ALESSIA
Me sentía completamente cansada, después de la noche que tuve. El cuerpo me dolía y no podía dejar de pensar en aquellos hermosos ojos gris - ¡Dios! Me hubiera encantado verle el rostro – Si así eran los ojos. Tenía que ser como un semidiós aquí en la tierra o algún ángel caído.
El toque de su mano en mi cuerpo hizo una sensación extraña en mí. Mi cuerpo se encendió como una chimenea, mi cuerpo vibro, lo poco que pude escuchar de su voz, hizo que tuviera un orgasmo mental.
-¡Cariño! ¿Ya estás lista? – La voz de mi padre me saco de mis cavilaciones obscenas.
Había soñado con esos ojos, con esa voz, con ese cuerpo y con esa altura, lo único que no tuvo mi sueño fue un rostro, pero amanecí tan húmeda, mi corazón queriendo salir de mi pecho y mi centro palpitando.
-¿Cariño? – Volvió a decir mi papá.
-Si. Ya estoy lista ya bajo – Le dije.
Cuando llegué ayer después del intento de secuestro, me tomó entre sus brazos y no queria soltarme. Quise preguntar que iba a pasar con el chico de ojos claros que ayudó a los otros para secuéstrame, pero mi padre dijo que no tenía que preocuparme, que se encargaría. Eso me dio algo de miedo, ya que sus ojos se tornaron oscuros y llenos de sadismo, pero estaba demasiado cansada para pensar en eso.
-No se te olvide desayunar antes de ir a la universidad, no quiero que te descompenses.
Mi padre me cuidaba mucho, era su princesa, la niña de sus ojos, siempre cumplía mis caprichos, no me bajaba la luna porque no se la había pedido.
Me miré por última vez, me gustaba lo que veía. Tenía un buzo rosado manga larga, una falda que me llegaba más arriba de mis rodillas, de cuadros, que se acentuaba muy bien a mi figura, un bolso n***o y me había dejado mi hermosa rojizo suelto, con alguna onda. Mis pecas resaltaban y combinaban con mis ojos azules. Me puse un poco de brillo de labios y salí de mi habitación.
Hoy sería mi primer día de clases y esperaba que me fuera bien.
***
Me encontraba en la entrada de la enorme edificación. Sus hermosos jardines que la daban un toque renacentista al lugar. Los jóvenes entraban en grupos, riendo y hablando. Me sentía fuera de lugar, nerviosa, ansiosa, las manos me sudaban – Tu puedes Alessia, siempre puedes – Me dije a mi misma. Tomé un poco de aire y comencé a caminar. Tenía que encontrar el salón de clase o en su defecto la decanatura de negocios internacional.
Iba tan distraía que choque con alguien.
-¡Lo siento! – Dije rápidamente.
-¡Oh! Lo siento yo, no te vi, venia algo distraída – Me dijo la chica.
Hice una O con mi boca, es hermosa, blanca, cabello rizado castaño que le llegaba a la cintura, hermosos ojos cafés, de una hermosa figura, medianamente alta, a diferencia de mí, que medía 1.65 y parezco un minions.
-¡Debí tener más cuidado! – Le dije con una sonrisa amable.
-¿Eres nueva? – Me pregunto tambien con una gran sonrisa.
-Si – Junté mis manos, jugando con ellas – Estoy buscando el salón de primer año de negocios internacionales o en su defecto la decanatura.
-Yo voy para allá – Me estiró la mano – Soy Laura ¿Y tú?
-Yo soy Alessia Veretti – Le correspondí el saludo.
Me dio otra sonrisa y me indico para que la siguiera. Gracias a los cielos encontré a alguien, no iba a soportar estar sola, me gusta siempre tener alguien con quien hablar, soy como una lora, nunca me callo.
Íbamos caminando por el gran jardín, todo era realmente hermoso, las flores, los campos, la estructura del lugar. Hasta que sentí un alboroto.
-¿Qué pasa? – Le pregunté a la chica que iba a mi lado. Vi a muchas chicas reunidas.
-¡Oh! Eso – Me dijo ella con algo de exasperación – Tiene que ser Lucifer y su amigo Antoni, son como los chicos populares de la universidad.
-¿Eh? – Pregunté sorprendida.
¿Eso todavía pasaba?
Ósea, digo lo de los chicos populares, que todas las chicas babeaban por ellos y querían metérseles en la cama.
-Si. Aunque no lo creas eso se ve aquí – Me respondió como si hubiera leído mi mente - ¿Has escuchado esa canción que dice algo cómo? – Se rascó la cabeza como si estuviera pensando - ¡Ah! Si ya me acorde "Mojaran las tangas con solo verme a los ojos y es que las vuelvo locas como la miel a los osos, soy el trozo de lujuria, venenoso, soy la furia, de esos tontos venenosos que perdieron a sus novias"
-¿Qué? – Solté una carcajada.
-¿No la has escuchado? Esa canción define muy bien a Lucifer, todas están locas por él, todas mueren por él, es el deseo y la fantasía s****l de toda chica y la competencia de todos los chicos – Me dijo ella.
-Veo que tú no te identificas con ellas – Le dije con tono de burla.
-¿Quién no moriría por él? solo míralo – Me hizo seña para que lo viera.
El tipo es alto, 1.90 de estatura, blanco, cabello azabache liso, algo largo, hasta el cuello, venia vestido de n***o, pero la camisa que traía dejaba ver un tatuaje. El pantalón que traía se le ceñía demasiado bien a sus torneadas piernas, brazos gruesos, hombros anchos, la camisa dejaba ver los músculos, tenía un pircing en el labio inferior, una argolla dorada como si fuera de oro, ojos grises - ¡Espera! ¿Ojos grises? – Ya había visto esos ojos – No puede ser el mismo tipo de ayer, eso sería una locura – Pero su porte me lo recordaba mucho. Tenía que averiguar si era él, queria darle las gracias por salvarme ayer.
-¿Y bien? Dime si no está para comérselo – La castaña seguía mirándome curiosa.
-Si es lindo.
-Debe ser broma. Es un papucho. Su cara esta esculpida por los mismos dioses.
Solté otra carcajada, había entendido la referencia. Y no podía negarlo, el hombre si estaba como queria, entendía porque volvía locas a todas las chicas. Lo miré y en ese momento mi mirada se cruzó con la de él, una corriente atravesó todo mi cuerpo, sentí que me palpitaba el corazón y algo más, comenzó hacer demasiado calor y sentía como la cara me ardía, su mirada era extraña, oscura, misteriosa e impredecible. Su rostro no tenía rastro de alguna emoción.
-Es mejor que nos vayamos – Le dije. Me sentía nerviosa, por la sensación que aquel chico me hizo sentir con solo mirarme.
Al parecer la canción le quedaba perfecta – Mojaran las tangas con solo verme a los ojos – Mi centro tomó muy enserio esa frase.
***
Por fin habían terminado las clases, me sentía exhausta, pero me alegraba que Laura estuviera en mis mismas clases.
Iba caminando hacia el estacionamiento. A lo lejos vi una moto Yamaha Fzfi negra. Vi tambien al chico que caminaba hacia ella – Era él, tenía que ser él – Aceleré el paso. Tenía que preguntarle.
Al llegar aclaré mi garganta para llamar su atención. Pero el muy imbécil me ignoró olímpicamente.
Asi que otra vez volví a aclarar la garganta.
-¿Te conozco? – Habló.
¡Dios! Si así habla como...
Cálmate Alessia, deja la calentura.
-¿Te conozco? – Le hice la misma pregunta - ¿Nos hemos visto antes?
Vi como soltó una leve sonrisa, como si hubiera hecho una pregunta estúpida.
-Si esta es tu manera de coquetear, es muy anticuada y algo patética.
-No estoy coqueteando – Me apresuré a responder. Me sentía indignada.
-¡Entonces largo! No te conozco y me estas fastidiando.
-Yo te he visto.
-Quizás es tus sueños nena, suelo despertar esa sensación en las mujeres – Me dijo. Mientras tomaba su casco.
-No. Ayer me salvaste – Le dije.
-¿Te salvé? ¿Te has drogado? – Negó con la cabeza – Eso no se ve bien, además está prohibido consumir sustancias alucinógenas en la universidad.
-No seas estúpido – Le dije cruzándome de brazos – No he consumido nada.
-Bueno, igual no me interesa, así que largo y déjame en paz Principessa.
-Yo te he visto – Dije hastiada – Ayer casi me secuestran y tú me salvaste
-Debe estar potente lo que te metiste – Se subió a la moto – Te hace alucinar bastante. Yo nunca te he visto, esta es la primera vez que nos hablamos o nos vemos.
-No es cierto – Dije indignada.
-Me da igual, me quitas tiempo a menos que quieras que te la meta y estés buscando cualquier excusa para hablarme.
-¡imbécil! – Le dije enojada.
-¡lo sé! – Me dijo encogiéndose de hombros – Ahora tengo mejores cosas que hacer, que estar hablando con una desquiciada acosadora.
-No soy una acosadora – Grité.
-Pues eso pareces – Se puso el casco.
Tiene que ser ilegal que alguien se vea tan sexy con un puto casco.
-No lo soy, estúpido.
Sonrió. Puede escucharlo.
-Yo soy un estúpido y tú eres una acosadora.
Me hizo seña para que me quitara. Encendió la moto y se largó.
¡Imbécil!
Algo me decía que era él, el tipo de ayer, tenía que ser él. Esos ojos eran inolvidables.