Estás viva. Estás caminando. No tienes nada roto. Kleo fue la que terminó en la ambulancia, no tú. La mención de su esposa fue como un golpe invisible en el rostro de Brittany. —¡Increíble! ¡La defiendes como si de verdad te importara! ¿Desde cuándo? —sus ojos se llenaron finalmente de lágrimas—. Nunca hablaste así de ella. Nunca tomaste su lado cuando yo te decía lo que pensaba de ella. ¿Y ahora te pones de su parte? James suspiró con los ojos cerrados. —No me estoy poniendo de parte de nadie. Pero ya basta, Brittany. No eres una niña. Deja de actuar como si el mundo girara a tu alrededor. No todo lo que hace Kleo tiene que ver contigo. Brittany se cubrió la boca con ambas manos, como si estuviera asfixiándose por la emoción. —¡No puedo creer lo que estás diciendo! —sollozó—. ¡Me estás abandonando! ¡A mí! ¡A quien ha estado contigo desde antes de que esa mujer apareciera! ¡A la única que te ha amado de verdad! James giró bruscamente y le dio la espalda. Caminó hacia el ventanal, buscando aire, buscando distancia. La presión en su pecho era insoportable, no tanto por el llanto de Brittany, sino por lo que él mismo había dejado escapar. Había defendido a Kleo. No solo con palabras, sino con rabia. Y eso lo desconcertaba. No era su estilo. Nunca había levantado la voz por ella. Nunca la había protegido de esa manera. ¿Por qué ahora? ¿Por qué justamente cuando ella había decidido dejarlo? —Yo siempre te he esperado —susurró Brittany detrás de él—. Nunca pedí más de lo que podías darme. Acepté ser paciente. Acepté incluso que te casaras con otra… porque me prometiste que esto era temporal. Que estabas obligado. Que no era real. James se giró lentamente. Su rostro estaba impasible, pero sus ojos no. —Y era verdad. No fue una elección. Pero tampoco te prometí amor, Brittany. Ni fidelidad. Ni una vida juntos.—James la miró sin sentir el más leve remordimiento por la apariencia destrozada que Brittany exhibía.—Sabes la razón por la que no te he apartado de mi lado. Me dijiste que lo entendías. Ahora, ¿Por qué estás actuando así? —¡Me mentiste! —gritó ella, rompiendo en un llanto desgarrador, ignorando las palabras de James.—¡Me usaste! Él negó con la cabeza, acercándose un paso con cautela. —No te mentí. Fuiste tú quien interpretó lo que quiso. Y no puedo seguir cargando con eso. No voy a divorciarme de Kleo porque tú me lo pidas. No voy a destruir lo poco que queda de esta familia solo para complacerte.—la verdad detrás de sus palabras lo asustaron. No sabía cuando había iniciado el cambio o como Kleo se había adueñado de su lógica, pero estaba claro que había algo que no lo dejaba liberarla, y que solo lo puso ver al enfrentarse a Brittany. Brittany se desplomó sobre una de las sillas frente a su escritorio. Se cubrió el rostro con las manos. —Entonces… ¿por qué estás conmigo? ¿Por qué me dejas seguir viniendo a esta oficina? ¿Por qué no me cierras la puerta de una vez? James no supo qué responder de inmediato. Porque era cómodo. Porque su presencia no exigía compromiso. Porque Brittany representaba una época donde él no tenía que enfrentar tantas responsabilidades. Porque ella tenía razón y de alguna manera estaba usando la antigua relación que tenía con ella para lograr sus objetivos. Pero ya nada era igual. —Porque no quería hacerte daño —dijo al fin, sincero—. Pero ya no puedo seguir manteniendo esta mentira. No me interesa crear más conflictos ni contigo ni con Kleo. Y si sigues atacándola, vas a perder cualquier espacio que te quede en mi vida. Brittany levantó la cabeza lentamente. Sus ojos, hinchados y rojos, lo miraron con odio. —¿Estás diciendo que ella… significa algo para ti? James no respondió. Ese silencio fue más fuerte que cualquier afirmación. Ella se levantó con furia, tomó su bolso y se dirigió a la puerta, pero antes de salir, se volvió una última vez. —Te vas a arrepentir. Esa mujer no te ama. Nunca te entendió como yo. Pero supongo que tienes que perderlo todo para darte cuenta. Y sin esperar respuesta, salió dando un portazo. James se quedó allí, inmóvil. El eco de las palabras de Brittany aún vibraba en el aire. Se frotó el rostro con las manos, sintiendo el ardor detrás de los ojos. Kleo no te ama… Eso ya lo sabía. O tal vez sí lo hizo. Tal vez, por un tiempo, lo miró como nadie más lo había hecho. Y él… la miró sin verla. Ahora que estaba perdiéndola, algo dentro de él empezaba a quebrarse. Pero no podía darse el lujo de ceder todavía. Había mucho en juego. *** *** Kleo vio el aviso en su correo. Debía volver al trabajo o tomarían medidas por todas las faltas que estaba teniendo. Sin embargo, eso no le interesaba. Su intención era obligarlos a despedirla. Mientras se concentraba en releer el mensaje que la oficina se recursos humanos le había enviado, el sonido de su teléfono la interrumpió. Al ver quién era el remitente su corazón se saltó un latido. Su suegra. La madre de James. La mujer que la había acogido bajo su manto y la había tratado como a una más de su familia. La única persona que tenía miedo de decepcionar. —¿Hola? —¡Cariño! ¿Te has olvidado de mi? No he recibido ni una llamada tuya en estas semanas. Tuve que hablar con James, pensé que te estaba cohibiendo de llamarme.—el cuerpo de Kleo tembló al escuchar las palabras de su suegra. ¿Acaso James había cumplido su amenaza y había hablando con su madre? —Yo…lo siento. He estado un poco ocupada. Estaba a punto de llamarte.—mintió descaradamente. —¿Con que has estado ocupada que ni siquiera me has llamado?—el tono de la madre de James era normal, por lo que no podía distinguir si está ya sabía sobre su pelea con su hijo. —Yo…estaba organizando la casa y deshaciéndome de algunas cosas que no necesitaba.—prácticamente no estaba mintiendo, ya que tuvo que organizar su nuevo hogar y estaba intentando divorciarse de James. —Bueno, supongo que ahora ya no estás tan ocupada. Por cierto, escuché que faltaste al trabajo. Sé que no es importante, pero no debes dejar de lado tus responsabilidades. No es bueno para nuestra imagen.—Kleo frunció los labios. Estaba consciente de que sus ausencias serían evidentes para ella, pero aún así, si deseo de estar lejos de su esposo era mas fuerte que su sentido de responsabilidad.—Quería regañarte por eso, pero James me dijo que te sentías mal. ¿James le dijo o no? Los nervios empezaron a recorrer cada parte de su cuerpo. No podía distinguir nada. Estaba asustada. —Ya estoy mejor, no hay nada de que preocuparse. —Si ese es el caso, entonces te espero mañana. Quiero verte, he comprado algunas cosas que se que te gustarán. ¿Crees que puedas venir? —Si, si. Estaré allá temprano, así pasamos el día juntas.—Kleo se sintió culpable por no decirle lo que estaba sucediendo con ella y James, pero deseaba ser un poco egoísta y disfrutar de las atenciones de su suegra. Después de todo, ella era la única persona que consideraba como su familia, anteriormente James iba incluido en ese paquete, pero ahora ya no era relevante. —Perfecto, ahora le diré a James, seguro que estará encantado. Nos vemos. —¡Espera…! Antes de que Kleo pudiera decir algo más, la llamada se había cortado. El peso del mundo le cayó arriba. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? No podía verse con James y su madre. Sería un desastre.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR