En mi primera clase de defensa personal, aprendí que era físicamente muy débil. Me hacía falta comer mejor y ejercitarme más, y no estaba segura de poder concentrarme en ello, pero debía intentarlo; no quería andar por ahí caminando con miedo hasta mi coche, ni mucho menos lloriquearle a mis amigos cada vez que me sentía asustada. Tenía que tomar las riendas de mi vida de una buena vez, no había más opciones. Aquella semana fue muy ardua, todas las tardes me las pasé intentando vencer a Philip, tenía mucha energía acumulada y también mucho rencor; sin embargo, algo estaba atorado en mí, no podía lograr derribarlo o siquiera darle una buena paliza. - ¡No, no, Cassandra! – gruñó él, el viernes por la tarde. Me estaba costando un poco tener que pasar tiempo con él, pero no podía qu

