Capítulo II
Hoy es el último día de mis vacaciones escolares, y me dió por escribir. Durante esos 4 meses, estuve más sola que un clavo de película a la que nadie quiere ver, ya estaba lloriqueando por ahí, cómo toda adolescente deprimida, la pobre Adelaida, que mami tuvo que contratar de urgencia para cubrir la ausencia de mí Nani modesta, no sabía qué hacer para contenerme, no le habían avisado que el trabajo venía equipado con una chiquilla acomplejada, con baja estima, y que encima, ese verano, se le dió con adelantarse mí desarrollo femenino, por suerte, modesta ya me había hablado sobre ello, porque si no, iba a caer desmayada al ver esa mancha roja en mí pantalón de pijama, y aunque ya estaba advertida de que eso pasaría algún día, no estaba preparada.
Adelaida de pronto se tuvo que hacer cargo de la casa, y de mis asuntos íntimos, me dijo que su hija Natalia, se había formado a esa misma edad. me dejó llamarla Adela sin ningún reproche, me dijo –si vamos a pasar juntas estos 4 meses, quiero que te sientas en confianza mi niña.
Esa mañana, cuando me di cuenta que estaba pasado de golpe a otra etapa de mi vida, entre en pánico y no estaba conmigo mi nana para socorrerme como siempre hace, aunque Adela, hizo su mayor esfuerzo, me vio en grandes apuros, me dijo –tranquila mi niña, eso es normal, –si lo se le conteste, pero ahora que hago? Tomó su bolso, en el que llevaba casi una farmacia adentro y la vi sacar en cuestión de segundos, todas clases de pastillas, aspirinas para el dolor cabeza, pastillas para los mareos, benditas para las heridas, me preguntaba en la cabeza, y todo eso para que me sirve, cuando casi al final, agarró una bolsa y me la pasó, me enseñó como usarlas, al principio fue un poco incómodo, sentir ese paño en mi entrepierna, me causó una extraña sensación, pero me acostumbré.
Le agradecí tanto a Adela, por ayudarme en ese momento de apuros, aunque sentí después vergüenza con ella, porque justo en su primer día de trabajo, tuvo que liderar con esos asuntos. Ese día, yo anduve media sospechosa como la pantera rosa, y mirándome cada tanto atrás del pantalón, no quería volver a tener otro accidente, y no quise salir de casa, aunque Adela me animó a que me haría bien tomar un poco de sol, porque no estaba enferma, aunque yo así me sentía. –aunque sea en el patio, pero debes salir un poco, me dijo. Me senté a orillas de la piscina, y contemplé la cantidad de hojarasca que había a mi alrededor, mientras mi rostro pálido y asustadizo se reflejaba en esas reposadas aguas de aquel cuadrado hueco de dos metros pintado de azul.
Aquella noche, mi nana me llamó, le conté un poco desanimada, las transformaciones que estaban ocurriendo en mi cuerpo, ella se alegró mas que yo, la escuché gritar al teléfono emocionada, como alguien que se había sacado la lotería, me dijo –mi Fiorelita, cuando vuelva, ya no encontraré a una niña, sino a una señorita, me preguntó que si estaba escribiendo en el diario que me dejó, y me avisó, que ese era un buen momento para escribir, que anotara la fecha y la hora de mi primer día, me sentí un poco extraña con Modesta ese día, no se si era porque mis hormonas femeninas estaban revoleadas ese día y yo mas refunfuñona que nunca, pero no entendía porque tanta emoción, pero bueno, supongo que eso le debe pasar a cualquier mujer normal, pero como yo soy de otro mundo, así como dicen en la escuela, porque no me causa mucha impresión toda cosa, como a mis compañeras, que ante la vista de cualquier hormona masculina, se alegran demasiado, y se les mete un cosquilleo en el cuerpo, y caminan mas erguidas de la cuenta, mostrando los ligeros atributos de la pubertad.
Ante la insistencia de Modesta, escribí en mi diario, aquella fecha que le dio inicio a mis días de tortura marzo 4–2017 (primera regla)
Uy, no tengo muchas ganas de volver a esa escuela, ya le he dicho a mí mami más de 3 veces que me quiero cambiar, pero siempre me dice lo mismo,
–esa es la mejor escuela de Leblon, ahí recibí mí primera formación como modelo, y es por eso que la detesto, ella tiene la esperanza de que esa escuela de señoritas, haga un cambio en mi personalidad, y me vuelva como ella.
Pero no necesito que me lo recuerde siempre, tengo un año en este pulcro colegio y no conozco una sola señorita que no se quiera parecer a mí madre, mi mamá ha ganado dos veces el concurso de miss Brasil antes de tenerme a mi, y desde ese momento, se ha convertido en una especie de referente en el mundo de la moda y la belleza en este país, y las chicas que aman todas esas vanidades, la admiran, y yo en esta escuela, estoy rodeada de ellas. Todas las tardes, este centro, se transforma en un certamen de belleza, a las chicas se les permite venir con peinados extravagantes, maquillaje, uñas pintadas, nos enseñan a usar tacones, a caminar erguidas, aunque no me puedo quejar, también nos han adoctrinado con buenos modales, los que casi siempre pierdo cuando escucho por ahí
que mis compañeras andan con las críticas en cada pasillo que cómo puede ser que yo sea hija de mí madre, me analizan como si yo fuese una alienígena, cómo si ser gorda, tosca, amante de la música, la ciencia ficción y las artes marciales más que del maquillaje, fuera algo punible.
A veces me gusta ver historias de amor, aproveché este verano para ponerme al día con todos los capítulos atrasados de “corazones rebeldes” y Adela me acompañó en toda esa aventura junto a las maratónicas de baldes de palomitas, pero esta vez, solo con un poco de sal, nada de esos gustos extraños que me gustaban elegir. Una noche, buscando en la alacena, encontré, detrás de las cajas de cereal, una bolsa de 200 gramos de papas fritas, se ve que mami no las escondió muy bien, porque las hallé por casualidad cuando quise servirme un poco de cereal para la cena.
Mami antes de su viaje se. Encargó de decirle a Adelaida que me diera únicamente comida sana, –nada esas chucherías de las que a ella le gusta comer,le advirtió, además, ella se empeñó en buscar en el cajón debajo de mi cama, donde yo solía guardar mis chocolates Garoto rellenos de almendras y maní, que a mi tanto me gustan, pero no encontró nada, yo me estaba portando juiciosa con la comida, hasta que ella se fue y encontré esas papas, ese día me comí solo esa bolsa en compañía de Adela, que empezó a retarme como mi madre y me hizo prometerle que solo seria esa sola bolsa, pero, bendita tentación, que volvió a tocar mis papilas gustativas.
cuando me di el primer bocado, sentí que regresaba mi vida, me había olvidado a que sabia el cielo, desde que empecé los entrenamientos con Daiki, me vi obligada a dejarlas en el olvido, ahora que lo pienso bien, ¿quien habrá dejado esas papas ahí? no estaban vencidas, me fijé muy bien en la fecha de caducidad, y aun estaban vigentes, Adela me dijo que no eran de ellas, y tampoco he tenido la oportunidad de preguntarle a mi mama, no valla a ser y me rete, ¿y si fue una trampa que ella me puso?
uy que pereza, ya la próxima semana, tengo que volver a la escuela, como mami me rebotó cualquier propuesta de cambio de colegio, al menos le pedí que me mueva al turno de la mañana donde están todos los sexos mezclados, no se, tal vez me encuentre un amigo como Daiki, pero en realidad, ya me cansé de ver todas las tardes, a esas señoritas prepotentes, compitiendo por quien tiene mejor cuerpo, o comentando a quien le ha crecido mas las bumbis, pero yo con eso, si que soy de otro mundo.
Un día escuché que murmuraban, que yo era adoptada, ese chisme, lo sembraron mis primas, que me persiguen hasta en la sopa, y fue ahí donde me entró la duda de la adopción, era una probabilidad que no podía descartar, y me puse belicosa con mí mamá, porque sospechaba que ella me estaba ocultando esa verdad, si no fuera por mí nana que me dijo que ella estuvo ahí, cuando yo nací, y que fue testigo de todos los malestares que le causé a mí mamá dentro de la panza.
–yo sabía que ibas a salir una revoltosa comilona, me dijo, tu –mamá no paraba de comer, y terminó engordando más de 15 kilos.
Ahora entiendo porque a mí mamá cuando estamos solas en casa, siempre busca qué hacer, para no estar conmigo, siento que yo le recuerdo a algo o a alguien que ella no quiere recordar. Mi nana también me contó, que mi mami había sido seleccionada para ser miss universo, pero que al enterarse que estaba embarazada, le agarró una depresión, que casi se muere.
Si no fuera por mí nana, terminaría creyéndome la historia de la adopción, pero no sé, a lo mejor me parezco a mí papá, que ni en foto lo conozco, y cada vez que intento hablar de ese tema con mí madre, ella me evade, con sus excusas de trabajo
Modesta no me pudo contar mucho tampoco, me dijo que cuando ella llegó a nuestras vidas, no le conoció ninguna pareja a mí mamá, y yo tengo vagos recuerdos de mi niñez.
Se que hasta los 5 años viví con mis abuelos, allá en ese bonito pueblito de sao Paulo y que mí madre en uno de sus arrebatos, me trajo hasta río, y de allá, se vino mí nana con nosotras, todavía no me han contado la historia de cómo fue que Modesta llegó a nuestras vidas, pero cualquier día de estos, le insistiré para que me eche el cuento, aprovecharé, ahora cuando regrese para hablar de esos asuntos.
de mis años de infancia también recuerdo los acosos escolares y los de mis primas, de los que todavía no me he podido libra recuerdo algunas cosas, pero otras las he olvidado, pero en ningunas de esas cosas, recuerdo a mí papá, lo he buscado entre mí memoria, pero tal vez no he hecho un buen trabajo con eso, aunque leí en uno de los libros que me gusta hurgar en la biblioteca de la escuela que En general, la mayoría de la gente comienza a fraguar sus memorias en la cabeza a partir de los tres o cuatro años Sobre la primera infancia, a lo mejor, mí papá estuvo conmigo hasta ese momento, por eso no logro construir ningún recuerdo de el, pero tampoco tengo ninguna fotografía.
Leblon es hermosa, pero a veces lo olvido porque paso mucho tiempo encerrada en esta inmensa casa, en la que vivo desde hace 9 años. Recuerdo como fue mí viaje desde Santo André hasta Río, fue en el 2009 en un Fiat Rojo, que mí madre conducía. Una semana antes, ella había desaparecido como lo hace ahora, mí Lolita preocupada, todas las noches me acostaba con ella en su cama y yo dormía en el medio de ella y mí abuelito, que aveces se iba a la otra habitación y nos dejaba solas para que durmiésemos cómodas.
Una mañana, mí madre llegó diciendo que había encontrado un mejor trabajo en Río y que nos teníamos que ir, mí abuela le rogó que se fuera ella primero, que yo tenía que terminar la escuela y que después me fuera a buscar, pero no, mí madre me tomó del brazo, ya tenía mí maleta en el auto, y me llevó a presurada a la parte trasera de ese Fiat 2000, pude saludar a mis abuelos desde la ventana, mí Lolita hizo el intento de no llorar, pero sus lágrimas caían al con cada saludo que le daba, yo no entendía mucho, yo me quería quedar con mí abuela, pero mí mamá me reprochaba que por mí futuro, debíamos salir de allí y bajo un gran ventarrón, con la calle empapada por las lluvias, ahí arrancamos carretera, recuerdo que con mis manos limpiaba el cristal de la puerta trasera del auto para poder ver el paisaje, que era pura arboladas y tierra mojada
Mí madre iba aferrada al volante, con sus ojos puesto en el camino, me miraba cada tanto, pero hablamos muy poco, porque me dormí casi enseguida, cuando desperté, ella me llevaba en sus brazos, le pregunté si habíamos llegado, me dijo, no –estamos en Salvador de Bahía, pasaremos la noche aquí, mañana temprano partiremos.
Así fue como llegué a Leblon, una hermosa ciudad, con las mejores playas de todo Brasil, sus calles arboladas le dan un toque de tranquilidad. Me gustaba caminar de noche por la playa, meter mis pies en la arena y mojarlos en la orilla,pero desde que Daiki se fue, no lo hago más, prefiero quedarme en casa, ahora de noche, me siento en la orilla de la piscina y meto mis pies en el agua, no es lo mismo que la playa, pero me gusta revivir esos lindos momentos.
Mí madre me sugirió una vez visitar un psicólogo, me dijo que eso me ayudaría a lidear con mis complejos, porque no me podía pasar toda la vida, de la escuela a la casa, me contó que ella una vez visitó a un psicólogo y que me hizo muy bien, pero a mí no me parece que la haya ayudado en nada, porque sigue igual de virulenta.