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Amor de contrabando

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Oficina/lugar de trabajo
de enemigos a amantes
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Descripción

Lauren necesita un trabajo. Urgente. Lo que no esperaba era terminar en The Good Life, un club nocturno donde el uniforme incluye orejitas de gato y el apodo “Gatita” viene con el contrato. Lo que parece solo otro empleo incómodo da un giro cuando Mikel Ricci, el dueño del lugar: peligroso, irresistible y completamente fuera de su alcance, la pone en la mira.

Él no está acostumbrado a que le digan que no. Ella no está acostumbrada a hombres que no se rinden.

Un juego de poder, tensión y atracción comienza… y nadie saldrá ileso.

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Gatita
LAUREN POV Han sido unos días bastante pesados en esto de buscar trabajo. A cada lugar que voy me tienen algún excusa. No sabía que podía ser tan difícil. Estaba exhausta y muy agotada por tanta presión. Tenía que conseguir algo pronto. —¿Encontraste algo? —inquiere Cristine, mi mejor amiga. Somos amigos desde que cumplimos la mayoría de edad y salí de esa orfanato donde pase la mayor parte de mi vida. Cristine se volvió una familia para mi y ahora estábamos juntas. —Nada. Creo que tardará un poco en que encuentre algo. —suspiré derrotada. Cristine se sienta a mi lado y me palmea el hombro. —No tienes que seguir buscando porque he hablado con mi jefe y quiere que te presentes hoy en el bar —sonríe. —¿En el club de strippers? —abro los ojos del asombro. Jamás he bailado para hombres y no estoy segura de querer hacerlo. —Si, pero tranquila que no vas a bailar en el tubo. Vas a ser mesera —dijo y suspiré aliviada. Vale, era un avance ya que al menos ganaré dinero. —¿Vas a ir? —Claro. Si es para ser mesera si. Gracias, Cris, no sabría que hacer sin ti —la abracé. —Ya lo sé. Tengo que darte algunas instrucciones sobre el trabajo. —explica poniéndose de pie—Vas a usar informes no muy decentes que digamos, tienes que ser muy amables con los clientes y te vas a llamar Gatita. —¿Qué? —Si, gatita. Es un seudónimo. Todos lo tenemos. Creo que es por seguridad de no decir los nombres reales. —¿Y por qué gatita? Ella se ríe. —Porque eres tan tierna como una gatita y tan valiente como ellas también. Es una lástima que no te animes a bailar porque te iría muy bien. —Está bien con mi puesto de camarera —le digo—Gracias de todas formas. —De nada, gatita —me molesta. —¿No se supone que el apodo es solo en el bar? —Si, pero me gusta. Voy a cambiarme para irnos —se va, balbuceando cosas que no pude entender. Vale, ya tengo trabajo y eso es lo único importante. Lo malo: es de noche y no se a qué horas de la madrugada estaría viniendo. Igualmente tengo que estar agradecida por esto. Fui a la habitación y me puse algo casual y más presentable: era mi primer día. Me miré al espejo, me peine mi cabello rubio avellana y me hice una cola baja. Sentía que hoy sería una noche larga. —¿Lista, cariño? —Cristine aparece en la habitación. Va con una falda muy corta y un top n***o. —Si. Ella me ve la ropa que me puse y asiente. —Estas bien pero igual no usarás eso para trabajar —me toma de la mano. —Vamos, no quiero que llegues tarde en tu primer día. Nos montamos al coche, ella me iba diciendo más cosas sobre el bar mientras íbamos de camino. Eran casi las nueve de la noche cuando llegamos al bar: The Good Life. Bajamos del coche y fuimos dentro. La música alta resonó en mis oídos. Miré a las chicas semi desnudas bailando en el tubo, a otras chicas con trajes muy sensuales repartiendo bebidas y bocadillos. Así que también usaré eso. Fuimos a la barra donde un tipo alto y delgado nos atendió. —Hola, Romi. Esta es Lauren, mi compañera. Es su primer día. —Hola, Lauren. Bienvenida. Cristine te puede mostrar tu uniforme y las reglas del lugar. —Ya se las he dicho. Solo quiero que la trates bien y le tengas paciencia porque es su primer día y ella nunca ha trabajado en lugares así —explica Cristine, como toda una madre cuando va a dejar a su hijo a su primer día de cole. —¿Ya tiene seudónimo? —inquiere Romi. —Sip. Gatita —responde Cristine y yo me quiero reír de la pena. Es increíble como usan esos apodos tan tontos aquí, al menos hubiera escogido un apodo que fuera otra nombre. ¿Pero gatita? Sentía que no tenía ningún derecho de protestar? —Le queda genial. Vayan a vestirse, hay mucho trabajo que hacer hoy. Los jefes están en la casa. Cristine me toma de la mano y me lleva a un cuartito. —Mucha suerte, Lauren. La vas a necesitar. Las noches en que están los jefes suelen ser más movidas, ellos son muy estrictos y cuando ven a una chica haciendo nada o simplemente tomando un poco de descanso te castigan. —¿Ah? —la miré sin entender. —¿Castigar de que forma? —Es un decir. —Cristine me entrega el uniforme. Una mini falda, un top, medias de puntitos, tacones punta fina muy altos. —Y como eres una gatita tengo unas orejas para ti. —me da la diadema con forma de orejas de gato. —No puede ser. ¿Es necesario esto? Ella asiente. —Me tengo que ir ahora. Si necesitas algo sabes donde buscarme. Suerte, cariño. —Cristine se va y me deja sola. Suspiro profundo y empiezo a ponerme la ropa que se me dio. Dios, esto es muy provocativo. Estaba indecisa de si seguir con este trabajo o no, siento que los hombres se me van a venir encima y no me van a respetar. Me terminé de alistar poniéndome las estupidas orejas de gato. Me arme de valor y salí a la barra donde estaba Romi. —Vaya, vaya. Estás muy guapa. ¿Lista? Asentí. —Lleva estas bebidas a ese cuarto rojo, es la zona vip y por favor se muy amable, es gente muy importante—me dice y yo asiento. Llevo la charola al cuarto rojo. Cuando llego hay un grupo de hombre tomando y riéndose. Hay chicas bailándoles en el tubo mientras ellos le lanzan billetes de un dólar. Les dejo las bebidas en la mesa para poder irme rápido. —Oye, cariño, no te había visto por aquí. ¿Eres nueva? —me pregunta uno de ellos. Todos van con traje. —Si —asentí. —¿necesitan algo más? —Si, que te sientes en mis piernas —dice otro. —Lo siento pero estoy trabajando y mi trabajo es solamente servir las bebidas. —respondí. Noté como sus amigos le hacían la burla por haberlo rechazado. —¿Si sabes con quien estás hablando, querida? —me pregunta el hombre. —No, la verdad no. Si me disculpan tengo que volver a trabajar —sonreí y me devolví. Cristine me interceptó en la salida. —¿Qué haces? —Trabajo. —Ellos son los hermanos Ricci. Son los dueños del lugar, Lauren. Si ellos dicen siéntate en mis piernas pues te sientas en sus piernas. Solo espero que después de esto no te haya despedido. —negó con la cabeza. —Por favor, Lauren, haz caso. —Ni siquiera sabía quienes eran —rodé los ojos—Si me los hubieras presentado antes. —También fue mi error. Pero ahora ya los conoces. El señor Mikel Ricci no estaba entre ellos, lo cual me hace pensar que aún no llega. El es mucho más estricto así que ten cuidado. Asentí y volví a mi trabajo. Llevé bebidas a las mesas, justo cuando iba por una alguien me empujó e hizo que se me callers la charola con las bebidas. —Lo siento, no me fijé —me dice un hombre muy guapo y atractivo. Sus ojos eran negros como la noche y tenía una mirada muy cautivante. Su cabello n***o iba despeinado, algunos mechones caían por su frente. —Es mi trabajo, no se disculpe. —¿Eres nueva aquí? Asentí. —¿Cómo te dicen? —Gatita. Sonrió de lado. —Vaya, vaya. Que linda gatita. Terminé de recoger mis cosas y me puse de pie. —Ten más cuidado con la charola, gatita, o sino tendré que castigarte. Miré al hombre con confusión. —Soy Mikel Ricci —dice tomando de su bebida—Tu jefe.

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