Ay Diosito.
-Yo no diré que lo siento, es muy cliché. Aunque no tengo palabras. – en cada palabra que dije mi tono de voz fue bajando, por lo que no estoy segura de sí me escucho al final. Su semblante se había oscurecido tanto, que no parecía el chico tranquilo que fue a invitarme al parque esta tarde.
-Vale, está bien, a mamá ya no le importa tanto, y para papá… yo soy un hijo igual. -quizás así era, pero él no sonaba tan convencido de eso.
- ¿Y tú? ¿Estás bien con eso? Digo, pareces aturdido aún. - Doble mierda, de todas las mierdas del mundo como voy a preguntar eso ¿por qué no puedo mantener la boca cerrada?
-Formulaste mal la pregunta, nunca nadie estará bien con algo así, más cuando tú eres el puto resultado. – rio, y no era una risa bonita como la que había escuchado, su dolor abrió una herida pequeñita en mi corazón y no se el porqué.
- No fuiste concebido por amor, solo fuiste dolor y tormento. No eres nada. – termino para luego hacer una mueca y mirar el cielo azul.
-No digas eso, a tu mamá se le nota que te ama infinitamente Víctor. - quizás no la conocía bien, pero se le veía buena persona y el aprecio que le tenía a su hijo.
- Tú jamás entenderías Eileen. Es como si yo le hubiese arruinado la vida. Sé que cada vez que me mira recuerda ese suceso, recuerda al hombre que la daño, y sabes por qué, porque tuve la genial suerte de ser idéntico al bastardo ese. - sí, sin duda este no es el chico con el que me ha tocado convivir estos días.
- La vida no es perfecta Víctor, pero puedes pensar que, en vez de recordar ese suceso, ve la esperanza que tú le trajiste a la vida. Fuiste una bendición, quizás jamás lo entiendas, pero lo eres. – y era cierto, mamá siempre decía que un hijo siempre era una bendición… no importaba la forma en la que había llegado. Además, si no lo hubiese querido lo habría abortado, ¿verdad?
-No diré nada al respecto.
-Veo que lo conoces, ¿has ido a la cárcel a verlo? Ay Dios, no me respondas, no tienes que. Sonará que siempre repetimos la misma frase para saber y luego hacernos los avergonzados, pero aún queremos saber y hacemos esto para quedar bien, pero en serio no tienes que contestar, ni siquiera me conoces bien. – dije todo tan apresurado que seguro ni me entendió.
Y era cierto, las personas decíamos cosas así para luego hacernos lo que no, pero mentira, siempre vamos a seguir queriendo saber. Pero en este caso, yo no quería saberlo, se le nota por encimita que le cuesta mucho hablar del tema; ni siquiera recuerdo porque llegamos al susodicho.
-Eileen, ya cállate. Pero si hablas hasta por los oídos mujer. Vale, jamás estuvo preso, no debería decir esto, pero bueno, es uno de los narcotraficantes más grandes del país, se obsesionó con mamá, ella jamás le quiso y ya te sabes el resto. – dijo con rabia.
-No puedo creerlo. - es una lástima por lo que deben sufrir tantas personas, Dios mío, son tan asquerosas ese tipo de gente. Ahora que lo pienso, no sé cómo esta tan tranquilo con un padre así, no quiero sonar insensible ni nada, pero seguro que debió haber querido quedarse con su hijo para volverlo su sucesor en la mafia, al menos es lo que he visto en las películas.
- Jamás he tenido amigos, siempre he sido el nerd, donde quiera que vaya, no acostumbro hablar con mis compañeros, pero contigo, no sé qué me pasa contigo rubia, es como si me soltara de una manera gigantesca. – dijo con media sonrisa.
-Me doy cuenta, aún no he podido borrar tu escrito de la mesa de la cafetería, era mi favorita, la dañaste. – dije negando con la cabeza para ver si podía alivianar el ambiente.
-Lo siento, es que no sé, simplemente y por primera vez, no sé. Siempre he tenido que andar de lugar en lugar, huyendo como delincuentes. No quiero eso para mis hermanos. - dijo mirando los mellizos que jugaban alegremente con Martín, y amé la imagen que proyectaban, por eso no pude evitar tomar fotografías de donde estaba.
- ¿Ese demonio los persigue? - dije cayendo en cuenta lo que de su boca acababa de salir.
-Sí, quiere a su primogénito. - contesto y pude sentir parte de todo el odio del mundo en esas cinco palabras. Y, por cierto, ¡LO SABIA!
-Maldito bastardo del infierno, esta vez lo diré, siento mucho lo que has pasado, nadie debería pasar lo que tú y tu familia. – conteste sumamente apenada.
-Descuida, ya estoy familiarizado con no apegarme a nada. Te voy a extrañar. – dijo riendo.
- ¿Qué dices? – pregunte impaciente. -Jamás duramos más de medio año en el mismo lugar. – dijo amargamente.
-Oh. – para variar, no sabía que decir.
-Sí, oh, pero, ¿y tú? ¿Qué esconde la rubia perfecta de la escuela?
-Nada interesante. – jaja, dizque perfecta.
-Vamos, yo te conté mi historia, y me dirás que detrás de cuidar a un niño de 4 años no hay nada interesante. – Si había, pero no estaba segura de poder contarlo. Lo pensé mucho y no, no creía posible el contarle la bonita historia de mi familia, ni, aunque él me hubiese contando la suya.
Me quedé en silencio intentando que el olvidara el suceso, pero no, insistió tanto que no vi más opción que hacerlo, total, en medio año desaparecerá de mi vida.
-Está bien. Comenzare desde el principio. La perfecta historia de amor. - no puedo creer que vaya hacer esto.
- ¿Historia de amor?
-Así mismo compañero, historia de amor, un amor prohibido. - mire al horizonte recordando aquella historia que mi madre me contaba antes de dormir cada noche.
Quizás porque él te contó la suya.
Eso no vendría siendo motivo.
-Como dije, tenía 17, mientras que Andrés, mi padre, era mayor. Digamos que muy mayor a los ojos de mi abuelo, pues eran socios, le llevaba 15 años. Se conocieron en una cena de negocios, mi abuelo hizo que mi madre cantara y papá se ofreció a tocar el piano, ambos quedaron enganchados uno del otro. Papá dice que mamá lo enamoró por la voz, y ella siempre bromeaba que era tan fea que no lo enamoró por su belleza. Aunque sus familias se opusieron, huyeron juntos. Eran la pareja perfecta y por muchos años vivieron felices junto a sus hijos. Y hace dos años salieron esa noche de casa, yo quede cuidando a Martín, fueron a ver una obra teatral titulada "Las aves" era su aniversario. – Dije triste sin poder evitar que varias lagrimas fueran derramadas en el proceso.
-Fallecieron. – concluyo.
-Sí, perdieron los frenos y ya sabes, un accidente. Desde ese entonces me hago cargo de Martín, con los meses comenzó a llamarme mamá y no se lo podía impedir. – era muy pequeño en aquel entonces.
- ¿No té dejaron una herencia? Algo, ¿por qué tienes que correr en carreras ilegales? Y la curiosidad más importante, ¿por qué no están en una casa hogar? Eres menor. – dijo como si fuese obvio.
-Aquí viene la mejor parte, papá era un hombre muy poderoso y rico, pero al morir quedamos a cargo de un tío, era la única familia que teníamos, jamás conocimos a nuestra familia materna pues después que mama huyo no quisieron saber de ella, y los abuelos paternos habían fallecido ya hace muchísimo. Nuestra custodia está a su nombre, aunque el desgraciado se fue a los meses con una mujer, la cual estaba más operada que Madona. - Mentí un poco, pues no era cierto que teníamos un tío, en realidad no teníamos a nadie, pero esa seria historia de otro día.
- ¿Los dejo en la calle? - casi grito y aquí es el momento de la incomodidad porque muchas personas chismosas voltearon a vernos. -Pues algo así, nos dejó algo de dinero y yo tomé el
departamento, era de papá antes de conocer a mi madre. La señora Manson lo conocía desde pequeño y era muy buen amigo del Manuel.
- ¿Por qué no lo denunciaste? – dijo refiriéndose a mi tío.
-Porque ahí sí nos envían a una casa hogar, y no quiero que Martín crezca en una, no lejos de mí, es lo único que me queda Víctor. – dije mirando al pequeño con tristeza.
- ¿Y tus abuelos? Está bien que no quisiera a tu madre, pero ustedes son sus nietos.
-Jamás respetaron la decisión de mi madre como te dije, ni siquiera sé si sabrán que su hija está muerta. Cuando huyeron dejaron Turquía atrás, así que no sé. –
- Jamás imagine que fueses turca. - comento riendo. - Al parecer no somos tan diferentes rubia. – dijo haciendo referencia a nuestros tristes pasados.
-Pues no, no lo soy, nací aquí y ni siquiera se bien el idioma, nunca me gusto y solo mamá era turca. Y sobre lo otro, pues si, nuestro sufrimiento fue provocado. - respondí amargamente.
- ¿Por qué lo dices? – pregunto intrigado.
-Mis padres no perdieron el control, les cortaron los frenos. En pocas palabras, fueron asesinados. – Cuando lo mire, ni siquiera estaba sorprendido, es como si ya lo supiera, pero no sabía en este momento como indagar para saber el porqué.