Mi teléfono vibró dentro de mi bolsa en cuanto salí del salón de entreno, una hora más tarde. Era Candace, y sinceramente, era un poco temprano para recibir una llamada. - Buenos días, Candie – mascullé pegándome el móvil a la oreja. - ¿Qué demonios pasó anoche? – sonaba molesta. – ¡Dime! - ¿De qué hablas? – fruncí el ceño, aunque sabía que ella no podía verme. Sí, claro que sabía de qué hablaba, simplemente no creí que fuera la gran cosa, es decir, si Kyle y yo peleábamos era problema nuestro. - Kyle ha estado llorando toda la mañana – soltó con voz furiosa. - Exageras – rodé los ojos y me subí al carro. – No es para tanto. - Claro que es para tanto – corrigió. – ¿Olvidas lo que hablamos hace una semana? Kyle va a aburrirse de tus actitudes de m

